Advertencia editorial
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A partir de la selección de las portadas de las partituras Adiós a mi bella, vals del compositor mexicano Manuel G. Manzanares, y Veracruz, danzón de Emiliano Correa -piezas para piano correspondientes al año de 1892 resguardadas en la Sala Especial de Fonoteca de la Biblioteca Nacional de México- se creó un diseño especial para el banner que acompaña la edición digital del presente número de Bibliographica y la cubierta de su versión impresa.1
Las portadas elegidas recrean, en cierta medida, los procesos migratorios de ciudadanos alemanes hacia América, que forjaron intercambios culturales y mercantiles entre los continentes. Incluyen también la influencia de ritmos cubanos, los cuales llegaron a México por los puertos comerciales y se diseminaron al interior del país. Estos materiales musicales fueron elaborados por el Gran Repertorio de Música y Almacén de Instrumentos A. Wagner y Levien, empresa constituida por August Wagner y Wilhem Levien, quienes salieron de Hamburgo debido a las condiciones políticas de inestabilidad que prevalecían en los estados alemanes durante 1848. Querían establecerse en California porque la fiebre del oro alentaba su estancia en aquellas tierras, pero la falta de recursos los obligó a permanecer en México. En nuestro país empezaron a trabajar en un establecimiento musical y poco a poco se hicieron de su propio negocio, donde vendían instrumentos musicales y partituras, además de ofrecer el servicio de reparación de pianos. Wagner aportó mayor cantidad de capital a la compañía, razón por la cual su nombre encabeza el nombre del giro mercantil.2
La cubierta de las partituras constituye un documento que ofrece información sobre los afanes de Wagner y Levien para internacionalizar la música mexicana, por ello el título de las obras quedaba asentado en español y en inglés. Asimismo, los datos de imprenta indican que los editores reservaron su propiedad en Nueva York con el copyright de la Compañía Editorial de Música Clásica Americana, fundada por Gustav Schirmer (1829-1893), otro migrante germano establecido en Estados Unidos de América en 1861 y que tres décadas más tarde abrió una librería de música clásica.
A pesar de que la empresa de Wagner y Levien poseía cincografía, litografía e imprenta, “el estampado musical, el diseño y el grabado de las hermosas portadas a colores corrían a cargo de Brandstetter”.3 Tal aspecto contextualiza las dos imágenes reproducidas en el banner y portada de Bibliographica, donde se lee que las partituras eran elaboradas en la imprenta de Friedrich Hofmeister (1782-1864)4 fundada en 1807 en Leipzig, Alemania, la cual se hizo cargo de publicar composiciones de Ludwig van Beethoven, Frédéric Chopin y Franz Liszt, entre otros renombrados melómanos germanos. Hofmeister debió ocuparse de hacer las partituras, en tanto que encargó la elaboración de las portadas a la compañía de Oscar Brandstetter, quien en 1880 compró el establecimiento que había sido propiedad de Friedrich Wilhelm Garbrecht desde 1862.
Es posible que el personal que laboraba con Brandstetter desconociera México y que su referente para ilustrar sus tipos populares y paisajes se inspirara en España y las vestimentas, costumbres y tipos ibéricos, lo cual explicaría que la mujer de la partitura titulada Veracruz tenga más rasgos de andaluza que de mexicana. Inclusive, el velo que cubre su cabeza parece una mantilla sevillana, lo cual hace extrañar el típico rebozo nacional. Por otro lado, el traje del joven presente en Adiós a mi bella es similar al de los varones andaluces, mientras que la arquitectura de las casas que enmarcan la escena amorosa recuerda las arcadas y techumbres peninsulares, la esquina del conjunto residencial presenta un nicho adornado con la talla de un santo, elemento religioso común a mexicanos y españoles. Brandstetter probablemente recibió instrucciones del valor simbólico que para los clientes mexicanos tenían los colores rojo y verde, por ello los utilizó en las plantas, flores, macetas, la montura del caballo, la faja que ciñe la cintura del jinete, las botas e inclusive su mejilla carmesí que alude al dolor de partir y dejar a la mujer amada, quien asoma su bello rostro iluminado con encarnados labios, tras las rejas de una ventana. Una muestra de que Oscar Brandstetter supo plasmar adecuadamente los sentimientos y las emociones de los personajes: el amor, la tristeza, el pesar y la melancolía que causa la separación.
En la portada de la partitura Veracruz, el litógrafo alemán recurrió a la figura de una mujer para capturar la añoranza experimentada frente a un barco que se lleva a la pareja amada, o el nostálgico sentir de los varones que anhelaban regresar a la patria. La escena está ubicada en un puerto que bien puede ser mexicano o peninsular; los sinsabores y pesadumbres se acrecientan por la música, simbolizada en el pandero que descansa sobre el regazo de la fémina que más que mexicana parece una gitana, incluso su instrumento musical está relacionado con esa etnia y alguna de sus danzas.
