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“El libro y la edición digitales: lenguajes y narrativas para el futuro”


“Digital Book and Publishing: Languages and Stories for the Future”

Saraí García Santos*

* Boston University, Department of Romance Studies, Boston, Massachusetts. United States of America. sagarcia@bu.edu, https://orcid.org/0009-0005-0372-7496.

Panorama histórico del libro y la edición digital Cruz Quintana F. Guadalajara, Jalisco; Colombia; Córdoba, Argentina; Chile: Universidad de Guadalajara / Universidad de los Andes, Ediciones Uniandes / Universidad Nacional de Villa María / Pontificia Universidad Católica de Chile, 2022, 151 p. ISBN: 9786075715964

Recepción: 08.05.23 / Aceptación: 12.05.23

bg07.Mar.24; 7(1)


Ya hace algunos meses que el software de inteligencia artificial ChatGPT y todas las variantes de Inteligencia Artificial (IA) y sus usos despertaron inquietudes y paranoias en el mundo digital. La utopía de las máquinas controlando la humanidad no sólo nos había alcanzado, sino posiblemente sobrepasado. Los artefactos automatizados capaces de imitar el pensamiento crítico y la creatividad humana se volvieron el centro de la conversación en la academia, en el mundo tecnológico, empresarial y artístico, y entre el público general.

No se hicieron esperar los talleres, seminarios y podcasts sobre cómo incorporar y cuestionar los usos del ChatGPT y los sistemas abiertos de IA en la creación de contenidos, el diseño de aplicaciones, la investigación, la edición, la tecnología, etc. Noam Chomsky escribió sobre esta tecnología: “Su defecto más abismal es la ausencia de la capacidad más crítica de cualquier inteligencia: no sólo decir cuál es el caso, cuál fue el caso y cuál será el caso -a eso se le llama descripción y predicción-, sino también cuál no es el caso y cuál podría o no podría ser el caso”.1

Henry A. Kissinger lo pensó como un suceso sin precedentes que cambiará nuestras nociones de lo real, algo no experimentado “desde los inicios de la Ilustración”.2 Algunos otros, como Leif Weatherby,3 lo vieron como un síntoma ideológico, el resultado de las semánticas políticas y las ideologías del capitalismo global digital que tienen el poder del controlar las narrativas de la modernidad. Geoffrey Hinton, uno de los creadores y mayores impulsores de estas tecnologías, luego de haberse abstenido de firmar dos de las famosas cartas que advertían sobre los riesgos de la IA, renunció a Google y afirmó que la humanidad no está lista para seguir explorando este medio, hasta que no tengan mayor entendimiento de cómo controlarlo.4

Por su parte, académicos como Ted Underwood, de la Universidad de Illinois, ponen el énfasis no sólo en los beneficios del uso de estas nuevas tecnologías desde las humanidades, desmitificando su peligro en el avance del lenguaje computacional per se, sino en la monopolización de estas tecnologías y sistemas abiertos por grandes emporios como Google o Meta. Lo cierto es que entre los elogios y lo que varios vaticinan como una pesadilla, ChatGPT puso el foco en el valor material y simbólico del lenguaje frente a los poderes socioeconómicos y políticos.5 Si ésta no es una reivindicación en sí misma de las humanidades y el ejercicio de la crítica teórica y literaria, no sé qué más puede serlo en estos tiempos.

Esta encrucijada del mundo digital, el lenguaje y sus medios, queda inserta como apéndice a la pregunta “¿cuál será el siguiente avance tecnológico en materia de edición y de la escritura?” que abre Fernando Cruz Quintana, investigador y docente de la UNAM, en su libro Panorama histórico del libro y la edición digital. El concepto de libro como artefacto cultural e intelectual representa, en palabras del autor, “una de las mejores tecnologías que el ser humano ha creado para poder dar cuenta de sí mismo y la existencia”; y la mediación del libro en la era digital, frente a la inteligencia artificial, prevé una visión sin precedentes sobre el rol y los efectos en la escritura y sus procesos editoriales. Para la historia del libro, la automatización del lenguaje de frente a su herencia cultural, su democratización y su sentido inherente de innovación ante las necesidades del mercado representan nuevos hábitos en el ejercicio crítico de la escritura y, por supuesto, de la lectura. Sin embargo, el análisis sobre estas tecnologías y su influencia en la evolución del libro es posible siempre y cuando exista una cronología histórica que explique, contextualice y abra el espacio a estos cambios, y también a la permanencia y resistencia del libro impreso en el mercado.

