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El triunfo de su pincel: el pintor español José Escudero y Espronceda en la prensa mexicana


The Triumph of his Brush: Spanish Painter José Escudero y Espronceda in the Mexican Press

Gustavo Amézaga Heiras*

* Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, Ciudad de México, México. fotografiasdelsigloxix@gmail.com. https://orcid.org/0000-0003-1018-2584.



Resumen

El pintor de origen español José Escudero y Espronceda, radicado en la ciudad de México a partir de 1860, fue un personaje atípico que desarrolló un claro perfil empresarial. Este retratista exploró circuitos para desarrollar nuevas prácticas comerciales y usó la publicidad para dar a conocer su trabajo. Durante cuatro décadas recurrió a la difusión constante en la prensa, gracias a su relación con periodistas y editores, quienes lo apoyaron y publicaron extensos halagos de sus obras, lo cual consolidó su carrera y lo proyectó como figura pública. Las notas de prensa dedicadas al pintor muestran el perfil de un comerciante excepcional e imaginativo, lo que lo distingue de los otros artistas contemporáneos en México.



Abstract

The Spanish-born painter José Escudero y Espronceda, who settled in Mexico City from the 1860s onwards, was an atypical character who developed a clear business profile. This portraitist explored a variety of circuits to establish new commercial practices and ventured in advertising to publicize his work. For four decades, he resorted to constant exposure in the press, thanks to his relationship with columnists and editors, who supported him and published extensive praises of his work. This helped to consolidate his career and projected him as a public figure. The articles in the press dedicated to the painter show the profile of an exceptional and imaginative entrepreneur, setting him apart from other contemporary artists in Mexico.

Recepción: 01.08.22 / Aceptación: 04.01.23

bg01.Mar.23; 6(1)

Palabras clave: Prensa española en México, historia de la prensa, periodistas, editores españoles, siglo XIX.
Keywords: Spanish press in Mexico, press history, journalists, Spanish publishers, 19th century.

Introducción

El retratista español José Escudero y Espronceda (Torrelavega, 1835 - Ciudad de México, 1906)1 fue un creador atípico en el contexto de la historiografía “canónica” del arte mexicano decimonónico, cuyo perfil difería del de los alumnos formados en la Escuela Nacional de Bellas Artes (antigua Academia de San Carlos). Desarrolló una trayectoria de carácter empresarial, exploró circuitos comerciales para encontrar nuevas prácticas e incorporar medios modernos como la publicidad, la reproductibilidad de la obra y la comercialización física, a través de exposiciones locales, nacionales e internacionales. Este artista incorporó el uso de la fotografía para realizar y difundir su trabajo, lo cual hizo que su pintura participara en una oferta más dinámica y diversa. Su presencia en los diarios no fue casual; Escudero fomentó su relación con periodistas y editores para tener una difusión constante de su trabajo, primero dentro de la red de paisanaje con los directores de la prensa dirigida a la colonia española, después con el apoyo de otros periódicos, lo cual le forjaría una gran popularidad como figura pública. Buscaba vender sus lienzos y, por la cantidad de notas en la prensa, parece ser un caso particular entre los pintores del México del siglo XIX.

La prensa decimonónica no es asunto menor, porque fue el principal medio de comunicación masivo para la circulación de ideas, importante herramienta generadora de opinión pública que informaba y adoctrinaba en el sentido más amplio. Vicente Riva Palacio apuntó que la prensa era considerada el cuarto poder, aludiendo a su fuerza después de los poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. El periodista y político liberal mexicano ejemplificó así sus alcances: “uno de los hombres mas distinguidos de Inglaterra ha dicho, ‘Nosotros gobernamos seis meses con el parlamento, y los otros seis con la prensa’”.2 Por su parte, el periodista Heriberto Barrón afirmaba que “El periódico es el libro del pueblo; en ese libro se instruye, en él se inspira para sus actos y en él se sigue con avidez día á día, el vertiginoso movimiento del mundo entero.”3

La carrera del pintor, al menos su “promoción mediática” en la ciudad de México, coincidió inicialmente con la República Restaurada, etapa en la que, según Guadalupe Monroy, el periodismo llegó a un punto de verdadera culminación, pues la prensa “reflejó las manifestaciones políticas y sociales de la vida nacional y en ella sobresalieron las individualidades de mayor prestigio.”4

En 1849, a los 14 años, José Escudero y Espronceda partió de Santander, España, rumbo a Cuba, donde estuvo alrededor de ocho años5 realizando diversas actividades, hasta estudiar en la Academia de San Alejandro, donde se inició como retratista al óleo.6 Para su traslado a México, hacia finales de 1850, probablemente contó con la ayuda de algunos coterráneos. El investigador Rafael Domínguez Martín sostiene que los migrantes cántabros en México habían creado fuertes relaciones desde el periodo virreinal y que tuvieron continuidad histórica, a prueba de crisis económicas y políticas.7 Los montañeses destacaron desde el siglo XVIII en Nueva España,8 y permanecieron a lo largo del XIX junto con los vascos como los dos grupos dominantes, lo que representó una ventaja para Escudero. Por su parte, Clara E. Lida señaló que el desplazamiento español fue libre y estuvo formado en su mayoría por hombres solos, con sus diversos oficios y vínculos familiares o personales que les facilitaron la inmigración en red o en cadena,9 como fue el caso del joven pintor. Su llegada coincide con una etapa que la historiadora Sonia Pérez Toledo denomina un segundo periodo de flujo migratorio de españoles, entre 1837 y 1857, alentado por el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre España y México.10

Por una obra firmada y fechada en 1864 en la ciudad de México, se sabe que Escudero ya trabajaba en la capital.11 Sin embargo, la temporalidad de este artículo se circunscribe al periodo de 1869, cuando aparecieron las primeras notas sobre su trabajo en la prensa capitalina, a agosto de 1906, cuando fallece. La demanda de sus retratos, y el pico de su promoción mediática, se desarrolló durante el Porfiriato, etapa de relativa paz que le permitió “establecer” un mercado de arte individual e impulsar sus ventas. Cabe aclarar que, para esta investigación, durante dos años se revisó un centenar de diarios locales y nacionales (muchos en físico), así como otro acervo de periódicos extranjeros.

Este trabajo expone el apoyo de la prensa mexicana al trabajo y figura del santanderino; de hecho, propongo la hipótesis de que él mismo pudo haber redactado o “sugerido” el contenido de muchas de las notas en gacetillas. Escudero desarrolló un sistema de difusión permanente de su producción, lo que fue forjando su popularidad como figura pública. Por ello, se analizarán sus inicios en la prensa capitalina y cómo se fraguó su presencia mediática; después se describirán las dinámicas con las que fue protagonista en la sección de la gacetilla y en otros artículos. Por último, se planteará su relación con algunos editores, pues testimonios evidencian su trato estrecho con ellos, que constituyeron sólo una parte de su red de contactos para difundir y comercializar sus obras.

De cómo iniciar un prestigio público

“La era mediática inició en el siglo XIX”, afirma Marie-Eve Thérenty, y asegura que el periódico se insertó en la sociedad de tal forma que todo fenómeno social tuvo eco mediático, por lo que podemos referirnos a ésta como “la sociedad del periódico”.12 La prensa decimonónica en México ponía en el centro al individuo con un conjunto de derechos y libertades como tal, incluidas la libertad de expresión e imprenta, y la construcción de un Estado nacional laico, con un sistema político republicano democrático y federalista legitimado en la soberanía popular y dirigido a lograr el progreso económico, político y educativo.13

Para comprender el poder de la mención comercial en los periódicos de la época, hay que entender un fenómeno que caracterizó a la prensa de la cultura occidental: los anuncios o reseñas en los diarios tenían gran validez entre los lectores, como “verdad irrefutable”, y la mayoría creía a pie juntillas lo que leía. Por otro lado, este tópico del artista y su difusión en la prensa lo representa muy bien el cuento ruso El retrato, escrito en 1837.14 Las relaciones de los artistas con los periodistas eran clave para la difusión de su trabajo, o para cobrar popularidad. Así lo ilustra también la obra teatral El pasado, de Manuel Acuña.15

