Subir

Contribuciones de la revista Ábside a los estudios de bibliografía mexicana


Contributions of the Ábside Magazine to the Field of Mexican Bibliography

Laura Gandolfi*

* Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Ciudad de México. México, lagandolfi@comunidad.unam.mx, https://orcid.org/0000-0003-1018-1290.



Resumen

Ábside. Revista de Cultura Mexicana fue una de las más importantes revistas del México del siglo XX. Fundada por el historiador, humanista y poeta Gabriel Méndez Plancarte, acogió un amplio y heterogéneo grupo de colaboradores, convirtiéndose no sólo en el principal foco de la cultura católica del país, sino en uno de los más notables de la producción editorial sobre el tema en ese periodo, tanto fuera como dentro de México. Este artículo se centra en las contribuciones de Ábside al campo de los estudios de la bibliografía mexicana. Considerándola un importante objeto de estudio para examinar los vínculos entre los campos de la hemerografía y la bibliografía, se trata de mostrar cómo esta publicación participó activamente en la evolución y la difusión de la disciplina bibliográfica en nuestro país.



Abstract

Ábside. Revista de Cultura Mexicana was one of the most important 20th century Mexican magazines. Founded by Gabriel Méndez Plancarte -a historian, humanist, and poet- it welcomed a wide and heterogeneous group of collaborators, becoming not only the main spotlight of Catholic culture in the country, but also one of the most remarkable editorial productions in the subject during that period, both in and out of Mexico. This article focuses on Ábside’s contributions to the field of Mexican bibliography. Considering it as an important object of study to examine the links between the fields of hemerography and bibliography, it aims to show how this publication actively participated in the evolution and dissemination of bibliography as a discipline in this country.

Recepción: 21.09.22 / Aceptación: 08.01.23

bg01.Mar.23; 6(1)

Palabras clave: Ábside, Gabriel Méndez Plancarte, revistas culturales, bibliografía mexicana, siglo XX.
Keywords: Ábside, Gabriel Méndez Plancarte, cultural magazines, Mexican bibliography, 20th century.

Introducción

Ábside. Revista de Cultura Mexicana fue una importante publicación que nació en enero de 1937, fundada por el historiador, humanista y sacerdote católico Gabriel Méndez Plancarte. La revista, una de las más longevas publicaciones culturales del México del siglo pasado, se siguió publicando durante más de cuatro décadas, hasta 1979, bajo la dirección primero de su fundador (1937-1949) y sucesivamente dirigida por Alfonso Méndez Plancarte (1950-1955), Alfonso Junco (1955-1974) y Eduardo Enrique Ríos (1975-1979).1

Desde sus primeros números, Ábside reunió tanto a los exponentes más distinguidos de la intelectualidad católica mexicana como a algunos de los mayores representantes del pensamiento contemporáneo y, en este sentido, constituyó un importante contrapunto a la prensa confesional y una notable contribución a la prensa cultural y literaria del periodo. La revista, de corte católico y con un manifiesto carácter humanista, incorporó un vasto y heterogéneo grupo de colaboradores, en el cual se encuentran Agustín Yánez, Concha Urquiza, Emma Godoy, Manuel Ponce, Carlos Pellicer, Alfonso Reyes, Vicente Leñero, Guadalupe Dueñas, Jaques Maritain y Gabriela Mistral, entre muchos. A partir del primer número reservó un espacio relevante al estudio y la difusión de la cultura clásica grecolatina, además de dar cabida a la publicación de importantes trabajos críticos y textos inéditos de la época novohispana. Lo anterior no significó, sin embargo, que fuera indiferente al panorama cultural y literario contemporáneo; de hecho, todo lo contrario: sirvió como plataforma de lanzamiento para numerosos poetas mexicanos jóvenes, todavía poco conocidos en ese momento. En fin, la revista fue sin duda uno de los proyectos culturales y editoriales más notables y singulares del México del siglo XX. Una revista que, como sugiere el subtítulo, fue concebida, y como tal funcionó a lo largo de su vida, como un espacio de reflexión sobre múltiples áreas de la cultura.2

El presente artículo se propone hacer el repaso de algunas de las contribuciones de Ábside al campo de los estudios de la bibliografía mexicana. Mediante el análisis de su contenido, en la primera parte me centraré en examinarla como un importante instrumento de información, a la vez que de formación bibliográfica. La segunda parte abordará aquellas contribuciones dedicadas más específicamente a la investigación bibliográfica y la historia de la bibliografía mexicana. El objetivo principal del este trabajo es mostrar cómo la revista fundada por Gabriel Méndez Plancarte se convirtió en un importante espacio de “transmisión” de la bibliografía, participando activamente en la evolución y difusión de la disciplina bibliográfica en nuestro país.

Ábside: un instrumento de información y formación bibliográfica

A lo largo del siglo XX fueron numerosas las revistas culturales, literarias y científicas que prestaron particular atención a los circuitos editoriales y el panorama bibliográfico de su época. Si bien Ábside no puede considerarse una publicación dedicada primariamente a la bibliografía o a la difusión de noticias bibliográficas -como lo fue, por ejemplo, Letras de México, o lo fueron, en distintos momentos, El Libro y el Pueblo, al igual que publicaciones más especializadas como Biblos o el Boletín de la Biblioteca Nacional-,3 en ella podemos observar un importante vínculo entre los campos de la hemerografía y la bibliografía.

