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Advertencia editorial


Advisory Notice

Laurette Godinas*
Francisco Mercado Noyola**

* Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Ciudad de México. México, lgodinas@unam.mx, https://orcid.org/000-0002-4417-9837.
** Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Ciudad de México. México, franciscomn@unam.mx, https://orcid.org/0000-0001-5994-141X.

Bg.Sep.22; 5(2)


México podrá ser conquistado, pero no sometido, ni se lo conquistará sin que dé pruebas antes del valor y virtudes que se le niegan. México, después de haber sacudido el poder secular y hondamente arraigado de la España; México, que no quiso por rey ni a su mismo libertador; México, en suma, que acaba de alzarse victorioso en una revolución terrible contra los restos de la oligarquía que pesaba sobre su democracia, a ningún precio aceptará la monarquía extranjera.
Juan Antonio de la Fuente

En este número de Bibliographica manifestamos la relevancia de una parte significativa del patrimonio bibliográfico mexicano: la Hemeroteca Nacional, que cumplirá en octubre 110 años de haber sido distinguida como colección especializada de la Biblioteca Nacional de México. Decisión tomada en 1912, bajo la efímera dirección de Rogelio Fernández Güell, para optimizar los procesos de adquisición y catalogación, además de poner a disposición del público las publicaciones periódicas que fueron ocupando mayor espacio en los acervos del repositorio, en sintonía con el crecimiento del nicho editorial de la prensa en el México decimonónico. Si bien no cabe duda de que la Hemeroteca Nacional de México (HNM) nació al recibir una identidad, cifrada en la adjudicación de un espacio, lo cual ocurriría hasta 1944, cuando se mudó al antiguo templo de San Pedro y San Pablo, el Boletín de la Biblioteca Nacional apunta que “en el antiguo coro se ha instalado el Departamento de periódicos y publicaciones nacionales y extranjeras, independientemente del resto de la Biblioteca, y con un personal competente para atender al público. En ese departamento están siendo colocadas las importantes colecciones de periódicos que posee el establecimiento”.1

Muchas acciones llevadas a cabo por sucesivas administraciones sostendrían a lo largo del siglo XX este esfuerzo inicial de Fernández Güell; quisimos destacar la relevancia de este director, quien también dirigió la revista Helios, en la conservación y proyección de la hemerografía nacional. Asimismo, rendimos homenaje a nuestra colega Martha Celis, cuya partida prematura hace 11 años dejó un hueco muy grande en el Seminario de Bibliografía Mexicana del siglo XIX y quien estudiaba la biografía y producción intelectual de Fernández Güell, trabajo que menciona Irma Lombardo en un interesante artículo sobre la HNM.2

En las ricas colecciones de la BNM y de su Hemeroteca, que incluyen piezas fundamentales para el estudio de la vida intelectual y cultural de México, como los órganos de información que apuntalaron la difusión de ideas e información durante largos periodos (El Siglo Diez y Nueve, El Universal, Excelsior, entre otros), encontramos, en el Fondo Reservado de la HNM, una interesante colección, de menor tamaño pero de gran relevancia, de misceláneas hemerográficas, a la que pertenece la imagen seleccionada para encabezar el presente número. Se trata, como lo describe Lilia Vieyra en la presentación a la guía de colecciones de la BNM, de 178 misceláneas de periódicos publicados en México, principalmente en el siglo XIX, aunque también hay algunos títulos de la cuarta década del XX en la miscelánea 166. Debe su nombre, miscelánea, al hecho de que los ejemplares que la conforman conjugan en un mismo volumen títulos de periódicos que “tuvieron una vida breve por falta de suscriptores, carencia de financiamiento o censura, pero también por tratarse de ejemplares únicos o de solitarios números que en algunos casos completan periódicos de la colección general”;3 en ocasiones, los periódicos allí encuadernados son testimonios únicos de su existencia, lo cual hace de esta colección un conjunto de gran valía, además de su gran riqueza temática, pues algunas encuadernaciones tienen publicaciones sobre el teatro (misceláneas 6 y 25) y la tauromaquia (la 167), o destinadas a un público infantil o femenino (13 y 170).