La premisa de que todo lo dicho en la prensa se percibía como verdad se confirma también en “La publicidad”, de El Centinela Español, que aborda los diferentes modelos y géneros de las variantes promocionales en periódicos; reconoce que “la prensa periódica es el primer elemento de publicidad”, y sentencia: “todo [lo importante] sale [publicado] en papeles […] lo que no sale en los papeles, no merece crédito; lo que sale es innegable, casi dogma de fé”.16 La prensa del siglo XIX permitía legitimar un hecho, una idea política, o el prestigio público de una persona. Al respecto, Adriana Pineda Soto y Celia del Palacio Montiel precisan que: “a la prensa [decimonónica] la podemos valorar no sólo como productora de información, sino también generadora de opinión pública. Por lo tanto, la historia de la prensa en México, es la historia de la circulación de opiniones, de informaciones, de intereses, de la forma de legalizarse.”17

¿Cuándo apareció la primera mención del pintor en la prensa mexicana? El 17 de abril de 1869 se publicó una nota de mediana extensión en La Iberia, que refiere un “artículo del doctor Solís”, publicado originalmente en Zacatecas en 1865, con alabanzas a un retrato que Escudero hizo del primer obispo de la diócesis de Zacatecas, Ignacio Mateo Guerra y Alba.18 Allí mismo elogian un retrato recién hecho de la reina Isabel II de España. A principios de 1869, el Casino Español se mudó a su segunda sede, el Palacio de los Condes de San Mateo de Valparaíso, y fue inaugurado con un baile el 13 de febrero;19 en ese nuevo inmueble Escudero expuso su cuadro de Isabel II, que había empezado cuando aún no había sido destronada, antes de septiembre de 1868. Quien escribió ese artículo en La Iberia probablemente fue su director y redactor, el veterano editor Anselmo de la Portilla, otro montañés paisano, de ideología católica, que veía con buenos ojos el retrato de la soberana que amparó causas conservadoras.

A lo largo de su trayectoria de más de cuatro décadas, se localizaron más de mil cien notas sobre él y su obra,20 entre artículos y menciones en gacetilla, cantidad que contrasta con los avisos comerciales por los que pagó en siete periódicos: dos anuncios de gran extensión; después otro, de mediana extensión publicado en dos periódicos distintos, y otros tres avisos de escasas líneas y precio. Cinco datan de 1870, periodo de su consolidación como retratista. Los anuncios más extensos son toda una declaración de principios que asumía ante su clientela, lo cual constituyó el inicio de su identidad profesional. Entre mayo y julio de 1870 se publicó el primero en La Iberia, periódico dirigido a la comunidad española. El aviso apareció 33 veces de manera aleatoria en dos meses y medio, y describía los trabajos que el santanderino hacía:

JOSE ESCUDERO Y ESPRONCEDA, profesor de pintura, participa á sus amigos y al público en general, que tiene su Estudio en la calle de Acequia núm. 26, donde ofrece desempeñar los trabajos que se le encomienden, teniendo motivos para asegurar que quedarán satisfechas las personas que le honren con su confianza.
Se encarga de pintar cuadros originales ó copias de asuntos sagrados o profanos: hace retratos al óleo, en cuyo ramo tiene la satisfaccion de haber adquirido la facilidad y el acierto que da el estudio unido á una larga practica: copia toda clase de fotografías, sean retratos ú otras composiciones, variando su tamaño segun las dimensiones que se necesiten: se encarga en fin de iluminar con toda perfeccion los retratos fotográficos y demás obras de este género, proporcionando de este modo á las familias la ventaja de tener la viva imagen de sus deudos ó amigos, ausentes ó difuntos.
Las personas de fuera de la capital que quieran tener iluminados sus retratos de fotografía, pueden remitirlos por el correo dentro de una carta (enviando el importe en sellos) con la simple indicacion sobre el color del original, y serán servidas con eficacia y prontitud, recibiéndolos por el mismo conducto, sin mas aumento en el precio que el de los portes.21

Esta inserción destaca que el costo era de 40 pesos por retrato, precio módico porque apenas empezaba a labrarse prestigio público; después cobraría sumas importantes por sus lienzos,22 y presenta dos características recurrentes en los anuncios de la prensa mexicana de la segunda mitad del siglo XIX: cuando un aviso aparecía por primera vez, lo ubicaban en la página 3, un lugar más privilegiado dentro del periódico, luego generalmente sólo aparecía en la página 4, casi siempre dedicada a los avisos comerciales; segunda, cuando un anunciante contrataba publicidad, muchas veces el periódico le dedicaba una nota en su gacetilla, describiendo al comerciante o el producto.

El segundo anuncio extenso aludía a la otra vertiente que le resultó un filón: los retratos de héroes, gobernantes y celebridades. La inserción ponía en venta el de Benito Juárez, proyecto que le dio muchas satisfacciones económicas, según declaró.23 Asimismo ofrecía “retratos al óleo, de todos los hombres ilustres, y de los particulares de esta República, ya sea tomándolos de fotografías, ambrotipos, daguerrotipos, etc., aunque estén muy confusos”.24

La tercera inserción es de mediana extensión y remite a un momento clave de transición política: tras morir Juárez en julio de 1872, Escudero ofreció los retratos del mandatario fallecido, así como el del nuevo presidente, Sebastián Lerdo de Tejada.25 El pintor recurrió después a otros tres avisos de pocas líneas, quizá porque eran económicos.26 El primero apareció en La Colonia Española en 1878 y sólo decía: “José Escudero y Espronceda, retratista al óleo. Calle del Cinco de Mayo”.27 Otro aviso en La Actualidad informaba que en el estudio del pintor había “más de cien retratos de notabilidades nacionales y extranjeras”.28 Y hubo otro de tres renglones, idéntico al primero, en La Paz (1887).29

El último anuncio localizado, de mediana extensión, está en Le Trait d’Union, en el que destacan tres puntos sobre el pintor: “posee todos los aparatos modernos relativos al arte. Sus materiales provienen de las primeras fábricas de Francia e Inglaterra. Sus lienzos en lugar de obscurecer con el paso del tiempo, ganan color y tono. Éstos se pueden enrollar, lavar y duran centenas de años”.30 De este conjunto de siete avisos se deduce que Escudero pagó por anunciarse, a diferencia de las muchas notas de gacetilla que lo mencionan.


Imagen 1. José Escudero y Espronceda, “Retratos”, El Federalista, 31 de julio de 1875.

Las menciones en gacetilla: un canon particular de publicidad

La sección “Gacetilla” era una parte esencial de los diarios mexicanos de la segunda mitad del siglo XIX, semejante a los fait-divers de la prensa francesa.31 La constituía un conjunto de notas breves generalmente en la página 3 de los diarios. Es un apartado clave y una fuente histórica para comprender el periódico moderno y estudiar una amplia variedad de actividades, como las comerciales.

El gacetillero, o, despectivamente, el “editorialero”, era el responsable de la gacetilla y quien redactaba las notas originales, o las copiaba de otros diarios, a veces dando el crédito respectivo, pero en ocasiones sin mencionar de dónde habían sido tomadas. La selección de estas noticias obedecía a la línea editorial de cada periódico; la mayoría tenía un gacetillero responsable de la redacción, pero si el equipo de colaboradores era reducido, ese trabajo lo hacía el mismo editor, como fue el caso de Anselmo de la Portilla en La Iberia.