Al considerar los números que conforman la larga historia de Ábside, resalta la sección permanente de reseñas críticas y bibliográficas, centrada principalmente en la producción editorial mexicana. Bajo el título “Libros. Notas críticas y bibliográficas”, la sección se incorporó a partir del segundo número de la revista y siguió apareciendo, casi ininterrumpidamente, a lo largo de 40 años.4 En el número de febrero de 1937, la siguiente nota introductoria inauguró el nuevo apartado: “Inauguramos hoy esta imprescindible sección, en la que daremos noticia de todos aquellos libros de los cuales se nos envíen dos ejemplares y que pertenezcan al vastísimo campo de nuestra revista: Literatura, Historia, Filosofía. Fieles a nuestro programa esencial, daremos preferencia a los libros mexicanos o sobre México”.5

Según la breve nota, la política editorial de la revista, en lo concerniente a la sección, se caracterizaba por una acentuada apertura. Al revisar su trayectoria, sin embargo, puede observarse que muy pronto Ábside empezó a recibir más obras de las que pudiera -o deseara- incluir en “Libros. Notas críticas y bibliográficas”. Al respecto, cabe subrayar que a partir del cuarto número (abril de 1937), a la sección se le añadió una subsección de “libros recibidos”, donde se hacía referencia al material que, por alguna razón, no había sido aceptado para ser objeto de una nota crítica o bibliográfica.6 Si bien la revista de Méndez Plancarte, en este sentido, se vio incapaz de reseñar todos los libros recibidos, sí cumplió con lo que se había propuesto hacer al inaugurar la sección, es decir, “dar noticia” al público lector de todas las obras enviadas a la publicación.

Lo cierto es que el heterogéneo abanico de títulos y autores que, año tras año, se vino reconfigurando en la sección, es prueba tangible de la política de apertura adoptada por Ábside. Desde Mexique, terre indienne de Jacques Soustelle -obra que inauguró la primera nota crítica y bibliográfica, firmada por Ángel María Garibay- hasta Propedéutica filosófica de Oswaldo Robles, Yo soy mi casa de Guadalupe Amor y Teoría general de la rima de Daniel Castañeda, pasando por Regreso de la URSS de André Gide, El Espejo Historial de Rafael Heliodoro Valle, Los convenios de Bucareli ante el derecho internacional de Antonio Gómez Robledo, Poesía indígena de Ángel María Garibay o Paseos coloniales de Manuel Toussaint, la sección “Notas críticas y bibliográficas” se vio impulsada por la misma naturaleza ecuménica que caracterizó la publicación fundada por Méndez Plancarte, incluyendo obras pertenecientes a distintas áreas del saber: literatura, poesía y crítica literaria, estudios históricos y teológicos.7

Particular atención se brindaba a los más recientes proyectos editoriales -tales como las colecciones “Enciclopedia Ilustrada mexicana” y “Biblioteca Histórica Mexicana de Obras Inéditas” de la Antigua Librería Robredo de José Porrúa e Hijos, o la “Biblioteca Enciclopédica Popular” de la Secretaría de Educación Pública-, sobre los cuales el fundador de Ábside solía escribir atenta y profusamente. En una nota de enero-marzo de 1943 acerca de la colección “Biblioteca del Estudiante Universitario”, firmada por Méndez Plancarte, podemos leer lo siguiente:

Con perduración que pocas veces logran entre nosotros las obras culturales sin fines mercantiles, la Biblioteca del Estudiante Universitario ha proseguido, durante el año que acaba de terminar, su espléndida labor de estudio y difusión de la cultura mexicana [...]. Cuarenta volúmenes en los cuales puede verse desfilar el panorama vivo y complejo de la cultura mexicana desde los misteriosos poemas cosmogónicos o líricos de la poesía maya y azteca, hasta la poesía modernista de Ramón López Velarde, desde los primitivos cronistas e historiadores de las Indias, hasta don Joaquín García Icazbalceta, egregia cumbre de nuestra historiografía científica. [...] Panorama de nuestra cultura que aspira a ser total, y que ya en buena parte lo es. Total por su amplitud, dentro de la cual cabe todo aquello -indígena o español, católico o no católico, “liberal” o “conservador” o “revolucionario”- que por su auténtico valor y su calidad intelectual o estética merezca ser considerado como un elemento valioso o significativo en el proceso de nuestra evolución.8

Por otro lado, y siempre de manera similar a otras publicaciones culturales y literarias de la época, cabe destacar que el vínculo de Ábside con la bibliografía y el campo editorial contemporáneo a la revista misma se puede observar considerando el espacio que la publicación constantemente reservaba a la divulgación de la actividad de otros proyectos editoriales. Junto a la inclusión de anuncios publicitarios de publicaciones periódicas -La Voz Guadalupana, El Hijo Pródigo, Estudios Históricos o La Cruzada- Ábside solía incorporar y difundir la producción bibliográfica de distintas casas editoriales. Al respecto, el lugar más relevante lo ocupaba sin duda “bajo el signo de ábside”, el sello editorial simultáneo a la aparición de la revista y que desde su nacimiento en 1937 publicó aproximadamente 80 títulos, desde La poesía lírica azteca: esbozo de síntesis crítica de Ángel María Garibay, de 1937, a Ha de venir un alba de Isaura Calderón, de 1964 (Imagen 1).9

Asimismo, destaca la divulgación de catálogos, a menudo sobre novedades o colecciones de otras editoriales, como la Colección de Escritores Mexicanos, de Porrúa, las de Letras Mexicanas y Biblioteca Americana del Fondo de Cultura Económica, la Colección Austral de Espasa Calpe, o las Obras Morales o Religiosas de Aguilar, entre otras (Imágenes 2 y 3).


Imagen 1. “Algunas publicaciones ‘bajo el signo de ábside’”, Ábside, núm. 4 (octubre-diciembre de 1951): 608-609.


Imágenes 2 y 3. “Obras Morales o religiosas” y “Colección de escritores mexicanos”, Ábside, núm. 1 (enero-marzo de 1954): 131-132.