Fernando Cruz escribe una imprescindible vista panorámica, desde los inicios del siglo XX hasta el presente postpandemia, sobre las permutaciones que el libro ha tenido a partir de las intervenciones en su formato y su recepción en la era digital. Mientras que los libros digitales siguen siendo relativamente jóvenes en la historia del libro, su innovación es producto del cruce entre varios elementos (económicos, tecnológicos, sociales, geográficos, etc.) fuera de su concepción material. Es vital que podamos reconocer en esta hazaña la necesidad de incluir la experiencia del libro impreso junto a la del libro digital como “formatos complementarios” (p. 140) en los que participamos, voluntaria o involuntariamente en el presente. Un recordatorio que nos sirve para visibilizar la labor y técnica que sucede detrás de la fabricación ideológica y sentimental de los productos culturales que consumimos y que nos rodean.

Panorama histórico del libro y la edición digital forma parte de la colección Breve Biblioteca de Bibliología (BBB), pensada como una serie de lecturas introductorias para la divulgación entre el público en general, y complemento de lectura e instrucción para especialistas en el campo. Según lo menciona en la introducción Marina Garone Gravier, investigadora y especialista en historia del libro, a esta obra la acompañan seis títulos como parte de una colección más amplia, en la que se desarrollan temas bibliológicos -desde su materialidad hasta la labor intelectual y conceptual del libro- por autores entre México y Brasil (p. 9). Este volumen en particular consiste en ocho capítulos que ponen a nuestro alcance un lenguaje y una cronología intelectual del libro en el mundo de la tecnología y la digitalización.

Además de servirnos como referencia, nos aclara los límites y las posibilidades de pensar este lenguaje desde el presente: ¿qué desafíos nos presenta el libro como objeto material? ¿Cuáles son sus límites y construcciones físicas? ¿Cuál es la diferencia entre un libro electrónico y digital, un software y un hardware? ¿Y de qué nos sirve tener esos referentes? ¿Cuáles son los desafíos que el libro digital enfrenta hacia el futuro? ¿Cómo entendemos el lenguaje y el pensamiento luego de estos nuevos formatos?

Más que la tecnicidad de definirlos, Fernando Cruz reflexiona detrás de estas innovaciones junto a los riesgos y desafíos que han representado para la industria, desde sus inicios, con ejemplos como los Readies y Memex, o el emporio de Amazon y su impacto en las librerías independientes. El enfoque editorial, comercial, cultural e intelectual no se pierde en la sombra tecnológica, sino que contrasta y nos ayuda a dimensionar las promesas del mundo digital y editorial. Todo esto frente a la pluralidad de elementos que desafían nuestra capacidad de innovación, tanto como nuestra habilidad del control de estas ideas y tecnologías.

El primer capítulo aborda el invento de los Readies por Robert Carlton durante los años 30: un primer intento de imaginar el libro digital como síntoma de una época intervenida por los nuevos inventos tecnológicos y su masificación. Los Readies no lograron dar el salto fuera del manifiesto publicado con el mismo nombre en 1930 por Bob Carlton, sin embargo, su imaginación enunció la búsqueda de una experiencia lectora atravesada por máquinas y por escrituras fuera de los límites del papel. La cronología de modelos subsecuentes a los Readies seguiría el coqueteo industrial con productos que van desde Memex hasta Sony PR y Kindle. Estos aparatos fueron un reflejo de las curiosidades y ansiedades sobre la escritura y la modernidad, como aquellas que describió Vannebar Bush en su artículo “As We May Think” (p. 34), en donde la inteligencia de las máquinas ya apuntaba a ser uno de los laboratorios para el futuro.

El segundo capítulo delimita el alcance del Proyecto Gutenberg y la visión que su fundador, Michael Hart, tuvo en los años 70 para crear una nueva audiencia lectora de publicaciones digitales. Fue un esfuerzo titánico capturar y organizar el ritmo de una época a través de un sitio web que sentó los precedentes necesarios en el diseño de las bases de datos, los catálogos, los archivos, al igual que la preservación y el almacenamiento de información.