Según La Bandera de Juárez, la gacetilla era una invención moderna: “hace treinta años, nadie hubiera leído un periódico en que hubiera una seccion de… payasadas. ¡Eran tan seriotes nuestros padres!, pero las cosas han cambiado. Hoy de todo nos reimos”.32 En la misma nota se comparan características de la gacetilla con ciertos rasgos femeninos; debían ser: “ligeras, fáciles, sueltas, chispeantes, llenas de travesuras y de gracia, risueñas, juguetonas y divertidas”. Y agrega que el responsable de esa sección debía adentrarse en terrenos difíciles: “tiene que saberlo todo, que estar en todas partes, que asistir á todos los espectáculos, que criticar sin ofender. Si es mentiroso, se desprestigia. Si es verídico, insulta”. Lo anterior y lo siguiente evidencia lo que debió ser práctica común del gacetillero: abordar y promocionar, velada y anónimamente, un producto, a un comerciante o un servicio: “El pobre gacetillero tiene que decir que el queso y las conservas alimenticias y el vino de la tienda tal es bueno aunque no sepa si lo es, porque el administrador del periódico se lo ordena, puesto que el dueño de dicha tienda paga un anuncio mensual en la sección correspondiente, y quiere que la gacetilla le ayude”.33 Asimismo, “llenar” la sección con notas que abordaban trascendidos y rumores, ser curioso, buscar noticias y tratar asuntos populares lo hicieron merecedor de unos versos en El Ferrocarril: “Al hacer la ‘Gacetilla’ / Tendrá vd. que entrar en lucha / Con mucha gente, con mucha / La mayor parte polilla”.34 Por su parte, Aurelio Horta, gacetillero de La Libertad, escribió un rico testimonio al respecto:

Son muchos los que tienen el gusto de conocerlo y de molestarlo. Pertenece á todas las artes, profesiones y oficios conocidos y desconocidos. Pero también hay gentes que lo conocen de vista, aun cuando no sea de Aduana, y estos se asocian á los amigos, para ofrecerle la oportunidad de escribir párrafos de gorra. “¿Cómo no ha de ser amigo y conocido del público un hombre dado á la publicidad?” Esto dicen los que necesitan de su pluma […] el gacetillero es un ser creado por Dios, expresamente para servir de balde á cuantos lo necesitan.35

Y narra cómo profesionistas y particulares le pedían que los incluyera en sus columnas:

“Hombre: ponme un parrafito diciendo que saco las muelas mejor que mis colegas”. Subrayo la palabra parrafito porque así la vierten todos aquellos que necesitan de una columna del periódico consagrado á elogiarlos. ¡Parrafito! ¿Y por que tratan tan despectivamente á los párrafos que los que necesitan de ellos? […] Va el gacetillero por la calle entregado á sus meditaciones (porque también saben meditar los gacetilleros), y lo detiene uno de sus amigos (sin preguntarle sobre su estado de salud y el de su bolsillo), con el objeto de que le ponga un parrafito anunciando que ha contraído matrimonio. También subrayo la palabra ponga por que es la usada en esos casos.36

El trabajo de Escudero se promovió a través de la gacetilla; él debió fomentar su inclusión en esas menciones y también pudo haber sido el autor de muchas. Por ejemplo, una nota de El Diario del Hogar transmite molestia al “regañar” a las autoridades del Ayuntamiento de Villa Lerdo de Tejada, en Durango, y al primer mandatario de esa entidad por oponerse a adquirir el retrato de Sebastián Lerdo de Tejada pintado por Escudero, y en su lugar haber comprado un cuadro del anterior gobernador del estado.37 ¿Sería Escudero el autor de ese comentario? En varias notas de gacetilla se sugería a los ayuntamientos, gobiernos estatales, cuerpos municipales y oficinas adquirir tal o cual cuadro de personajes distinguidos, o se mencionaban los beneficios de adquirir una serie de retratos de héroes de la patria, presidentes, o incluso de los reyes españoles.38

El santanderino realizó varias giras comerciales al interior de la república; La Iberia describió en 1874 su traslado a Veracruz, con “una colección de retratos de Benito Juárez”; la nota enfatizaba la “buena oportunidad [que] se presenta pues á los municipios y á las oficinas del Estado de adquirir un exacto traslado de quien llenó al mundo con su heroísmo, mereciendo que los extranjeros le discernieran el dictado de benemérito de las Américas”.39 Los periódicos locales dieron seguimiento puntual a las ventas de esos retratos, que también se multiplicaron en la capital mexicana.40 Además de registrar sus viajes, la prensa invitaba a los pobladores a retratarse durante su estancia.

A lo largo de su trayectoria, Escudero envió misivas a las redacciones para aclarar problemas en los que se vio envuelto, y gracias a esas discusiones, demandas o francamente escándalos y desavenencias públicas, se conocen detalles de sus prácticas como pintor.41 Es probable que, por su cercanía con periodistas y editores, haya podido hacer pública su correspondencia privada, tanto la que enviaba como la que recibía a manera de felicitaciones, incluso solicitudes de su trabajo. Un ejemplo de lo último es el telegrama que supuestamente recibió de Managua, Nicaragua, requiriéndole “a cualquier precio” un retrato de cuerpo entero del general Díaz.42 Sin especificar el solicitante, el telegrama permite suponer que él mismo filtraba la correspondencia, para dejar ver la valoración de su obra en otros lares, donde al parecer no se reparaba en el costo de sus lienzos. Otro esquema publicitario era difundir la noticia cuando una institución o dependencia pública deseaba adquirir sus cuadros, como ocurrió en El Tiempo, cuando refirió el interés del Círculo Francés en comprarle retratos de los presidentes Díaz y Émile Loubet, “pues el citado centro no tiene, según sabemos, retrato alguno del Presidente de la República francesa”.43

Una de las dinámicas recurrentes en la gacetilla, respecto al pintor, fue informar que había hecho retratos de personajes célebres, además de exhibirlos en aparadores comerciales de la capital. La redacción y tono de esas menciones parecen tener como fin transmitirse de “boca a boca”; son relatos breves que recomiendan, coloquialmente, su trabajo; la mayoría refería haber visto un retrato en su estudio, o en un aparador,44 e invitaba al público a admirar la obra expuesta. Ese modus operandi de Escudero parecen probarlo las más de 900 notas, tan sólo en gacetillas, además de dos centenas de artículos de mediana a larga extensión que lograron localizarse y muestran un particular canon promocional.

Escudero invitaba a los periodistas a su estudio a que conocieran sus obras y, a su vez, los directores de diarios o gacetilleros convidaban a sus homólogos y al público a visitar el gabinete del pintor. La prensa celebraba la atingencia entre las obras pintadas y sus originales, y la mayoría de los periodistas prodigaron a sus cuadros desbordados elogios; La Iberia afirmó “el triunfo de su pincel”, al referirse a un cuadro de Sebastián Camacho recién terminado: “No puede darse cosa más exacta: las facciones, el color, su atildado modo de vestir, el frac, los guantes, la mirada, la actitud, todo aquello es el mismísimo Sr. Camacho, que vive en el lienzo, y solo le falta hablar para que sea completa la vida”.45

Para anunciarse, recurrió en primera instancia a su círculo social inmediato, la comunidad española, y sus periódicos: La Iberia, La Colonia Española, El Pabellón Español, El Correo Español, El Centinela Español, La Nueva Iberia, El Diario Español, La Voz de España, España y América, La Revista Latino-Americana, La Nación Española, El Correo de España, La Libertad y La Correspondencia de España.46 Asimismo, otros importantes periódicos, liberales y conservadores, editados en la capital, apoyaron, publicaron o reprodujeron artículos y menciones sobre él, por ejemplo: El Siglo Diez y Nueve, El Monitor Republicano, El Correo del Comercio, El Pájaro Verde, El Diario del Hogar, El Federalista, La Revista Universal, La Voz de México, La Paz Pública y La Patria, entre otros.47 La prensa del interior publicó noticias de los diarios capitalinos, que coincidían con la estancia del pintor cuando viajaba por negocios a algún estado: La Legalidad, La Concordia, El Pueblo y El Progreso, de Veracruz; El Estandarte, de San Luis Potosí; La Exposición de Querétaro y La Sombra de Arteaga, de Querétaro; El Regenerador y El Estudio, de Oaxaca; El Orden, de Morelos; El Fénix de los Bravos, de Chilpancingo; La Ley, de Toluca. En estos casos, reprodujeron alguna noticia de interés enfocada en la importancia del personaje local a quien el artista había pintado. La Voz de España reseñó el óleo del obispo de la curia potosina, Ignacio Montes de Oca, expuesto en la sastrería del señor Chaveau, en la ciudad de México.48 Días después, El Estandarte, de San Luis Potosí, reprodujo el comentario de que ese retrato le había valido grandes elogios al santanderino.49 Además, hay que mencionar revistas y semanarios -algunos dedicados a las mujeres- que abordaron su trabajo, como El Álbum de la Mujer, El Semanario Literario Ilustrado y El Tiempo Ilustrado.