Tanto las secciones dedicadas a la producción de impresos presentes en cada número de Ábside como la incorporación de un espacio en el cual se promovía la producción editorial del momento mediante la difusión de la actividad de distintas publicaciones periódicas y casas editoriales son relevantes a la hora de repensar el circuito editorial que se iba conformando -y, a lo largo del tiempo, transformando- en, y alrededor de, la revista misma. Dichos espacios, en particular, nos permiten repensar el vínculo que se estableció entre Ábside y el campo de la bibliografía, y nos invitan a considerar la publicación fundada por Méndez Plancarte como un importante instrumento de información y formación bibliográfica: la revista como una herramienta para la publicación de investigaciones sobre la bibliografía mexicana. Si en la historia de la cultura impresa y de la bibliografía como disciplina el lugar de “la transmisión de una obra” -es decir, los circuitos de difusión y de lectura, la discusión en torno a libros, colecciones, proyectos editoriales, etc.- ocupa un lugar central, junto a su materialidad, sus contenidos y la organización documental, Ábside puede ser considerada una pieza clave de lectura, en el sentido de “fuente” para la historia de la bibliografía mexicana del siglo pasado, un documento valioso para explorar, por ejemplo, los itinerarios de una determinada obra o proyecto editorial, como veremos a continuación.

Ábside y el panorama bibliográfico del siglo XX

Además de ir configurando y documentando las redes y los circuitos editoriales de la época, cabe subrayar que Ábside sobresale por haber sido una revista en la cual se publicaron numerosas contribuciones dedicadas específicamente a la investigación bibliográfica y la historia de la bibliografía mexicana. Me refiero, en particular, a un conjunto de ensayos, fichas bibliográficas, notas o apuntes bibliográficos en los cuales se puede percibir una intervención más activa de Ábside en el panorama bibliográfico del periodo -quizá un deseo, por parte de la revista, de contribuir de manera más incisiva al campo de la bibliografía mexicana-. En las siguientes páginas abordaré de forma sucinta algunas de dichas contribuciones, sin pretender ofrecer un mapa exhaustivo, sino apenas una ilustración.

Uno de los primeros y más destacados estudios bibliográficos que publicó la revista fue “El Dr. don Agustín de la Rosa. Esbozo biográfico y bibliográfico”, firmado por Juan Bautista Iguíniz, que vio a luz en el número de marzo de 1939 (Imagen 4).10


Imagen 4. Juan Bautista Iguíniz, “El doctor Don Agustín de la Rosa. Esbozo biográfico y bibliográfico”, Ábside, núm. 5 (mayo de 1939): 43.

El texto de Iguíniz, cabe subrayar, apareció en la sección “Fisonomías mexicanas”, que Ábside había empezado a incorporar desde sus primeros números con el propósito de dar a conocer la vida y obra de importantes personajes de la historia y la cultura del país todavía no suficientemente conocidos. Y eso es precisamente lo que hace Iguíniz en su texto. En la primera parte, el estudio da cuenta de la vida de Agustín de la Rosa, el “distinguido sacerdote y eminente hombre de letras” que “vivía en una pobreza extrema voluntaria” y había consagrado su vida casi por entero al estudio. Como escribió Iguíniz, “con el espíritu de un benedictino”, Agustín de la Rosa “penetró en los arcanos de la filosofía, la teología y las matemáticas; investigó el origen aun obscuro de nuestras razas aborígenes, sus lenguas y sus antigüedades; y estudió a fondo nuestros implicados problemas sociales, religiosos y políticos”. Por otro lado, en la segunda parte de su estudio, Iguíniz se detiene en explorar la “[copiosa y variada] producción bibliográfica” de De la Rosa, ofreciendo un catálogo bibliográfico de su obra que incluye libros, opúsculos, periódicos y hojas sueltas, ordenado cronológicamente en un total de 55 fichas.

El trabajo biobibliográfico de Juan Bautista Iguíniz11 destaca desde luego por ser el primero, y muy probablemente el único, registro de la producción bibliográfica de un personaje tan central para la cultura mexicana decimonónica -si bien todavía no suficientemente conocido- como lo fue Agustín de la Rosa, pero también por ser precisamente el trabajo de uno de los más eminentes bibliógrafos mexicanos del siglo pasado, a la vez que promotor de los estudios bibliotecológicos en el país.12Bibliografía de novelistas mexicanos (1926), Bibliografía biográfica mexicana (1930), Léxico bibliográfico (1959) y Disquisiciones bibliográficas (1943, 1965) son sólo algunos de los numerosos e importantes trabajos de este bibliógrafo y bibliotecólogo. El hecho de que haya sido el trabajo de Juan Bautista Iguíniz -“el erudito bibliógrafo y subdirector de nuestra Biblioteca Nacional, uno de los más competentes conocedores de nuestros viejos libros y periódicos mexicanos, [seguidor de] las huellas de Don Joaquín García Icazbalceta y de Don José Toribio Medina”, utilizando las palabras del mismo Gabriel Méndez Plancarte-13 el que inaugurara la serie de trabajos bibliográficos que Ábside iría publicando en los años sucesivos, especialmente durante las décadas de los años 40 y 50, es representativo del compromiso de la revista con la teoría y la praxis de la bibliografía.

Tras la publicación del trabajo de Iguíniz, Ábside vuelve a publicar otro destacado estudio bibliográfico, “Biografía y bibliografía de don Mariano Azuela” de Ernest R. Moore, que vio la luz en los primeros dos números de 1940.14 “Como homenaje a nuestro gran novelista en el 20 y quinto aniversario de su obra maestra ‘Los de abajo’”, leemos en la breve nota introductoria que antecede el texto, “ofrecemos este valioso estudio bibliográfico de nuestro colaborador E. R. Moore de la Universidad de Cornell. Es esta la primera bibliografía completa de la vasta obra de don Mariano Azuela. Publicamos hoy las dos primeras partes -obras y artículos- reservando la tercera, -crítica-, para el próximo número”. El estudio de Moore -que sobresale no sólo por ser “la primera bibliografía completa de la obra de Azuela”, sino también porque se trata de un estudio revisado por el mismo autor de Los de abajo- reúne un total de 157 fichas, 72 para “obras y artículos” y 85 para “crítica” (Imagen 5). Fichas que sucesivamente se incorporarán a la Bibliografía de novelistas de la Revolución mexicana, publicada por Moore en 1941.


