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“Las revistas literarias y la configuración de las sociedades modernas”


“Literary Magazines and the Configuration of Modern Societies”

Jonatan Moncayo Ramírez*

* Universidad Iberoamericana Puebla, Departamento de Humanidades, San Andrés Cholula, Puebla. México. jonatan.moncayo@iberopuebla.mx. https://orcid.org/0000-0002-4384-5623

Fin de siglo porfirista: arte y política en la Revista Moderna (1898-1911). Hernández Suárez D. Madrid: Editorial Verbum, 2021, 273 p. ISBN: 978-84-1337-663-9

Recepción: 10.02.23 / Aceptación: 16.02.23

bg07.Sep.23; 6(2)


Pocas investigaciones en México han explorado la diversidad de temas que pueden desprenderse del estudio de las revistas literarias, así como su potencial para ofrecer renovadas miradas en relación a la manera en que se propagaron las ideas de la modernidad en el mundo occidental. En este libro, la doctora Diana Hernández Suárez tomó la determinación de adentrarse en los entresijos de una de las publicaciones más relevantes del México de finales del siglo XIX y principios del XX, la afamada Revista Moderna y, a partir de ella, da cuenta de una historia conectada en distintos ámbitos geográficos y diversas escalas. El trabajo de Hernández Suárez, fruto de una sólida tesis doctoral, forma parte de un conjunto de investigaciones que en los últimos años se han propuesto indagar el papel que tuvo la América ibérica (su gente, sus saberes, sus prácticas, sus vínculos y redes) en la conformación global de las sociedades modernas; un campo de estudio dinámico, atractivo y sugerente.

Además de mostrarnos la capacidad de movilización de escritores y artistas mexicanos en territorios diferentes a sus lugares de origen (hecho fundamental para comprender las redes que se entretejieron a escala global), la autora nos lleva de la mano por una época donde las transformaciones vertiginosas en los ámbitos culturales, sociales y políticos se vivieron con suma intensidad y, en su gran mayoría, dichas vivencias se expresaron de forma contrastada. Por un lado, los cambios palpables de finales del siglo XIX y comienzos del XX se manifestaron como una fiesta, caracterizada por su entusiasmo desbordante; por el otro, también se comunicaron como ansiedad, engaño y desilusión. Ambas posturas encontraron en las revistas literarias el medio ideal para plasmar sus impresiones respecto a los alcances, limitantes y desafíos de la modernidad.

Aquel optimismo y desazón, como lo destaca la autora, no pueden generalizarse, pues se vivieron de manera distinta en Francia, Alemania, Estados Unidos o México. No obstante, entre los elementos compartidos encontramos la aceptación de que ya no bastaba el talento del genio artístico individual para ser reconocido, sino que era indispensable estar inmerso en un grupo, en redes extensas y dinámicas. Aquella fue una época donde tuvo un peso fundamental la acción masificadora que posibilitó que el arte y la literatura se expresasen dentro de lo que emergía como parte del ruido de la gran ciudad.

La Revista Moderna es una publicación compleja para su análisis, sobre la cual se pueden realizar múltiples lecturas. Lo que es indudable es que su estudio resulta esencial para comprender el México finisecular. Por esta razón, el objetivo de la autora consiste en analizar el impacto del fin de siglo en esa revista a partir de una conjetura incitante, la cual invita al diálogo y la reflexión, y está encaminada a cuestionarnos si la modernidad mexicana fue instrumentalizada por el liberalismo autoritario porfirista, para la estetización de su figura política. Acorde con este planteamiento, Hernández Suárez no sólo se detiene a observar el contenido textual de la revista, sino también el contenido plástico (ilustraciones, fotografías, publicidad), al igual que su financiamiento y afinidades políticas.

En las distintas etapas que tuvo esa publicación, que van de 1898 a 1911, se hacen evidentes sus estrategias encaminadas a construir una estética moderna. Si bien la autora nos presenta los vínculos que la revista tuvo con otras publicaciones extranjeras, no simplifica su análisis remitiéndonos a la enunciación de influencias extranjeras adoptadas de manera pasiva en México, sino más bien nos induce a observar con detenimiento el intrincado proceso de asimilación cultural de lo que estaba suscitándose en el ámbito global. En otras palabras, nos invita a observar los distintos mecanismos a partir de los cuales las revistas literarias extranjeras (principalmente alemanas, francesas y norteamericanas) se convirtieron en referentes y modelos que posibilitaron que México dialogara con el mundo. Dicho lo anterior, advierte la similitud de intereses artísticos entre la revista alemana Jugend y la Revista Moderna. Una semejanza que puede apreciarse en su afán por la representación del instante. En ambas revistas, a partir de la síntesis estética entre texto e imagen, se devela toda una cultura visual y plástica encaminada a la búsqueda de los misterios del alma humana moderna.