Notas sobre su obra fueron incluidas en periódicos de las colonias extranjeras: The Two Republics, The Mexican Herald y The Evening Telegram, dirigidos a la comunidad norteamericana, al igual que Le Trait d'Union, editado para la colonia francesa. Asimismo, su obra fue reseñada en el extranjero: se localizaron registros en diarios de Estados Unidos, Cuba, Guatemala y España que abordaron su labor o reprodujeron notas publicadas en México, seguramente impulsadas por las relaciones con editores paisanos suyos en la zona de Cantabria.50 Noticias de prensa mexicana fueron publicadas en periódicos santanderinos, como El Aviso, El Correo de Cantabria, El Adalid, El Aviso, El Cantábrico, El Dobra, El Impulsor y El Heraldo Montañés, al igual que en un par de diarios madrileños: Archivo Diplomático y Consular de España y La Época.

Entre las particularidades de las notas referidas al pintor o su trabajo estaba el que aparecieran dos menciones sobre él en un mismo número de un periódico, de lo cual hay cuatro ejemplos: en el diario de la comunidad estadounidense The Two Republics aparece mencionado dos veces en la columna “City and Suburban”;51La Libertad lo reseñó dos veces: “El señor D. Manuel Romero Rubio” y “Retrato del señor Presidente de la República”,52El Tiempo le dedicó “Un retrato del general Díaz” y “Obra de arte”,53 y La Vanguardia lo menciona en “El estandarte del Club Morelos” y “El Sr. Escudero y Espronceda”;54 incluso El Pabellón Español lo mencionó en tres notas sobre retratos.55

El objetivo comercial de estas notas era, generalmente, de dos tipos: invitaban a los lectores a retratarse con él, o bien a adquirir uno de los retratos que acababa de pintar sobre algún personaje que era noticia. Escudero utilizó la velocidad de su pincel para ofrecer el retrato del protagonista de moda en la prensa: una personalidad del ámbito político, militar, diplomático, eclesiástico, deportivo o del teatro. Se adelantaba al arribo del personaje a la capital y días antes exhibía su retrato en algún aparador; en ese sentido, se convirtió en una especie de narrador e ilustrador de los protagonistas del momento. ¿De qué otra manera podía el público mexicano tener acceso y conocer a personalidades extranjeras, a los políticos mexicanos, a las altas autoridades diplomáticas o eclesiásticas, a los toreros, a los cantantes de ópera o a las actrices de gran fama y belleza? Allí estaban sus cuadros, expuestos en las vitrinas de un amplio abanico de comercios, incluso en otras ciudades de la república.

A falta de noticias, los periódicos reproducían lo que sus colegas publicaban, así que una misma información u opinión se repetía. Las reproducciones en general aparecían al día siguiente o dos días después de la noticia original, pero hay casos en que las inserciones en gacetilla eran copiadas en ediciones del mismo día: el registro sobre una galería de retratos pintados por Escudero para el estado de Guerrero apareció en La Colonia Española el 3 de mayo de 1876, y El Siglo Diez y Nueve del mismo día reprodujo esa inserción, con el crédito correspondiente.56 Es probable que La Colonia saliera unas horas antes, y el editor de El Siglo Diez y Nueve la incluyera más tarde, al cerrar su edición.57

Una de las notas con mayor seguimiento apareció tras el fallecimiento de Cayetano Rubio -dueño de la célebre fábrica de hilados y tejidos “Hércules”, ubicada a las afueras de Querétaro-, acaecido el 20 de abril de 1876. Escudero pintó y exhibió el retrato del empresario en el aparador de la sastrería de Paul Bergé y fue reseñado por La Colonia Española el 24 de abril.58 La mención sería reproducida al día siguiente en La Iberia,59 e inmediatamente después en El Federalista.60 El 27 de abril, La Iberia volvería a comentar que la misma nota había sido reproducida por El Federalista;61 y, por último, La Colonia Española habría de reseñarlo también.62 Esta pauta de pintar a personajes célebres recién fallecidos se repetiría en otras ocasiones.63

Editores y cronistas reportaron los incidentes del trabajo de Escudero, como lo prueban las notas del retrato de José María Lafragua, a causa de su muerte el 15 de noviembre de 1875, por el que el pintor sufrió un percance: al colgarlo en el aparador de la sastrería de Bergé, “se cayó sobre la paleta preparada, y toda la cara se echó á perder”.64 La noticia de ese retrato y su accidente fue seguida a lo largo de 15 notas de gacetilla por siete periódicos capitalinos: cuatro en La Iberia, otras cuatro en El Monitor Republicano, dos en Le Trait d’Union, una en El Eco de Ambos Mundos, una en El Federalista, una en La Colonia Española, otra en El Proteccionista, y una última en La Revista Universal.65

En la mayoría de los casos, las menciones se repitieron con un efecto multiplicador que la prensa fomentó; por ejemplo, el gacetillero de El Álbum de la Mujer (quizá la editora Concepción Giménez de Flánquer) convocó a los colaboradores para editar un número especial, y anotó al final: “Suplicamos á todos los periodistas la reproducción de estas líneas”;66 es decir, era una regla no escrita la copia de noticias y textos periodísticos entre los “colegas” de la prensa. En ese sentido, tuvieron relevancia las notas publicadas para la comunidad española en México, ya que eran las noticias primigenias. El Pabellón Español afirmó que la calidad de los retratos del pintor eran la clave de su amplia difusión: “Este párrafo [esa nota] ha sido publicado por casi todos los periódicos, lo cual quiere decir, que el mérito de Escudero y Espronceda es indiscutible.”67

La Iberia fue de los que más favoreció y promovió su obra, y resultó clave para su posicionamiento en la prensa.68 Los diarios reprodujeron las opiniones o argumentos de otros periodistas, dándoles crédito, como la nota firmada por Juan N. Tercero para La Voz de México,69 que menciona, el retrato que pintó del obispo de Chilapa, monseñor Tomás Barón, también reproducida por La Colonia Española.70 Otro ejemplo de nota promocional es la de la supuesta disputa en Veracruz por poseer el óleo del gobernador Luis Mier y Terán: describe la “lucha honrosa” por adquirirlo de parte de los empleados de la Aduana del Puerto, los oficiales del 3er Batallón y los diputados de la Legislatura del estado.71 ¿Habrá ocurrido realmente o fue un recurso publicitario del pintor?

Escudero, hombre precavido, bien informado y disciplinado, guardó los recortes de prensa que lo mencionan, hasta las breves notas de gacetilla de los diarios; lo anterior se deduce por un enfrentamiento que tuvo con el empresario Ricardo Sainz, en mayo de 1895. Sobre esa desavenencia, en 1901, Escudero, en su defensa, envió una misiva aclaratoria al periódico La Nación Española, donde transcribió e hizo referencia a una pequeña cita publicada 22 años antes, el 18 de abril de 1879, en el diario La Colonia Española.72

Aunque reiteramos que las alusiones aparecieron sobre todo en la gacetilla y artículos informativos de mediana extensión, su trabajo y su persona también se abordaron en otras secciones. Lo constatan crónicas -a modo de reportajes, algunos extensos- publicadas sobre su estudio y trabajo; igualmente, muchas cartas o correspondencia, escritas por él o dirigidas al pintor, se publicaron en “Remitidos”.73 Le dedicaron artículos de opinión en “editoriales” y críticas especializadas,74 incluso fue mencionado en un chiste de una incipiente columna de humor.75 También fue objeto de un invaluable testimonio autobiográfico76 y una entrevista,77 algo inusual para un artista en la prensa nacional del siglo XIX.78 Dentro del género literario, su amigo Federico de la Vega le dedicó una de sus extensas “cartas sentimentales”, que recrea hipotéticamente la infancia de ambos 40 años atrás en Torrelavega,79 así como un largo poema.80