Imagen 5. Ernest R. Moore, “Biografía y bibliografía de don Mariano Azuela. I. Libros y artículos”, Ábside, núm. 2 (febrero de 1940): 59-60.

A lo largo de la década de los años 40 y hasta finales de los 50, el interés de Ábside por colaborar con estudios de bibliografía mexicana se intensifica considerablemente.15 En el número de marzo del 1940, en el cual se publica la parte conclusiva de la bibliografía de Azuela, la revista inaugura una nueva e importante sección titulada “Fichas de bibliografía mexicana”, a cargo de Sergio Méndez Arceo (Imagen 6). En la nota introductoria que precede la nueva sección, leemos lo siguiente: “Inauguramos hoy esta nueva sección de Bibliografía Mexicana, que estará a cargo de nuestro erudito colaborador Sergio Méndez Arceo, Doctor en Ciencias Históricas por la Universidad Gregoriana de Roma, y que aparecerá por ahora trimestralmente. Rogamos a los autores y a las casas editoras se sirvan enviar sus libros y revistas, para que puedan aparecer oportunamente en esta sección”.16


Imagen 6. Sergio Méndez Arceo, “Fichas de bibliografía mexicana”, Ábside, núm. 7 (julio de 1940): 53-54.

De esta breve nota introductoria se podría suponer que “Fichas de bibliografía mexicana” había sido pensada, desde su origen, como una sección componente importante de la revista, una sección que, lejos de ser temporánea, habría seguido incorporándose y enriqueciendo la publicación: “aparecerá por ahora trimestralmente”, asegura la nota introductoria, lo cual parece sugerir la intención de seguir dando espacio a las fichas bibliográficas en la trayectoria venidera de la revista. Como veremos más adelante, sin embargo, el destino de “Fichas de bibliografía mexicana” de Méndez Arceo fue distinto.

Las fichas de libros y artículos que se publicaron en el número de marzo de 1940 registraban las publicaciones correspondientes a los primeros 45 días del año, del 1o. de enero al 15 de febrero. Estaban ordenadas por áreas temático-disciplinares: 1) Nuevas revistas; 2) Bibliografía; 3) Filosofía y ciencias sociales; 4) Historia -“Fuentes” y “Estudios”-; 5) Literatura -“Historia”, “Estudios críticos”, “Novelas”, “Poesía” y “Varios”, con un total 60 fichas bibliográficas. En los números de julio y agosto del mismo año, Ábside volvió a publicar “Fichas de bibliografía mexicana”, con cambios mínimos en su estructura. Esta vez, el trabajo bibliográfico de Méndez Arceo fue publicado en dos partes, probablemente por ser un registro mucho más extenso que el anterior, al reunir un total de 190 fichas.

Contrario a lo que los lectores hubieran podido esperar, y a lo que la revista misma anunció en marzo de 1940, “Fichas de bibliografía mexicana” tuvo una vida muy breve, limitándose a las primeras dos entradas antemencionadas. A pesar de haber descontinuado, de manera repentina e imprevista, la publicación de las “Fichas” de Sergio Méndez Arceo, la revista se mantuvo firme en su compromiso con la bibliografía. Al respecto, vale la pena mencionar otra importante contribución a la bibliografía mexicana que se publicó en Ábside a finales de los años 40. Se trata de “Notas para una Bibliografía Guadalupana” de Rafael Montejano y Aguiñaga (Imagen 7),17 destacado historiador, bibliotecario y sacerdote católico que contribuyó de manera significativa a la bibliografía mexicana, especialmente potosina, del siglo pasado.18 Publicado en Ábside en los últimos dos números de 1949 y, el mismo año, en formato libro por “bajo el signo de ábside”, el trabajo bibliográfico de Montejano se inauguró en la revista con la siguiente nota introductoria: “Ábside, atento siempre a fomentar e impulsar cuanto contribuya al estudio serio y científico de nuestra cultura mexicana, empieza hoy a publicar un excelente estudio bibliográfico Guadalupano del presbítero don Rafael Montejano y Aguiñaga”.19

El estudio de Montejano registra las obras dedicadas al tema guadalupano, presentadas cronológica y alfabéticamente, publicadas entre 1648 y 1949, con un total de 435 fichas, acompañadas por un índice de autores y otro lingüístico (Imagen 7). El objetivo del estudio, como subrayó Luis Miguel Rangel Espinosa, era contribuir a la bibliografía guadalupana iniciada por el sacerdote y teólogo novohispano Miguel Sánchez en Imagen de la Virgen María, de 1648.20 A pesar de que el trabajo, como el mismo Montejano subrayó en su nota preliminar, no pretendía ser “una bibliografía completa”, las “Notas para una Bibliografía Guadalupana” fue, efectivamente, la tesis que Montejano elaboró para obtener la maestría en la Scuola Vaticana di Biblioteconomia, Paleografia ed Archivistica de Roma, una bibliografía que, de acuerdo con su autor, resulta “incompleta por el lugar donde [se efectuó] la investigación”;21 se trata sin duda de una contribución fundamental para el estudio de la historia y la historiografía guadalupana. Al respecto, Ernesto de la Torre Villar consideró el trabajo de Montejano como una de las investigaciones bibliográficas “más oportunas y salientes” para la “comprensión del fenómeno guadalupano”, junto a Testimonios guadalupanos de Ramiro Navarro de Anda y el mismo De la Torre Villar (1983), The Basic Bibliography of the Guadalupan Apparitions (1531-1723) de Ernest J. Burrus (1983), Algunas investigaciones, libros y fuentes documentales para el estudio del Acontecimiento Guadalupano de Eduardo Chávez Sánchez (2002) y Biblioteca novohispana guadalupana de Miguel Mathes (2003).22


Imagen 7. Rafael Montejano y Aguiñaga, “Notas para una Bibliografía Guadalupana. Siglos XIX y XX”, Ábside, núm. 4 (octubre-diciembre de 1949): 499-500.