Los capítulos 3 y 4 exploran los mecanismos del libro en relación con el naciente mundo de las computadoras y dispositivos tecnológicos en el mercado, mientras que el mundo buscó explorar sus límites y desafiarlos a través de los alcances de Internet. Fernando Cruz enfatiza el rol de la automatización, y con ella la creación de nuevos formatos que revolucionaron nuestra manera de escribir y de editar libros. Escribimos, investigamos, enviamos, editamos, compartimos y distribuimos, mayormente, desde nuestras computadoras. ¿Los audiolibros han venido a suplir la experiencia lectora? ¿Cómo fue su proceso de desarrollo y asimilación para una nueva generación? ¿Y qué complicidades acarrearon los fracasos iniciales de proyectos tan ambiciosos como Google Books, años más tarde? Los conocimientos del ser moderno se enfrentaron al diálogo entre lo público y lo privado, la experiencia comunal de escribir dando pasos agigantados hacia la máquina de escribir y, posteriormente, al procesador de textos. El entretenimiento, el arte y la información adaptaron los imaginarios culturales y su consumo digital a partir de un nuevo individuo, marcado por el mercado de consumo del siglo XX y su derecho a la privacidad.

Este cambio de paradigma trajo para la escritura algo más que sólo otros mecanismos por dominar, también otras maneras de pensar y existir alrededor de medios como el procesador de textos o lectores digitales. Esta conversación es particularmente indispensable, ya que suele parecer una obviedad la influencia de los procesos editoriales y sus herramientas en el mercado sobre la construcción de un canon y de figuras literarias: edición, promoción, difusión y control de data, entre otros elementos. Sin embargo, el libro reseñado nos recuerda que, en la era digital, la escritura, la creación y la edición, como representaciones físicas del pensamiento, nunca estuvieron más conectadas por sus alcances tecnológicos como hoy en día. Desde la cinta magnética y los chips hasta la consolidación de la computadora personal, como principal acceso al capital cultural en la modernidad, nos sirven como indicadores para trazar preguntas sobre los lenguajes que creamos y sostenemos en nuestro presente tecnológico. Entre distintos medios y las necesidades del consumidor, estos temas proponen un justo contrapeso al paradigma de construir el libro en una presencia invisible fuera del objeto físico: audiolibros, PDF, EPUB, etc.

La revolución digital implicó, desde luego, anticipar y regular lo que sucede en este medio, sus monopolios y límites legales y conceptuales. En el capítulo 5, el autor muestra la relevancia del gremio editorial en la discusión de derechos de autores, la protección de las obras digitales y la responsabilidad de plantearle límites éticos al mundo en línea. Por otra parte, en el capítulo 6 hace un anticipado recorrido por uno de los referentes globales del comercio digital: Amazon. En 1994, Jeff Bezos fundó una empresa de venta de libros por Internet y, a pasos agigantados, no sólo estableció un nuevo modelo de negocio basado en la distribución digital de bienes y servicios, sino que potencializó la noción de “conectividad” e “inmediatez” como el emblema de un siglo marcado por su consumo digital. Kindle, como el referente obligado del lector electrónico y del libro digital, nos obliga a lo largo de este capítulo a replantearnos y posicionar nuestras preguntas sobre la relación que sostenemos con estos modelos comerciales y el impacto en la cadena de producción de un libro.

Por último, en los capítulos 7 y 8, Cruz Quintana hace una breve reflexión sobre las conversaciones que han abierto estos nuevos modelos de negocios y la disparidad entre quienes se benefician de estas tecnologías e innovaciones. Los libros electrónicos, en su intersección con el rubro de la educación y del entretenimiento, han logrado irse abriendo puertas hacia la autonomía dentro de su propio medio. Podemos pensar en el dictamen del Parlamento Europeo en 2019 sobre la introducción de prácticas y servicios más inclusivos y accesibles para el consumo de la sociedad. En el mundo editorial, esto se traduce, por ejemplo, en la capacidad de producir nuevas versiones o formatos de libros digitales que tomen en cuenta los temas de accesibilidad en la lectura digital. Si bien este es un paso muy necesario y aparentemente simple, el mundo de la tecnología no se escapa de su producción material y física, lo que sucede en el mundo análogo a estos procesos digitales.