Por los artículos rubricados, corroboramos que fue amigo o conocido de varios periodistas, escritores y cronistas de la capital: Ignacio Manuel Altamirano, José Joaquín Terrazas Acosta, Ignacio Aguilar y Marocho, Joaquín Trejo, Manuel María Romero, Rafael de Zayas Enríquez, Félix M. Iglesias, Darío Carmona, Juan N. Tercero, Juan Pablo de los Ríos, Luis Utrera, Federico de la Vega y Fanny Natali de Testa,81 a los que atendía con deferencia en su estudio, siendo ellos quienes describieron en más de una ocasión su taller y sus obras, y los que aconsejaban al público que visitara su estudio. El editor de La Voz de México relató que el pintor se presentó en las oficinas del diario para invitarlo a ver el retrato de Pelagio Labastida y Dávalos, pues “deseaba que diéramos nuestra opinion sobre la exactitud y verdad de un retrato que acaba de hacer y que nos puso a la vista”.82 También hay testimonio de las transacciones de algunos de sus retratos. De estas ventas dieron cuenta los diarios capitalinos, como sucedió en 1890, cuando el escritor y diplomático Joaquín Casasús ofrendó al secretario de Gobernación, Manuel Romero Rubio, por el día de su santo, el retrato de su hija Carmen Romero Rubio de Díaz, primera dama de la república.83 Otras menciones refieren las ayudas benéficas que hizo: apoyó al Hospital Civil de Cuernavaca, Morelos, al enviar para los enfermos 25 bacinicas de fierro esmaltadas;84 apareció en las listas de quienes contribuyeron en diferentes causas, y se suscribió para ofrecer diversos apoyos a la comunidad española en México y la de su patria. Incluso su estado de salud llegó a ser noticia; en 1892, La Vanguardia informó: “catorce días ha estado en cama y de bastante gravedad, atacado de la influenza”, por lo cual tenía un retraso considerable en sus encargos.85

La relación con los editores españoles

El círculo de la prensa española se enfocó en defender el beneficio y los negocios de la colonia ibérica en México. Los diarios fueron voceros de distintos sectores y el medio para expresar reclamos, demandas y querellas al gobierno mexicano. Pablo Mora agrega que los periódicos editados en México por españoles fortalecieron los lazos nacionales en la construcción de la joven nación, al tiempo que defendieron sus propios intereses.86 Cuando El Pabellón Español empezó a publicarse, decretó en una nota los propósitos de su programa editorial, afirmando que sus ideales concretos estaban “circunscritos en el orden de tres importantes causas: España, colonia española en la República, y México como nación en que vivimos”.87 Tal ideario caracterizó a casi toda la prensa editada para la colonia española, aunque cada periódico respondía a intereses particulares y a un proyecto individual, lo cual evidenció sus diferencias.

En el último cuarto del siglo XIX, en 1892, el estrecho vínculo del artista con los editores debió acercarlo a importantes empresarios, comerciantes e intelectuales españoles, miembros de la élite porfiriana, con quienes tejió una densa red de tratos y de negocios; a decir de Gabriel Rozenzweig, los españoles se convirtieron en el grupo de ciudadanos extranjeros más influyentes del México de antes de la Revolución.88 Escudero sabía bien cómo promover su trabajo fuera de las gacetillas en los periódicos. Su sólida relación con amigos que dirigían periódicos le permitió enviar cartas a los editores, publicar correspondencia personal y difundir las donaciones que hacía; en otras ocasiones es evidente que bastaba con que informara a estos amigos sobre sus actividades o un evento acontecido, para que lo reseñaran. Esa era la finalidad de la prensa de la colonia ibérica: cuidar los intereses de los súbditos españoles.

Escudero comprendió bien el gran poder del medio, y él mismo fue su mejor promotor. La Iberia, La Colonia Española, El Centinela Español, El Pabellón Español y La Voz de España fueron los que más reseñaron su obra; a su vez, el pintor fomentó su amistad con los más importantes editores, como De la Portilla, Adolfo Llanos y Alcaraz, Ramón Elices Montes, Telésforo García de Roiz, José Gándara de Velasco, Luis Juliet de Elizalde y José Barbier. Esta primera red de periodistas e intelectuales lo apoyaron desde la trinchera de la prensa, lo cual le sirvió para relacionarse con políticos, diplomáticos y empresarios mexicanos. Al menos dos editores eran sus paisanos de Santander.89 Escudero obsequió sus retratos a algunos de los directores de diarios, e hizo más de una copia: un cuadro que debió regalarles y otro que, en algunos casos, presentó en diferentes exhibiciones públicas, con lo cual se ganó sus simpatías y favores, de los que la prensa dio cuenta entre sus páginas.

Anselmo de la Portilla

El primer diario que apoyó decisivamente la carrera de Escudero fue La Iberia, fundado y dirigido por uno de los periodistas españoles más relevantes e influyentes, Anselmo de la Portilla (1816-1876), quien radicaba en México desde 1838 e impulsó varios proyectos editoriales y periodísticos, todos fracasados.90 José Zorrilla lo calificó como “el español más honrado, estudioso y trabajador que pasó á las Américas”, además de ser “el primer periodista de las Américas y el más leal y claro defensor de los intereses españoles en Méjico”.91

De la Portilla logró ser un importante e influyente periodista y editor en el Segundo Imperio y, a punto de finalizar la aventura imperial de Maximiliano de Habsburgo y con apoyo económico de los miembros del Casino Español, fundó La Iberia (1867-1876), la más longeva de sus aventuras editoriales. Victoriano Agüeros definió ese diario como “el vínculo de reconciliación entre los que siendo miembros de una misma familia, estaban separados por absurdos resentimientos”.92 Por su parte, Armando de Maria y Campos considera que “fue la verdadera casa -democrática- de todos los españoles que venían a México.”93

La aparición de La Iberia es reflejo del inicio de una nueva era para los españoles en México. María del Mar Gutiérrez Domínguez plantea que los peninsulares se posicionaron históricamente como conservadores y habían sido favorables, en su mayoría, al Segundo Imperio; sin embargo, al terminar éste, De la Portilla defendió la necesidad de que convivieran armónicamente con la facción liberal en el gobierno. El viraje fue el reflejo de los cambios que experimentaron los españoles en el país, quienes, al triunfar el liberalismo, tuvieron que acomodarse a la nueva realidad política para continuar con sus negocios.94

En la fotografía aparece representado como periodista y editor, y para su pose llevó diferentes impresos (Imagen 2). Se aprecian sobre una mesa tres periódicos: La Iberia, El Monitor Republicano y Le Trait d’Union; también aparece una docena de libros, entre los más importantes: Historia de la revolución de México contra la dictadura de Santa-Anna (1856); México en 1856 y 1857. Gobierno del general Comonfort (1858); Virginia Stewart, la cortesana (1864); De Miramar a México (1864); Cartilla de geografía para los niños (1865), y España en México. Cuestiones históricas y sociales (1871). Anselmo posó de pie, como un burgués ilustrado en ambiente suntuoso, distinto al de su hogar, dada la desventura de sus proyectos y empresas: “En cuanto al resultado material de aquellas mis empresas, siempre fue tristísimo. Nunca tuve un holgado rincon para pensar, ni una mesa regular para escribir, ni una buena silla en que sentarme, ni un libro que consultar, ni nada de lo que sirve de ayuda, de estímulo ó de premio á los que están empeñados en las duras tareas del periodismo”.95 Este retrato confirma que la fotografía es una representación idealizada, una puesta en escena de convenciones que permite a quien sea personificarse de otra forma.


Imagen 2. Sciandra Hermanos, Anselmo de la Portilla, ca. 1875, albúmina, 16 x 10.5 cm. Col. Biblioteca Nacional de México, UNAM.

En plena República Restaurada, De la Portilla fue el primer promotor de Escudero al dedicarle palabras de aliento sobre los retratos que hizo de Isabel II en 1869 y de Juárez en 1871, colocado en Palacio Nacional; no descartamos la hipótesis de que él mismo aconsejara al pintor que hiciera este retrato en gran formato, como demostración del entendimiento y reconciliación entre la colonia española y el gobierno liberal. Se desconoce si pudo dar, en vida, su retrato a su mentor, pero hay referencias de dos óleos del pintor con motivo de la muerte del editor.96 Fueron hechos ex profeso para obsequiarlos: uno al Centro Mercantil del Puerto de Veracruz y otro al Casino Español de Ciudad de México.97

Escudero envió el primer cuadro a Ángel F. Grinda -presidente del Centro Mercantil de Veracruz-, remitiendo una carta publicada en El Correo Español, en la cual el pintor acotó: “Celebraré que sea del agrado de esa corporación, el retrato que con tal propósito acabo de hacer del ilustre periodista español Sr. D. Anselmo de la Portilla, fallecido en esta ciudad el dia 3 de marzo del presente año”. A lo que Grinda respondió por escrito:

Esta sociedad agradece á Ud. profundamente este obsequio y lo estima en todo su valor, que es grande, y ya porque representa al insigne español, que, defendiendo las glorias de su patria y los intereses de sus compatriotas en la prensa de esta República, adquirió justo título á la gratitud de ambos.
Al participarlo á Ud., y manifestarle á la vez que el referido retrato ocupará un lugar preferente en los salones del “Círculo” en cumplimiento de sus deseos, tengo la honra de ofrecerle los respetos de mi distinguida consideración.98