Lo cierto es que la publicación del trabajo de Rafael Montejano y Aguiñaga es representativa no sólo del profundo interés que Ábside mostró por el estudio del fenómeno guadalupano -al respecto, recordemos, entre otros, la publicación del importante estudio sobre las fuentes de la historia guadalupana de Ángel María Garibay, “Temas guadalupanos”, que vio luz en cuatro números de la revista en 1945-,23 sino también del profundo compromiso de la publicación de Méndez Plancarte con la investigación bibliográfica y de su activa contribución al campo de la bibliografía mexicana.

Junto al espacio reservado por Ábside al trabajo bibliográfico, del cual dimos un breve esbozo, cabe destacar la publicación de una serie de textos centrados en importantes figuras de la bibliografía mexicana de los siglos pasados, tales como “Don Joaquín García Icazbalceta” de Alberto María Carreño, publicado en el número de enero-marzo de 1945,24 o “José Toribio Medina y la bibliografía” siempre firmado por Carreño, que salió en el primer número de Ábside de 1953,25 textos que, a la par de los estudios y las fichas bibliográficas, corroboran el compromiso de la revista con la cultura bibliográfica y con el estudio y la difusión de la historia de la bibliografía mexicana. En este sentido, podría considerarse un medio a través del cual la bibliografía sale de un espacio especializado para abrirse a un público lector más heterogéneo, no necesariamente especialista. Sin atreverme a hablar de “democratización” de la bibliografía, creo que valdría la pena repensar Ábside -una revista cultural interesada en las múltiples dimensiones de la cultura mexicana y abierta a la escucha de distintas voces provenientes de la cultura colonial, del pasado prehispánico o de jóvenes poetas emergentes del siglo XX- como un espacio de “transmisión” de la bibliografía, de la producción bibliográfica, a la vez que de la historia de la bibliografía mexicana.

Al respecto, habría que considerar también la sorprendente labor de recuperación y estudio de la cultura y literatura novohispana realizada por Ábside. Desde su primer número publicó trabajos críticos y textos antes desconocidos de la época colonial, con el propósito de “[ir] poblando el ‘aparente desierto’ de nuestras letras coloniales”, como afirmó Alfonso Méndez Plancarte.26 Así, junto a distinguidos estudios sobre sor Juana Inés de la Cruz, Diego José Abad o Juan Ruiz de Alarcón, se publicaron textos inéditos como el cancionero Flores de Baria Poesía de 1577, los villancicos guadalupanos de Felipe de Santoyo, o la obra poética de Juan Luis Maneiro, Luis de Sandoval y Zapata o Alejo Cossío, por mencionar algunos de los numerosos ejemplos.27

Sin poder aquí abordar de manera exhaustiva la labor de recuperación y estudio de la cultura y literatura novohispana llevada a cabo por la revista, tema que merecería un estudio aparte, para los propósitos del presente artículo me limitaré a señalar que mediante dicha labor Ábside dialogó, interrogó, refutó y amplió algunos de los trabajos fundacionales de la bibliografía mexicana. Pienso, por ejemplo, en “La Historia Mythologica de Gutiérrez Dávila. Un poema inédito del s. XVIII”, un importante hallazgo, en la Biblioteca Nacional de México, que Alfonso Méndez Plancarte rescató, reprodujo y estudió en los números correspondientes a mayo y junio de 1941, señalando la importancia de la obra no sólo por ser “intrínseca y poéticamente” valiosa, sino por ser “nueva para las bibliografías”.28

O pienso también en “Los libros de don Fray Juan de Zumárraga”, de Alberto María Carreño, publicado en el último número de 1948,29 en el cual el destacado historiador reflexionó acerca de la biblioteca que Zumárraga había formado en las casas episcopales y de cómo los mayores bibliógrafos mexicanos se habían acercado a esta biblioteca, llevando de la mano al lector por intrincados laberintos bibliográficos, entre fechas, exclusiones de registros, rectificaciones, ausencias y silencios.

Los trabajos de Alfonso Méndez Plancarte y Alberto María Carreño son ejemplos representativos de una serie de contribuciones publicadas en Ábside que revitalizaron, en el sentido más literal del término, los trabajos fundacionales de Juan José de Eguiara y Eguren, José Mariano Beristáin y Martín de Souza o Joaquín García Icazbalceta, trabajos que, asimismo, revitalizaron la bibliografía como campo de estudio, es decir, la reactualizaron, la recolocaron en el presente mediante el hallazgo de nuevas fuentes, la propuesta de nuevas lecturas, el surgimiento de nuevas preguntas o la formulación de nuevas respuestas. Se trata de trabajos, en fin, que destacan por su contribución al estudio de la producción y de la trasmisión de obras de la cultura escrita de nuestro país: la bibliografía mexicana.


Imagen 8. “La Historia Mythologica de Gutiérrez Dávila”, estudio y selección de Alfonso Méndez Plancarte, Ábside (junio de 1941), s./p.

Conclusiones

¿A qué se debe este compromiso de Ábside con la bibliografía mexicana? ¿Cómo interpretar el estrecho vínculo que une a la revista con la disciplina bibliográfica? Una posible respuesta podría encontrarse en la convergencia de dos factores. Por un lado, habría que considerar el perfil del fundador y primer director de la revista, Gabriel Méndez Plancarte, un importante estudioso del humanismo mexicano que, por tanto, dio vida a una revista profundamente humanista, lo cual podría explicar, en parte, este compromiso con la disciplina bibliográfica.