Por otra parte, estas misceláneas permiten arrojar una mirada de conjunto sobre la producción hemerográfica no sólo de la capital, sino también de ciudades importantes del interior (la 3, 4 y 20 tienen títulos de Oaxaca entre 1849-1880; la 5, 21 y 178 resguardan periódicos de Querétaro; la 15, material publicado en Guadalajara, la 16 en Mérida, la 23, 29 y 47 en Puebla, la 46 en Michoacán, y la 61 en Monterrey y Zacatecas). Vieyra destaca que, si bien se trata de periódicos publicados en México, la miscelánea 52 incluye uno de Cuba y la 169 uno de Venezuela. Es necesario agregar que, puesto que la HNM recibió desde 1867 por Depósito Legal dos ejemplares de cada obra publicada en México, aunque no se ejerciera con rigor, en los casos en los que sí se cumplió se recibieron duplicados, que fueron adjudicados a la colección de misceláneas.

Entre los títulos que resguarda esta variopinta colección repleta de tesoros hemerográficos, especialmente en los volúmenes 55 y 73, está La Madre Celestina. Periódico Jovial y Franco, Decidor y Zandunguero, Manso y Humilde de Corazón, que en su primera época añadía “Redactado por Algunos Personages Célebres de la Comedia Popular los polvos, y Comparsa de Orates”. Es interesante la elección de este personaje transficcionalizado, para retomar la terminología empleada por Jéromine François: tanto la comedia de Juan Eugenio Harzenbusch, Los polvos de la Madre Celestina. Comedia de magia en tres actos, acomodada del teatro francés al nuestro, como la homónima Los polvos de la madre Celestina. Novela histórica, de Rafael del Castillo, fueron recibidas con los brazos abiertos por el público mexicano.4 De la primera, publicada en Madrid, la prensa mexicana documenta representaciones prácticamente ininterrumpidas entre 1843 y los primeros años de la década de 1890. De la segunda, a la edición española que publicó la madrileña Librería de Miguel Guijarro en 1862 siguió la mexicana publicada por Juan Nepomuceno del Valle en 1866; aunque ninguna de las dos se reeditó en el siglo XIX, llama la atención que de los territorios hispánicos sólo México encontrara interés en volver a publicar la novela, y sin duda la reciente presencia de la alcahueta en el imaginario colectivo y su omnipresencia en los gustos teatrales del público no son ajenas a esa decisión.

El periódico fue bisemanal en 1861 (octubre- diciembre) y en su segunda época (abril-mayo de 1862) lo imprimió Nabor Chávez, en la calle de Cordobanes número 8. Su redactor en jefe fue José Rivera y Río, quien firmaba como “García Verdolaga”, y su hermano era “Nicodemus Chirinela”, en alusión a uno de los personajes de la comedia que daba nombre a la publicación.5 Si de la labor editorial de Chávez no se habla tanto como de la de editores más afamados, no se puede negar que, sin dejar de publicar éxitos comerciales asegurados, como los calendarios y guías, brilla por editar muchos textos políticos en defensa de cierta ideología liberal, por ejemplo la revista La Chinaca. Periódico Escrito Única y Exclusivamente para el Pueblo y El Palo de Ciego. Periódico de Costumbres, Literatura, Variedades y Avisos, con Caricaturas, que también vieron la luz en 1862.

Fue una publicación republicana que hizo frente, desde su trinchera de 3 beligerantes columnas y 8 páginas, a los embates de la Intervención francesa y sus aliados monarquistas mexicanos, y pugnó denodadamente por la autonomía y unidad nacionales. La Madre Celestina exaltó la figura de los Insurgentes, porque es preciso recordar que la gesta nacional que va de 1862 a 1867 fue considerada en su tiempo como la auténtica Segunda Independencia de México. Sin que esto empañara su postura antagónica hacia la Intervención, los redactores de La Madre Celestina fueron también imparciales al juzgar algunas medidas arbitrarias por parte del gobierno republicano ante la amenaza gala. Uno de nuestros más señalados “moneros”, Rafael Barajas El Fisgón, la considera “definitiva” para el desarrollo del periodismo y la caricatura en México.6