Durante mucho tiempo fue un lugar común referir que los fundadores iniciales de la Revista Moderna (Bernardo Couto Castillo y José Juan Tablada) buscaban conspirar contra el orden, el progreso y la sociedad porfirista. Sin embargo, una lectura atenta, como bien apunta la autora, nos muestra que la revista contó, de manera implícita, con el patrocinio del régimen de Porfirio Díaz. Por tanto, la Revista Moderna no se convirtió en transgresora de la autoridad ni del Estado; por el contrario, el Estado admitió la rebeldía artística plasmada en sus páginas. Incluso, de manera indirecta, llegó a conspirar contra los desafíos anarco-sindicalistas de los hermanos Flores Magón. En consecuencia, la revista se convirtió en un espacio importante de toma de posición político-estética y de legitimación cultural. Esto se reflejó en su política editorial, con una tendencia clara a publicar contenido cosmopolita. Es decir, la revista reflejó hacia el exterior la visión del gobierno de Díaz y se asumió como un órgano de expresión de la alta burguesía. Siguiendo la idea acuñada por Walter Benjamin sobre la estetización de la política, la autora señala, de manera detallada, que el régimen de Díaz fue considerado artístico y estructurado como una forma de arte.

Para dar cuenta del diálogo de México con el mundo, es necesario observar el tipo de colaboradores con el cual contó la revista. De los 382 que enuncia la autora, 37% eran mexicanos y el resto extranjeros, lo que implica adentrarnos en el vasto panorama literario de habla española y en las corrientes literarias, artísticas y filosóficas que tenían como propósito considerarse modernas. Diana Hernández afirma que para comprender cabalmente cómo se estructuró y cuáles fueron los objetivos detrás de la publicación, es necesario discernir los contextos políticos, económicos, sociales y culturales del momento, así como el deseo de la burguesía ilustrada mexicana de ser científica, literaria y moderna. La revista nace en el periodo en que Estados Unidos desafió el eurocentrismo. El año 1898 nos remite a las decisiones que se tuvieron que tomar desde México en relación con las transformaciones que se estaban viviendo a escala planetaria, motivadas por la conformación de un nuevo orden mundial. Por consiguiente, los editores y colaboradores de la Revista Moderna siempre estuvieron familiarizados con las discusiones políticas de la época y sus páginas no fueron ajenas a las polémicas, aunque las opiniones, lejos de presentarse de manera burda, siempre estuvieron depuradas con refinamiento literario o estético.

La figura de Julio Ruelas es esencial para comprender cómo se llevó a cabo la movilidad y circulación de los saberes literarios y artísticos de aquel tiempo. La autora nos presenta a un joven artista zacatecano de 21 años que, estando en la ciudad alemana de Karlsruhe, vivió una intensa etapa formativa con los artistas simbolistas. De manera específica, fue discípulo de Arnold Böcklin, pero su influjo no se convirtió en simple imitación. Hernández Suárez analiza, compara, interpreta y se detiene en los detalles que permiten descubrir los efectos que aquella formación alemana implicó para el arte de Ruelas. Al mismo tiempo, presenta la estrategia mediática que se llevó a cabo desde el México porfiriano para construir la fama del joven pintor: la construcción narrativa de Ruelas como una gloria nacional, el artista que representaba cabalmente al país.

Lo más importante en relación al artista zacatecano es su regreso a México. Ruelas se convirtió en el eslabón con la revista alemana Jugend, que había logrado materializar, a partir de un nuevo diseño editorial y gráfico, importantes cambios estéticos por medio de los cuales los lectores tuvieron una nueva percepción de la realidad. En otros términos, aquella revista vinculó a impresores, artistas y escritores con una nueva manera de exponer, presentar y comunicar el arte. La autora da cuenta del proceso de asimilación y actualización de dicha cultura visual en la Revista Moderna. Una a una, las alucinantes ilustraciones de Ruelas nos trasladan a un ambiente cultural caracterizado por los efectos de la adicción a la morfina y la estética simbolista. Aquellas 431 imágenes eran y siguen siendo un desafío, desde las viñetas, letras capitulares y letreros hasta los grabados, frisos, máscaras y dibujos para ilustrar los textos.

Julio Ruelas no fue el único ilustrador de la Revista Moderna, la cual se convirtió, rápidamente, en un verdadero laboratorio donde se pusieron a prueba los nexos entre imágenes y textos, donde se combinaron distintos tiempos y culturas, donde se reflexionó sobre los vínculos entre la vida y la muerte, y donde las ideas con relación al progreso y la inquietud por el futuro tuvieron un lugar central. Al final, como bien apunta la autora, la revista nunca se sobrepuso a la caída del Porfiriato. No pudo asimilar el espíritu revolucionario porque la estética que fue conformando a lo largo de sus páginas estuvo asentada en la estetización de la autoridad de Porfirio Díaz.

En suma, esta investigación constituye un modelo para desarrollar trabajos a profundidad sobre revistas literarias. Es un libro que muestra que dichas publicaciones fueron instrumentos indispensables para la constitución de redes y la circulación de prácticas literarias y artísticas que fomentaron renovadas formas de observar y comprender la realidad. Más importante aún, es un libro que permite reflexionar sobre los ámbitos culturales, sociales y políticos de la América ibérica que posibilitaron la configuración global de las sociedades modernas. Por último, me gustaría señalar que esta obra también es un ejemplo de las nuevas investigaciones que pueden realizarse a partir de los proyectos de digitalización desarrollados por bibliotecas a lo largo y ancho del mundo. Gracias a esos proyectos pueden formularse, tal y como lo hizo Diana Hernández Suárez, interrogantes que tengan como eje central la comparación y la búsqueda de vínculos entre distintas publicaciones, sin importar las fronteras.

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