Al respecto, cito el fragmento de un breve texto de 1944, titulado “Ocho años de Ábside”, en el cual Gabriel Méndez Plancarte ofrece un panorama de la trayectoria de la revista en sus primeros años de vida:

[Ábside es] una vasta familia de diversas razas y lenguas, unidas sólo por un profundo anhelo de cristiana fraternidad y por el amor desinteresado, sincero, inextinguible, a la cultura genuinamente humanística, aquello que nuestros padres llamaban con el bello nombre de humanidades porque su cultivo hace que el hombre se humanice, se dignifique y eleve, hasta hacerse digno de ejercer sin desdoro la novísima y fundamental profesión de hombre.30

Asimismo, junto al carácter profundamente humanista que caracteriza a la revista, habría que considerar también el contexto en el cual surgió, finales de los años 30, un momento particularmente importante y fecundo para la bibliografía mexicana. Las décadas de los años 20, 30 y 40 del siglo XIX representan un periodo de “renacimiento de la bibliografía mexicana”, como apuntó Miguel Ángel Farfán Caudillo, quien lo consideró el resultado, por un lado, de la labor de figuras como Genaro Estrada -con la serie de publicaciones Monografías bibliográficas mexicanas- a la vez que el producto de la importante labor bibliográfica de la Biblioteca Nacional de México.31 Cabe recodar que la sección Bibliografía de la Biblioteca Nacional adquirió mayor envergadura entre 1937 y 1941, cuando estaba bajo la dirección de Juan Bautista Iguíniz, el mismo que en 1939 publicó en Ábside el estudio biobibliográfico mencionado sobre Agustín de la Rosa.

Pero a pesar de las importantes aportaciones a la bibliografía mexicana en ese periodo, todavía existía la necesidad de fortalecer y actualizar la disciplina bibliográfica en el país.32 Una de las consecuencias de dicha necesidad fue la creación en 1945 de la Sociedad Mexicana de Bibliografía, bajo la dirección de Agustín Millares Carlo. Entre los socios fundadores de la misma destaca nada menos que el fundador y director de Ábside, Gabriel Méndez Plancarte, junto a otras figuras que colaboraron en la revista, desde Ángel María Garibay y José Bravo Ugarte hasta Ernest Moore y Eduardo Enrique Ríos, este último asiduo colaborador desde los años 40 y director de Ábside en la última etapa de vida de la publicación.

El compromiso de Ábside con la bibliografía puede ser leído a partir de este contexto, en el cual la bibliografía mexicana estaba resurgiendo, como una disciplina en continua expansión y desarrollo. La humanista Ábside, en este sentido, no podía dejar de participar en la evolución y la difusión de la bibliografía nacional. Una revista, en fin, que estableció un importante diálogo con la cultura bibliográfica mexicana, un diálogo que se vino tejiendo desde afuera -pienso en el objeto revista-, con sus reseñas, sus anuncios de publicaciones, con el rescate de fuentes y con estudios sobre la historia de la bibliografía mexicana, y también desde adentro, al participar directamente en la producción bibliográfica de la primera mitad del siglo XX, con sus estudios, notas y fichas.

Como apuntó Carreño en su ensayo sobre José Toribio Medina:

El bibliógrafo ... no busca el libro por lo que de beneficios materiales puede producirle, sino en ocasiones corre tras lo desconocido, de manera igual que el explorador de tierras incógnitas camina en pos de una sorpresa…; en igual forma que el ictiólogo penetra en el fondo de los mares en busca de peces no conocidos; en manera semejante que el naturalista se aventura en la selva con el propósito de encontrar una especie animal o vegetal, que signifique una adición a lo que hasta ahora se conocía; el astrónomo en el firmamento, el espeleólogo en las cavernas, van por igual tras de algo que ha escapado a los demás que sienten sus propias aficiones. Así, un impreso, el más insignificante, si no entrado en las catalogaciones hechas en otros tiempos, significa preciada joya para el bibliógrafo que lo encuentra; y si es un libro notable, entonces el valor del hallazgo alcanza esplendores de gloria. Pero para el bibliógrafo existe otra labor más noble que el solo placer de hallar algo: esa labor estriba en reunir en un haz lo que la inteligencia humana ha producido, y reunirlo con un doble fin: que las presentes y las futuras generaciones puedan admirar lo hecho o que la noticia sirva de jalón, de guía para nuevas especulaciones literarias o científicas.33

El pasaje de Carreño resulta iluminador para comprender la labor del bibliógrafo, para repensar lo que impulsa la investigación bibliográfica, lo que verdaderamente la mueve. Asimismo, es un pasaje importante para repensar también la labor llevada a cabo por los hermanos Méndez Plancarte en Ábside, una publicación movida por un profundo deseo de rescatar, estudiar, conocer y dar a conocer las joyas y los tesoros del patrimonio escrito de México, con el doble fin de que las generaciones presentes y futuras las admiren, y para guiar nuevas especulaciones literarias o científicas. Aquí reside, creo, el origen del estrecho vínculo entre Ábside y la bibliografía, un vínculo que sin duda merece ser rescatado y estudiado con más detenimiento.