La transición hacia estos formatos ha implicado también la actualización y rediseño de aparatos como Kindle o Nook para soportar nuevas versiones y experiencias, su rentabilidad, reposicionamiento en el mercado y la capacidad de mano de obra para convertir catálogos enteros a nuevos formatos en un periodo específico de tiempo. Aún más importante es la manera de traducir estas conversaciones sobre los desafíos de la tecnología y accesibilidad en potencias mundiales, sus retos con relación a su propio mercado y no frente a la realidad en otras geografías, donde estos temas no coinciden con el discurso hegemónico. Mientras que las corporaciones han creado una gran narrativa de consumo alrededor de estos avances, el libro en físico sigue ofreciendo alternativas que plantean una segunda perspectiva desde las pequeñas empresas y bibliotecas, en el reposicionamiento del libro.

Fernando Cruz hace bien en apuntar que la mayor parte de este breviario queda dentro de las naciones de quienes han desarrollado estas tecnologías y sus importadores, es decir, la mayoría de sus ejemplos son de Estados Unidos. Ya sea por el idioma o el poder que influyen en la reproducción y globalización de estos medios, aún queda un amplio mapa por explorar en relación con lo que representa la materialización de tales proyectos, de la mano con otras políticas institucionales, económicas y culturales en diversos países alrededor del mundo. En específico, habría que analizar con mayor detalle o al menos diferenciar las virtudes y carencias de estos medios en su traducción del mundo editorial y académico hacia otras regiones, como América Latina.

El autor se pregunta cómo pensar el libro no sólo en sus posibilidades materiales, sino también en sus ideaciones: “¿Cambiaría en algo nuestra experiencia de consumo si estas obras las hubiéramos conocido en papel o a través de una pantalla electrónica?” (p. 127). Más que una conversación sobre la accesibilidad de estos recursos en la era digital, este estudio abre la puerta para pensar en las habilidades lectoras que vamos desarrollando frente a la tecnología y, también, acerca de nuestra intervención de consumo en el futuro diseño y experiencia del libro.

Las provocaciones están puestas en Panorma histórico del libro y la edición digital, la conversación más interesante es la que sucede fuera del libro, a partir de las preguntas y ejemplos que el autor plantea. En un presente en donde el acceso a la información, la privacidad y la ética que rodea estas prácticas del pensamiento están en constante definición, conviene tener muy presente esta invitación a pensar el libro más allá de lo que lo contiene, y también en lo que se escapa de él. ¿Qué tipo de escrituras nos inventamos y cómo estamos formulando las nuevas narrativas del ser humano? Estas son preguntas que incluyen a todos.


Notas al pie
1

Traducción propia de: “Their deepest flaw is the absence of the most critical capacity of any intelligence: to say not only what is the case, what was the case and what will be the case — that’s description and prediction — but also what is not the case and what could and could not be the case”, Noam Chomsky, Ian Robert y Jeffrey Watumull, “Noam Chomsky: The False Promise of ChatGPT”, New York Times, 8 de marzo de 2023, acceso el 9 de marzo de 2023, https://www.nytimes.com/2023/03/08/opinion/noam-chomsky-chatgpt-ai.html.

2

Henry A. Kissinger, Eric Schmidt y Daniel Huttenlocher, “ChatGPT Heralds an Intellectual Revolution”, Wall Street Journal, 24 de febrero de 2023, acceso el 1o. de marzo de 2023, https://www.wsj.com/articles/chatgpt-heralds-an-intellectual-revolution-enlightenment-artificial-intelligence-homo-technicus-technology-cognition-morality-philosophy-774331c6.

3

Leif Weatherby, “ChatGPT Is an Ideology Machine”, Jacobin, 17 de marzo de 2023, acceso el 20 de marzo de 2023, https://jacobin.com/2023/04/chatgpt-ai-language-models-ideology-media-production.

4

Cade Metz, “‘The Godfather of A.I.’ Leaves Google and Warns of Danger Ahead”, New York Times, 1o. de mayo de 2023, accesso el 1o. de mayo de 2023, https://www.nytimes.com/2023/05/01/technology/ai-google-chatbot-engineer-quits-hinton.html.

5

El crítico literario Hannes Bajohr advierte en un artículo publicado en su sitio web, Whoever Controls Language Models Controls Politics, sobre la privatización a futuro de estos sistemas y el desastre que esto puede desencadenar desde la esfera política.

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