La litografía elegida como portada y banner de este número apareció el 26 de abril de 1862, en la inauguración de la segunda época. En vísperas de la Batalla de Puebla, presenta a varios personajes histórico-políticos que simbolizan la obediencia servil, ridiculizados con atuendo femenino, entre los cuales destaca el Negro Almonte con su tricornio; el “sultán del harén”, con los rasgos del ministro plenipotenciario francés Dubois de Saligny, que llegó a México a defender los intereses conjuntos de su país y de España. Éste tenía fama de bebedor, así lo evidencian los barriles alineados en la parte derecha de la imagen, y sin duda como recuerdo a la tradicional canción de taberna que forma parte del repertorio del ejército francés “Chevalier de la Table Ronde” (en el que la voz lírica pide ser enterrado en un sótano donde hay buen vino, “los dos pies contra la pared y la cabeza bajo la llave de la barrica“).

Es difícil identificar al autor de una viñeta sin firma, pero hay pistas para perfilar su autoría. Rafael Barajas señala: “A pesar de que La Madre Celestina es recordada porque ahí se dio a conocer el caricaturista Alejandro Casarín, las estampas de sus cinco primeros números están firmadas por el veterano H. Méndez”.7 Por su parte, Helia Bonilla Reyna confirma lo anterior y devela el nombre del caricaturista: “en 1856 [Herculano Méndez], con el mismo estilo usado en El Telégrafo, se encarga de forma regular de las caricaturas de Los Padres del Agua Fría, periódico editado, entre otros, por Joaquín Villalobos. Los últimos trabajos de Méndez que fue posible localizar aparecen en 1861 en el periódico La Madre Celestina”.8 Entre 1850 y 1860 el introductor y precursor del estilo francés de la caricatura es el casi anónimo Herculano Méndez, quien firma algunas de las primeras litografías de La Madre Celestina y es probable que haya colaborado en los primeros números de la segunda época, antes de ceder la estafeta a Casarín.

De la misma forma que varias publicaciones emanadas del taller de Nabor Chávez, La Madre Celestina siguió o, incluso, marcó de cierta manera el pulso de la vida política nacional en esos años particularmente intensos, cuando un gobierno extranjero intentó imponer sus reglas, con la complicidad de algunos connacionales dispuestos a aceptar ese dominio a cambio de una participación en el poder, por mínima que fuera. El análisis de estas publicaciones pone de relieve la importancia de la prensa como vehículo para la difusión de las ideas políticas y, más aún, muestra una larga tradición de caricaturistas que supieron, como hoy El Fisgón o Magú, por citar algunos, capturar en sus trazos el profundo sentir del pueblo respecto al drama que se representaba en los escenarios, palaciegos o campiranos, de la política intervencionista.

Sirvan estas líneas, pues, como una invitación a reconocer el trabajo de compilación, preservación y proyección llevado a cabo desde hace más de un siglo por la Hemeroteca Nacional de México y a consultar las misceláneas mexicanas, al igual que todo el patrimonio documental de que la Biblioteca Nacional de México dispone, para comprender a profundidad los pormenores de nuestra historia nacional.


Referencias
Barajas, Rafael [El Fisgón]. La historia de un país en caricatura. Caricatura mexicana de combate 1829-1872. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2009.
"La Biblioteca Nacional de México”. Boletín de la Biblioteca Nacional de México 11, núm. 1 (1912): 1-10.
Bonilla Reyna, Helia Emma. “El Telégrafo y la introducción de la caricatura francesa en la prensa mexicana”. Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, núm. 81 (2002): 53-121.
François, Jéromine. “Reescribir La Celestina del siglo XIX al XXI: estrategias peritextuales”. Bibliographica 1, núm. 2 (2018): 169-220.
Lombardo García, Irma. “La Hemeroteca Nacional de México y su gestación revolucionaria”. Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas 20, núms. 1 y 2 (2015): 33-50.
Vieyra, Lilia. Cédula en Publicaciones periódicas mexicanas del siglo XIX: 1856-1876. Parte II. Coordinación de Guadalupe Curiel, Miguel Ángel Castro y Vicente Quirarte. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Coordinación de Humanidades, 2019.
Vieyra, Lilia. “La Colección de Misceláneas Mexicanas del Fondo Reservado de la Hemeroteca Nacional de México”. Guía para la presentación de colecciones de la Biblioteca Nacional de México. De próxima aparición.

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