Notas al pie
1

La revista se publicó mensualmente de 1937 a 1941, y luego, desde 1942 hasta 1979, tuvo periodicidad trimestral, con un total de 210 números. Su tamaño era de 22.5 x 16 cm, y tenía un promedio de 65 páginas para los números mensuales y 125 para los trimestrales; se imprimió inicialmente en la Imprenta “ELYSAN”, y después en los Talleres de la Editorial Jus. De acuerdo con los datos publicados en la misma revista entre 1953 y 1964, tuvo un tiraje que osciló entre 1 600 y 2 500 ejemplares. En el aspecto económico, cabe señalar que se financiaba a través de suscripciones, publicidad y donaciones de particulares. En el anverso de portada se mencionaba el lugar de canje —inicialmente, Fresno No. 143, México, D. F., luego Plateros 76, México, D. F., y Sr. Sergio Delmar Junco, apartado postal f-1335, San Luis Potosí— con un costo que iba, en 1937, de $0.5 el número suelto y $4 la suscripción anual, y que fue progresivamente subiendo hasta llegar, en 1979, a $25 el ejemplar y $80 la suscripción. Sobre los anuncios publicitarios, en la contraportada del primer número de 1937 se lee: “En ‘Ábside’ se anuncian exclusivamente casas de indiscutible seriedad y sólido prestigio. Para todo asunto de publicidad, sírvase dirigirse a nuestro Agente Sr. Óscar Lecanda”. A lo largo de sus cuatros décadas de vida, incorporó anuncios publicitarios de diversos tamaños, a veces acompañados de imágenes. Dentro del amplio y heterogéneo abanico de anunciantes se encuentran, sin considerar la publicidad de productos editoriales: Banco Nacional de México, Nuevo Café Olimpia, Cervecería Moctezuma, Lotería Nacional, Cigarros Hollywood, Vidriera Monterrey S. A., Asociación Nacional de Fabricantes de Cerveza, Laboratorios Silanes S. A., Ingenieros Civiles Asociados S. A. de C. V., Cervecería Cuauhtémoc S. A., Cigarros Rubios y La Latino Americana. En cuanto a las donaciones, solía publicar, en el último número de cada año y bajo el título “Amigos de Ábside”, la lista de quienes contribuían con donativos al sostén de la publicación.

4

Entre 1939 y 1940 el título varió, convirtiéndose definitivamente en “Libros. Notas críticas”, sin que cambiara el contenido y el propósito de la sección, que siguió proponiendo reseñas o comentarios de obras recién publicadas y pertenecientes a distintos campos del saber. Fue descontinuada en 1955, cuando la dirección de la revista pasó a Alfonso Junco, y volvió a aparecer en el tercer número de 1957, bajo el título “Libros en los ojos”. Con varias excepciones, siguió apareciendo hasta el último número de Ábside, de julio-septiembre de 1979. Asimismo, paralelamente a la sección “Libros en los ojos”, durante la dirección de Alfonso Junco (1955-1974), se inauguró una nueva sección, “Mirador”, en la cual el director comentaba acerca de sucesos relevantes del panorama cultural del momento, incluyendo esporádicamente comentarios de obras recién publicadas.

6

La subsección “Libros recibidos” se limitaba a incluir la información bibliográfica de las obras que llegaban. En algunos casos, a esa información se le añadía un breve comentario. Tal es el caso, por ejemplo, del poemario Palabra perdida de Mauricio Gómez Mayorga, Ábside, núm. 11 (1937): 61.

7

Gabriel Méndez Plancarte es el que más textos firmó en la sección, seguido por Alberto Valenzuela Rodarte, Javier Antonio Peñalosa, Octaviano Valdés y Alfonso Méndez Plancarte. Entre los colaboradores destacan, asimismo, Ángel María Garibay, Mariano Alcocer, Salvador Castro Pallares, Sergio Méndez Arceo, Perfecto Méndez Padilla, José Rojas Garcidueñas, Carlos Gonzáles Salas, Manuel Calvillo, Manuel Ponce, Alfonso Junco, Francisco Javier Belgodere, Francisco Valencia Ayala y Rubén Marín.

9

En varios números publicó el “Catálogo general de los libros y folletos editados bajo el signo de ‘ábside’”, actualizando los títulos, la disponibilidad de las obras y el costo. El último catálogo parcial del sello editorial se publicó en el primer número de 1955: “Ultimas publicaciones bajo el signo de ‘ábside”’.

11

Incluido sucesivamente en la segunda serie de Disquisiciones bibliográficas de 1965 bajo el título “El doctor don Agustín de la Rosa: sabio, maestro y polígrafo”.

15

De los trabajos publicados en los años 40 y 50 —y acerca de los cuales no me detendré en este trabajo— destacan “Dos notas de bibliografía mexicana” de Ernest R. Moore (1942), “Sobre una nota de bibliografía mexicana” de Francisco Monterde (1943), “Para las obras completas de Manuel José Othón” de Joaquín Antonio Peñalosa (1948), “Adiciones a la Bibliografía de Manuel José Othón” de Berenice Udick (1951), “Los Poemas Rústicos de Manuel José Othón. Estudio bibliográfico analítico” de Ralph E. Warner (1955) y “Othón en periódicos potosinos” de Joaquín Meade (1958).

18

Entre sus trabajos más notables están la Bibliografía de los escritores de San Luis Potosí. Nueva hemerografía potosina, 1889-1978 y Fichas de bibliografía potosina, el boletín bimestral de la Biblioteca de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí que Montejano fundó en 1949 y del cual fue director durante casi 20 años. Además de “Notas para una Bibliografía Guadalupana”, cabe mencionar que reseñó el Vocabulario y refranero religioso en México de Joaquín Antonio Peñalosa, publicado en la sección “Libros en los ojos” en el primer número de 1966.