Al enviar el segundo retrato, Escudero lo acompañó con una carta en la cual relató sus motivos para realizar las dos pinturas, misiva que publicó en La Colonia Española:

Tengo el honor de dedicar á este Instituto de su digna presidencia, un retrato de nuestro inolvidable compatriota, el distinguido publicista Sr. D. Anselmo de la Portilla (q. e. G. e.) [“que en Gloria esté”].
Al tener noticia de su fallecimiento, ocurrióseme la idea de perpetuar su memoria entre nosotros, colocando su retrato en los salones de esa Sociedad y en los del Círculo Mercantil Español de Veracruz, y con tal motivo procedí á hacer los dos retratos que he dedicado á ambas Sociedades.
Dígnese Ud. pues, recibir en nombre del Casino Español de esta ciudad, ese ligero obsequio que le consagro, aceptando al propio tiempo la seguridad de mi más distinguida consideración y respeto.- José Escudero y Espronceda.99

En respuesta, el secretario del Casino Español le agradeció, afirmando que “tan delicado obsequio ha sido muy del agrado de todos los socios de este casino, y la Directiva me encarga que, haga á vd. presente su gratitud. Lo que me complazco en cumplir, contándome en el número de los reconocidos á la atención de vd.”.100

¿Quién circuló la correspondencia que sostuvo con los presidentes de ambas sociedades para su publicación en la prensa? Es probable que, amparado en la amistad con el editor de El Correo Español, Fernando Luis Juliet de Elizalde, el pintor prestara las misivas para dar a conocer esos obsequios a manera de noticias en los periódicos, como hiciera varias veces. Otros diarios también registraron esas donaciones, como La Libertad, en dos notas más de La Colonia Española, y otra más en Le Trait d’Union.101

Tal como hizo con otros retratos de editores, envió un tercer lienzo de De la Portilla a la Exposición Poblana de 1880, según consignaron diarios de la ciudad de México.102

Adolfo Llanos y Alcaraz

En 1873 llegó a México el editor Adolfo Llanos Alcaraz (1841-1904; imagen 3), con el ánimo de fundar un periódico, que empezó a publicar en 1873 y concluyó en 1879: La Colonia Española. De acuerdo con Armando de Maria y Campos, fue un medio de lucha a favor de un sector de la comunidad española. En su momento, Llanos expresó que “sólo pude vivir aquí satisfecho mientras tuve enemigos que combatir, luchas en qué ejercitar mi vigor, obstáculos en qué probar mi energía”,103 declaración que habla del carácter acometedor y polémico de este editor español, autor del controvertido título No vengáis a América. Libro dedicado a los pueblos europeos, donde advertía a sus paisanos de no emigrar al continente americano, dando además una mala impresión de México.


Imagen 3. Litografía de Salazar, Adolfo Llanos Alcaraz, en Recuerdos. Colección de poesías (México: La Colonia Española, 1876).

La amistad entre Escudero y Llanos quedó plasmada en los retratos que el pintor hizo del periodista; después, su relación y estrecha confianza se rompieron por una disputa, posterior a la expulsión del país del controvertido editor. Sobre lo primero: el 16 de enero de 1875, el Casino Español de Veracruz ofreció una tertulia en honor de un grupo de empresarios, comerciantes e inversionistas estadounidenses que viajaron a México y conformaron la “Comisión de Nueva Orleáns”. Al convite de gran gala asistieron distinguidos invitados, como Francisco de Landero y Cos, gobernador de Veracruz; José María Iglesias, presidente de la Suprema Corte de Justicia; el político y escritor Ignacio Cumplido; el periodista y compositor Agustín Siliceo, y el pintor santanderino, que exhibió su retrato de Llanos “con uniforme oficial de cazadores”,104 pues había sido parte de la milicia, que dejó para consagrarse a las letras.105 El cuadro fue dispuesto frente a otro óleo de Escudero, el de José Ferrer de Couto, periodista español con quien probablemente también tuvo tratos, director entonces de El Cronista, editado en Nueva York.106 Otro retrato de Llanos, pintado por Escudero, fue incluido a finales de año en la exposición de la Academia de San Carlos.

Esta amistad pasó por una grave crisis en 1879. Lilia Vieyra relata la confrontación entre Llanos y Emilio de Muruaga, representante oficial del rey Alfonso XII en México. Durante la administración de Lerdo de Tejada (1872-1876), el editor concentró un poder mayor al del diplomático español, de tal manera que los asuntos entre los comerciantes peninsulares y el gobierno mexicano, en vez de seguir los canales oficiales, se dirimían en las páginas de La Colonia Española, que logró conjuntar las simpatías de muchos españoles peninsulares, además de contar con el apoyo del Casino Español. Muruaga expresó que La Iberia “representaba el elemento templado y a la parte sensata de la colonia española”, a fin de que este periódico “sirviera de contrapeso a las violentas y poco discretas polémicas que sostenía su rival La Colonia Española”.107

Muruaga presionó al presidente Díaz y conspiró para que se expulsara a Llanos del país, además de hacer gestiones para crear una imagen desfavorable del editor, por ejemplo, la de ser acreedor a fuertes deudas que no podía solventar; entre esos testimonios, obtuvo uno del pintor santanderino.108 El diplomático logró que algunas personas atestiguaran en contra de Llanos y dijeran que cometía abuso de confianza y se quedaba con el dinero ajeno. Escudero aseguró que Llanos se quedó con el dinero que Cayetano Rubio le entregó como pago de una de sus pinturas.109 La relación de Escudero con Llanos, encargado de gestionar la venta de los tres cuadros de Rubio, el del rey de España y el de Martínez Campos, significaba también para Llanos una operación lucrativa. Esta dinámica ilustra un modus operandi no ajeno a Escudero, que pagaba a comerciantes e intermediarios por promover y vender sus obras.110

Telésforo García de Roiz

A finales del siglo XIX, La Ilustración Española y Americana, publicada en Madrid, divulgó el artículo “Excmo. Señor D. Telésforo García”, donde se afirmaba que el editor residente en México poseía grandes conocimientos filosóficos y científicos, y era considerado “el español más influyente en aquella República por su talento y posición social”.111

Juan Manuel Ledezma señala que García (1844-1914; imagen 4) fue el principal promotor del vínculo hispano-mexicano y figura central en el régimen de Díaz, lo que le valió ser considerado por Charles A. Hale “la encarnación del lazo entre la España liberal y la política científica en el México porfiriano”.112 Su presencia cobra importancia por los cambios que promovió en el Casino Español, cuya finalidad era transformar el funcionamiento de la asociación y la defensa de los españoles radicados en México, así como modificar la prensa española, que actuaba como vocera de la colonia extranjera.


Imagen 4. Telésforo García, La Ilustración Española y Americana, 8 de septiembre de 1896.

Nació en Puente Nansa, Santander, España; era montañés, como Escudero, un lazo que seguramente contribuyó a identificarlos. Desde que llegó a México, dirigió La Colonia Española, El Centinela Español (1879-1883) y fue director propietario y responsable de La Libertad (1878-1884), voceros de los intereses de la colonia ibérica. La importancia de la última radica en que fueron sus redactores Justo Sierra y su hermano, el poeta Santiago Sierra, además de otros intelectuales de su generación, discípulos del médico y político mexicano Gabino Barreda, primer director de la Escuela Nacional Preparatoria, quienes propugnaron por el “liberalismo conservador”, ideología promovida por el incipiente régimen porfirista y que señala la llegada de la visión positivista al plano político mexicano. García tuvo altos cargos: fundó y presidió la Cámara Española de Comercio de 1892 a 1894, y fue presidente del Casino Español en México en 1894 y 1895,113 entre muchas distinciones en su trayectoria, no exenta de dudas y sombras sobre su honorabilidad.114

Un cronista anónimo de La Libertad describió el nutrido grupo de retratos que Escudero envió a la Exposición de Toluca, inaugurada el 8 de abril de 1883. Afirma que el estudio del pintor estaba siempre lleno “de magníficos retratos, y no hay exposición en la que no figuren estos ventajosamente”.115 El conjunto de óleos enviados se dividían en dos grandes apartados: el de casi todos los gobernantes de las entidades federativas de la república mexicana, incluido además el del presidente Manuel González, y una colección de retratos de particulares, entre los que figuraba el de García, director de El Centinela Español, que también reprodujo dichas notas sobre el lienzo pintado por Escudero.116