Los autores de estas dos partituras fueron Emiliano Correa y Manuel G. Manzanares; del primero sabemos que fue un compositor y violinista de quien La Revista Melódica, a cargo de Nagel y Sucesores -competidores de Wagner y Levien-, publicó uno de sus valses en 1894. Un año después Correa ya era miembro de la Estudiantina Hispano Mexicana, pero en septiembre de 1899 su vida se truncó, hecho que fue divulgado por varios periódicos: por ejemplo, El Tiempo informó que se trataba de un humilde violinista que alcanzó popularidad por “la inspiración y belleza de sus composiciones musicales, casi todas ellas de baile”.5 Manzanares era menos conocido, las publicaciones periódicas sólo registran que La Revista Melódica difundió algunas de sus composiciones.
Los géneros musicales de estas partituras son el vals, originado en Europa durante el siglo XV y cuya evolución es ubicada entre 1780 y 1830 -cuando llegó a la república mexicana fue considerado un baile pecaminoso, aunque durante el Imperio de Maximiliano se renovó su difusión-; y el danzón, cuyo origen se ubica en Matanzas, Cuba, hacia 1879, y que casi de inmediato ingresó a México debido al intenso arribo de barcos procedentes de la isla. Este ritmo musical predominó en las regiones costeras y era bailado principalmente por hombres y mujeres pertenecientes a los estratos populares, pues el sexo femenino de abolengo tenía prohibido moverse bajo sus acordes, porque incitaban a la sensualidad. Por último, la belleza de estas irisadas litografías que hoy son el pórtico de Bibliographica, ha sido fielmente captada, retomada y enmarcada por los pulcros diseños de Carolina Silva e Hilda Maldonado.
Además de estas partituras, la Biblioteca Nacional de México posee otros impresos musicales que formaron parte del archivo de Propiedad Literaria, de significativa importancia para los estudiosos de la historia del arte en el siglo XIX. En una amplia investigación, Aurelio de los Reyes aporta datos sobre su origen, formación y conservación en diferentes acervos; al respecto véase “El Fondo documental de la Propiedad Intelectual”, Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, núms. 18-19 (1981-1982): 58-61. Por su parte, María de los Ángeles Chapa —quien actualmente redacta un artículo donde analiza la trascendencia y riqueza de esos materiales— establece que ese conjunto documental está integrado por 1 366 partituras para voz y piano, tanto de autores mexicanos como de extranjeros, representantes de diversos géneros musicales. María de los Ángeles Chapa Bezanilla, Catálogo del acervo musical de propiedad literaria de la Biblioteca Nacional de México (México: UNAM, IIB, 1993). Para mayor conocimiento acerca del acervo de Propiedad Literaria, puede consultarse el disco compacto titulado Catálogo del Archivo de la Biblioteca Nacional 1868-1930, coord. de Luis Olivera (México: UNAM, IIB, 2010).
Olivia Moreno Gamboa, “Casa, centro y emporio del arte musical: La empresa alemana A. Wagner y Levien en México 1851-1910”, en Laura Suárez de la Torre (coord.), Los papeles para Euterpe. La música en la Ciudad de México desde la historia cultural siglo XIX (México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2014), 143-168.
Ibid., 160.
“Friedrich Hofmeister”, acceso el 12 de febrero de 2019, http://www.hofmeister.rhul.ac.uk/2008/content/about/hofmeister.html.
“Muerte desgraciada de un artista”, El Tiempo, año 17, núm. 4799 (22 de septiembre de 1899): 2.
Chapa Bezanilla, María de los Ángeles. Catálogo del acervo musical de propiedad literaria de la Biblioteca Nacional de México. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1993. | |
Friedrich Hofmeister XIX. “Friedrich Hofmeister”. Acceso el 12 de febrero de 2019. http://www.hofmeister.rhul.ac.uk/2008/content/about/hofmeister.html. | |
Moreno Gamboa, Olivia. “Casa, centro y emporio del arte musical: La empresa alemana A. Wagner y Levien en México 1851-1910”. En Los papeles para Euterpe. La música en la Ciudad de México desde la historia cultural siglo XIX, coordinación de Laura Suárez de la Torre, 143-168. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2014. | |
“ Muerte desgraciada de un artista”, El Tiempo, año 17, núm. 4799, 22 de septiembre de 1899 | |
Olivera, Luis, coord. Catálogo del Archivo de la Biblioteca Nacional 1868-1930. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 2010 | |
Reyes, Aurelio de los. “El Fondo documental de la Propiedad Intelectual”. Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, núms. 18-19 (1981-1982): 58-61. |
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