Referencias
Cano Andaluz, Aurora y Joel Estudillo García. “Juan Bautista Iguíniz y la historia de la profesión bibliotecaria en México (1915-1971)”. Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, núms. 1-2 (2007): 153-197.
Carreño, Alberto María. “Don Joaquín García Icazbalceta”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 2 (1945): 183-215.
Carreño, Alberto María. “Don Juan Ruiz de Alarcón”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 9 (1939): 18-33.
Carreño, Alberto María. “José Toribio Medina y la bibliografía”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 1 (1953): 91-108.
Carreño, Alberto María. “Los libros de don Fray Juan de Zumárraga”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 4 (1948): 427-450.
Castro, Miguel Ángel. “Del Boletín de la Biblioteca Nacional de México al Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas”. Historia Mexicana, núm. 4 (2001): 655-679.
Estudillo García, Joel. “Contribución de Juan Bautista Iguíniz en la conformación de la profesión bibliotecaria en México”. Investigación Bibliotecológica. Archivonomía, Bibliotecología e Información, núm. 53 (2011): 121-158.
Farfán Caudillo, Miguel Ángel. “Bibliografía mexicana e Instituto de Investigaciones Bibliográficas”. Nueva Gaceta Bibliográfica, núm. 65 (enero-marzo de 2014): 13-40.
Fernández Valenzuela, Benjamín. “Diego José Abad y su ‘poema heroico’”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 2 (1969): 127-132.
Garibay, Ángel María. “Temas guadalupanos. I. Los Anales Indígenas”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 1 (1945): 35-64.
Garibay, Ángel María. “Temas guadalupanos. II. El diario de Juan Bautista”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 2 (1945): 155-170.
Garibay, Ángel María. “Temas guadalupanos. III. El problema de los Cantares”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 3 (1945): 243-259.
Garibay, Ángel María. “Temas guadalupanos. IV. El problema de los Cantares (concluye)”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 4 (1945): 381-420.
Giovine Yáñez, María Andrea. “De las páginas de las revistas a las páginas de los libros: proyectos bibliográficos derivados de revistas literarias mexicanas en el siglo XX”. Reflexiones Marginales, núm. 51 (junio de 2019). Acceso el 20 de octubre de 2021. https://revista.reflexionesmarginales.com/de-las-paginas-de-las-revistas-a-las-paginas-de-los-libros-proyectos-bibliograficos-derivados-de-revistas-literarias-mexicanas-en-el-s-xx/.
Herrera Zapién, Tarsicio. “El grupo de Ábside y los humanistas levíticos de México”. Nova Tellvs: Anuario del Centro de Estudios Clásicos 1, núm. 17 (1999): 157-188.
Iguíniz, Juan Bautista. “El Dr. Don Agustín de la Rosa. Esbozo biográfico y bibliográfico”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 5 (1939): 42-53.
“Libros. Notas críticas y bibliográficas”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 2 (1937).
Méndez Arceo, Sergio. “Fichas de bibliografía mexicana”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 3 (1940): 68-72.
Méndez Plancarte, Alfonso. “Don Luis de Sandoval y Zapata [Siglo XVII]”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 1 (1937): 37-57.
Méndez Plancarte, Alfonso. “La Historia Mythologica de Gutiérrez Dávila. Un poema inédito del s. XVIII”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 5 (1941): 306-319.
Méndez Plancarte, Alfonso. “El P. Alejo Cossío. Poeta inédito del siglo XVIII”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 5 (1937): 29-45.
Méndez Plancarte, Alfonso. “Tríptico de la Fénix”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 4 (1951): 453-489.
Méndez Plancarte, Alfonso. “Los villancicos guadalupanos de F. Santoyo”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 11 (1938): 18-29.
Méndez Plancarte, Gabriel. “La Biblioteca del Estudiante Universitario en 1942”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 1 (1943): 151.
Méndez Plancarte, Gabriel. “Notas críticas y bibliográficas”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 3 (1938): 63.
Méndez Plancarte, Gabriel. “Nueve poemas inéditos de Juan Luis Maneiro (1744-1802). Edición crítica, introducción y notas”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 3 (1942): 278-341.
Méndez Plancarte, Gabriel. “Ocho años de ‘Ábside’”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 4 (1944): 347-355.
Montejano y Aguiñaga, Rafael. “La bibliografía documental guadalupana”. En Congreso Mariológico: 1531-1981, 525-530. México: Guillermo Schulenburg Prado, 1983.
Montejano y Aguiñaga, Rafael. “Notas para una Bibliografía Guadalupana. Siglos XVII y XVIII”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 3 (1949): 355-402.
Montejano y Aguiñaga, Rafael. “Notas para una Bibliografía Guadalupana. Siglos XIX y XX”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 4 (1949): 497-546.
Moore, Ernest R. “Biografía y bibliografía de don Mariano Azuela. I. Libros y artículos”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 2 (1940): 53-62.
Moore, Ernest R. “Biografía y bibliografía de don Mariano Azuela. II. Crítica”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 3 (1940): 50-64.
Mora Muro, Jesús Iván. “El catolicismo frente a la modernidad: Gabriel Méndez Plancarte y la revista Ábside”. Relaciones 32, núm. 126 (2011): 139-170.
Olimón Nolasco, Manuel. “Los dos primeros años de la revista Ábside (1937-1938)”. En Los últimos cien años de la evangelización en América Latina, 1085-1101. Ciudad del Vaticano: Editrice Vaticana, 2000.
Panabière, Louis. “Ábside: un ejemplo de inscripción y dilatación de la conciencia nacional por la cultura”. Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad 2, núm. 6 (1981): 106-130.
Rangel Espinosa, Luis Miguel. “Rafael Montejano y Aguiñaga: el bibliógrafo”. Revista Mexicana de Ciencias de la Información, núm. 4 (julio-diciembre de 2011): 45-52.
Rosaldo, Renato. “‘Flores de Baria Poesía.’ Un cancionero mexicano inédito de 1577”. Ábside. Revista de Cultura Mexicana, núm. 3 (1951): 18-29.
Torre Villar, Ernesto de la. En torno al guadalupanismo. México: Porrúa, 2004.

Comentarios sobre este artículo

Sólo los usuarios registrados pueden opinar y comentar sobre los artículos académicos publicados en Bibliographica. Ingrese en Iniciar sesión.