Ramón Elices Montes

Nació en Baza, norte de Granada, el 14 de marzo de 1844, en el seno de una familia modesta pero que le brindó “una educación esmerada y exquisita”. Montes sobresalió como estudiante, mostró afición por las letras y a los 14 años había publicado escritos en periódicos liberales como La Nación y La Soberanía Nacional. Atraído por la milicia, sentó plaza en el ejército el 17 de febrero de 1861; destacó en su trayectoria militar y obtuvo todos los ascensos por “antigüedad, elección o mérito de guerra”. Hacia 1880 se embarcó rumbo a México.117

Escudero pintó al menos dos veces a Elices (1844-1899; imagen 5), editor responsable de El Centinela Español -de 1881 hasta su cierre en 1883-, tarea que asumió cuando aún no había podido “desembarazarse de ciertos negocios” para dirigir el periódico; además, fue director de El Pabellón Español en su primera época. Según su biógrafa, fundó y dirigió otros periódicos, como El Adalid, La Revolución, El Teatro y La Chispa Eléctrica (1876).118


Imagen 5. Ramón Elices Montes, en Americanistas ilustres. (Madrid: Imprenta de José Perales, 1890). Col. Biblioteca Nacional de Madrid.

La primera noticia sobre su retrato la consignó La Libertad, informando a los lectores que podían “ocurrir á la camisería ‘La Especial’ situada en la calle de San Francisco”,119 a conocer la efigie al óleo de Elices. Un par de años después El Pabellón publicó una carta de Pablo Ubarri, presidente del Casino Español en San Juan de Puerto Rico, en la que agradecía al pintor el cuadro del editor, que el mismo periodista había llevado personalmente como regalo a esa asociación, junto con dos cartas en las que explicaba la donación de Escudero. En la misiva, Ubarri agradece así el obsequio:

El Sr, D. Ramon Elices Montes, nuestro respetable amigo, ha pasado algunos dias entre nosotros, honrándonos con su asistencia á un banquete que este Centro le había preparado.
Dicho caballero, nos entregó su retrato al óleo, hecho por vd. y colocado en el salon principal del casino, ha llamado la atención de todos los que le han visto, gustando sobre manera como trabajo magistralmente acabado.
El Centro que tengo el honor de presidir, en prueba de verdadero agradecimiento al artista y al ciudadano que solo piensa en la mayor prosperidad de nuestra querida España, madre única de este nuevo Mundo, al cual despues de sacarlo de lo desconocido, le dio la fama necesaria para presentarlo orgullosa en las más cultas naciones, ha nombrado á vd. sócio de mérito, segun consta en acta del 25 de Noviembre último. El título será extendido y enviado tan pronto se presente oportunidad.120

Una vez más, Escudero había filtrado a la prensa su correspondencia para dar a conocer sus actividades y logros como pintor, en este caso, elogios y reconocimientos provenientes del extranjero.

José Barbier

Armando de Maria y Campos relata que José Barbier no fue periodista profesional en España, pues había estado muchos años en la milicia. Sin embargo, al llegar a México dirigió La Voz de España (1879-1888), donde trató de mantener un perfil mesurado pero inflexible al defender los intereses de la comunidad española.121 Desde su trinchera, atendió problemas de índole diplomática y política de su patria. En septiembre de 1885 circularon alarmantes noticias y largas crónicas del conflicto entre Alemania y España por la posesión de las Islas Carolinas y Palaos, en las Antillas, suceso histórico que se tomó muy a pecho Escudero, y por el cual obtendría cierto protagonismo mediático. La pugna estuvo a punto de estallar en declaración de guerra cuando el gobierno español reparó en que su Marina no contaba con los buques necesarios “para resguardar sus extensas costas y para defender las conquistas debidas al genio español”.122 Una nota reveladora del estado de las embarcaciones apareció en La España, que enlista la flotilla, conformada por buques viejos, inútiles e inservibles: una fragata, tres vapores, 11 corbetas, 10 barcos cañoneros y dos pailebot, verdaderos “monumentos de nuestras glorias”. También planteaba el ambicioso proyecto del imperio español para construir “cruceros blindados, torpedos y en una palabra, buques modernos que presten alguna utilidad a la nación”.123

En México, como en casi todas las naciones con colonias de españoles, se formaron juntas patrióticas a fin de reunir “subscripciones y donativos voluntarios” entre “los españoles residentes en todos los ámbitos del mundo”. El periódico El Mochito publicó una enérgica convocatoria a la comunidad ibérica para organizarse, recaudar los fondos necesarios y enviarlos “a la madre patria”. Dicho comunicado planteaba, entre otras cosas:

Conque demos por supuesto que la guerra estalle y preguntémonos: ¿qué hará la colonia española en México? […] una idea por lo que valga: en México hay lo ménos diez mil españoles de comercio: -¿habría entre los diez mil uno solo que no se comprometiera á dejar un peso mensual de su sueldo, miéntras durase la guerra con Alemania?
¡No habría ni uno! Y al hacer esta afirmación, tenemos el íntimo convencimiento, y al mismo tiempo el consolador orgullo, de interpretar fielmente el amor patrio que hace latir el corazón de todos ellos.124

Nuestro pintor protagonista quiso demostrar que sí había un español que podía desprenderse de una cantidad mensual para apoyar a su patria. Barbier relató en La Voz de España que Escudero se presentó al día siguiente en las oficinas del diario para llevar su donativo, hecho por el cual lo felicitó, al tiempo que publicó la “carta patriótica” con la que el pintor se comprometía por escrito a entregar una suscripción de 5 pesos mensuales:

Su casa, Septiembre 14 de 1885.
-Sr. D. José Barbier.- Presente.
Mi estimado amigo: Conforme con la idea que expresó ayer el periódico El Mochito y para que empiece á producir resultados tan patriótico pensamiento, creo oportuno, conveniente, necesario que se rompa el fuego, que alguno empiece.
Soy, tal vez uno de los españoles menos aventajados en bienes de fortuna, entre los muchos que residimos en la República Mexicana, pues solo poseo mis pinceles, mi trabajo para sostener con decoro, pero con escaseces mi numerosísima familia… sin embargo, esto nada importa tratándose de nuestra muy querida patria y para ella y desde este momento yo sin fortuna, como he dicho antes, me suscribo desde hoy con CINCO PESOS mensuales, miéntras dure la guerra con Alemania ó con cualquiera otra nación, y con un peso mensual después de que acabe la guerra, dando este peso, mientras Dios me conserve la vista y los brazos pues todo sacrificio es poco cuando se trata de nuestra madre España.
Creo que sin perder un solo día debe vd. abrir esta Suscrición Patriótica en su entusiasta diario La Voz de España y le agradeceré que en el mismo publique esta carta: agregando que si se lleva a cabo la suscrición, y se resuelve la compra de algún buque, de armamento, estoy dispuesto a anticipar el importe de uno ó dos años de la cantidad porque me suscribo.
Ocúpese, querido amigo, de este asunto, en las columnas de su periódico, con el empeño con que se refieren á nuestra España querida, con la seguridad de que merecerá el aplauso de todos los buenos españoles que residimos en México.
Yo le anticipo las gracias y me repito su buen amigo y compatriota.- José Escudero y Espronceda.125

Pocas veces Escudero proyectó su personalidad como en esta carta. Expone su situación laboral y económica (lo que repetiría en testimonios similares), además de girar instrucciones y sugerencias con notable soltura. Y fue más allá: el ofrecimiento de adelantar 120 pesos, como donativo de dos años, lo llevó a cabo y entregó al empresario Ricardo Sainz la cantidad prometida. Por ello, La Voz de España lo calificó como “el primer español en responder sin mirar de dónde venía, al llamamiento que hicimos en las columnas de nuestra modesta publicación”.126 La carta de Escudero y la propuesta de Barbier, quien recabaría los fondos para los propósitos planteados, levantaron entre la comunidad ibérica murmuraciones y molestias, pues consideraron que “los redactores [o sea Barbier] no tienen sobre qué caerse muertos” y vieron en ello tintes demagógicos del editor, por lo que él mismo propuso una junta patriótica que organizara la colecta. Este incidente sobre la fallida colecta de Barbier y el generoso donativo de Escudero debió estrechar sus lazos de camaradería, y las largas notas sobre la obra del pintor en el periódico del editor son prueba fehaciente: no sólo adula su trabajo, sino que se sugiere a los ayuntamientos de la república comprar tal o cual cuadro, además de publicar su correspondencia y también sus quejas. Escudero se movió a su antojo en La Voz de España.

Federico M. Fusco y Félix M. Iglesias

Escudero tuvo tratos con los editores de periódicos capitalinos, dependiendo de la afinidad con cada uno. En ocasiones la relación con los periodistas, gacetilleros y publicistas se reflejó en la cantidad de notas dedicadas a su trabajo.

La Paz Pública. Periódico Político-Industrial, de Comercio, Agricultura, Ciencias, Artes, Milicia, Literatura y Avisos, semanario sobre temas de interés general, fue creado un año antes que La Vanguardia, con la cual se “fusionó” a principios de 1892, convirtiéndose en su suplemento dominical. Alicia Salmerón explica que era ministerial, dirigido a “la clase militar”, comprometido con todo lo que “signifique un adelanto para el país, que redunde en beneficio del ejército y que sea motivo de mayor renombre para el gobierno del señor General Díaz”. Lo dirigían el coronel y abogado Gabriel M. Islas, el capitán de caballería y líder mutualista Federico M. Fusco y el publicista español Félix M. Iglesias. Su hoja dominical, La Paz Pública, estaba a cargo de Fusco, Iglesias y el también líder mutualista y director de otros periódicos Abraham A. Chávez y el publicista y diputado federal Manuel V. Preciado. Todos representantes de una peculiar “alianza” entre jefes y oficiales del ejército y dirigentes de organizaciones mutualistas.127

La prensa apoyaba la labor de algunos clubes y en ocasiones éstos daban vida a sus propios periódicos, una prensa efímera, igual que los clubes. En el caso del Club Morelos ocurrió lo contrario, pues los dirigentes de La Vanguardia y La Paz Pública crearon, al interior de su redacción, una asociación política para asegurar su intervención directa en los comicios y en parte de la campaña en el Distrito Federal para la tercera reelección consecutiva del presidente Díaz; ambos postularon al héroe de la Batalla del 2 de abril.

En 1892, la campaña por la reelección de Díaz fue encabezada a escala nacional por el oficialista Comité Central Porfirista y por la Unión Liberal, una junta creada por el propio comité para encargarse de las tareas organizativas de clubes y convenciones en todo el país. Diversos clubes políticos eran partidarios de que Díaz continuara, sólo que no representados por el Comité Central Porfirista y su Unión Liberal. De tal suerte que, paralelamente a los unionistas, otros clubes electorales reeleccionistas trabajaron, pero distantes de los primeros. En la capital del país, el más grande y el que logró la más nutrida movilización, fue el obrerista Club Morelos; si bien coincidían en su tendencia reeleccionista con los unionistas, cada uno trabajó por sus propios intereses y posiciones de poder.128

En una sesión del Club Morelos (11 de febrero de 1892) Fusco “inició la idea de que esta asociación tenga un estandarte, en cuyo fondo se ostente la simpática figura del inmortal Cura...”. Contaban con un busto, pero ese mes había surgido la necesidad de tener el emblema mencionado, además de “una música [himno] y un cuadro dramático [pieza teatral]”. Según refiere una nota, “Acogida con entusiasmo la idea, tuvo conocimiento de ella el notable pintor, Sr. D. José Escudero y Espronceda, y á poco se recibió el ofrecimiento de tan reputado artista, el cual ha recomendado á su hijo Alfredo. Algunos miembros del club fueron a su estudio para agradecerle “por tan expontáneo y patriótico ofrecimiento”, y Escudero les propuso: “Mi hijo desea dar prueba de simpatía al Club que lleva el ilustre nombre de Morelos y al mismo tiempo manifestar así sus sentimientos de mexicano y su veneración hacia el mártir de Ecatepec”.129

La docena de notas dedicadas a Escudero en estos dos periódicos confirman su apoyo. Una nota editorial de La Paz Pública, quizá escrita por Fusco, afirma que “lazos de íntima amistad nos unen con el excelente artista”; de la misma forma, el redactor en jefe, el español Félix M. Iglesias, manifestó que “Antigua y leal amistad nos une con el conocido pintor retratista Sr. José Escudero y Espronceda”.130 Para Escudero, ¿fue la oportunidad de afianzar relaciones con la élite porfiriana? Su gesto denota sus simpatías e inclinaciones políticas.

Escudero y otros editores

Pese a no haber localizado datos o notas específicas que comprueben los lazos de amistad, o una relación cercana, de Escudero con los editores Fernando Luis Juliet de Elizalde (El Correo Español; imagen 6), José Gándara de Velasco (El Pabellón Español), René Masson (Le Trait d’Union ) y Victoriano Agüeros (El Tiempo Ilustrado), la cantidad de crónicas en sus periódicos muestra gran apoyo y cercanía de estos personajes con el santanderino.


Imagen 6. Fernando Luis Juliet de Elizalde, México Intelectual. Revista Pedagógica y Científico Literaria, Jalapa (julio-diciembre de 1898). Col. Hemeroteca Nacional de México, UNAM.

Por el número y la extensión de las notas dedicadas a él en El Pabellón Español, se infiere su amistad con el joven director José Gándara de Velasco (Imagen 7), a quien el periodista liberal Ciro B. Ceballos describió como un “español de talento natural, con poca cultura, valiente, generoso, de corazón noble, vestía con lamentable descuido, se embriagaba a menudo, teniendo también muchos amigos mexicanos, pues a las cualidades indicadas, exceptuando lo de la ebriedad, se añadía en él la de poseer un carácter tan simpático como expresivo”;131 quizá esa apertura para hacer amistades los hizo identificarse.

Le Trait d’Union, de corte liberal, publicó varias noticias sobre Escudero, entre ellas una nota muy extensa de su trabajo, así como un anuncio en francés, por lo cual no se descarta la posibilidad de que hubiese trabado amistad con su editor.

Victoriano Agüeros colaboró en La Iberia y El Siglo Diez y Nueve; fundó y dirigió el periódico El Tiempo en 1883 y la revista El Tiempo, edición ilustrada que empezó en 1891 y a partir del 1o. de enero de 1901 se tituló El Tiempo Literario Ilustrado, hasta que en 1904 sólo se denominaría El Tiempo Ilustrado, semanario que reprodujo tres cuadros de Escudero. Gracias al mediotono del rotograbado, se difundieron los lienzos que hizo de María Cristina de Habsburgo-Lorena junto a su hijo, el joven rey Alfonso XIII, así como un óleo de Díaz a caballo, ambos publicados en la portada, además de incluir en interiores el retrato ecuestre de Alfonso XIII. Por ello, se infiere que tenían amistad, máxime si se tiene en cuenta que Agüeros era yerno de Anselmo de la Portilla.

De igual forma, por el conjunto de notas dedicadas al pintor, se deduce que pudo haber tenido una relación cercana con otras luminarias del periodismo mexicano, fuera del círculo de la prensa españolista, por ejemplo José Sebastián Segura, fundador de El Cronista de México y redactor de El Siglo Diez y Nueve y El Tiempo; Ireneo Paz, director de La Patria; y Filomeno Mata, director del Diario del Hogar,132 gran conjunto de periódicos que siguió muy de cerca el desarrollo profesional de Escudero, dedicándole incontables menciones.


Imagen 7. Fotógrafo no identificado, José Gándara de Velasco, detalle del retrato “Los periodistas presos”, albúmina, 1885. Col. Museo del Estanquillo. Col. Carlos Monsiváis.

Conclusiones

Para la inauguración de las actividades de la Prensa Asociada de México, el viernes 13 de febrero de 1885, se verificó un concierto en el teatro del conservatorio capitalino. El invitado de honor fue el presidente Díaz a unos meses de haber retomado el poder, después de la presidencia de su compadre el general Manuel González. Esa asociación pretendía defender los intereses de sus agremiados, que incluía a los prominentes directores y propietarios de diarios, periodistas, gacetilleros, cronistas e incipientes reporters de la prensa capitalina y de los estados. Al frente quedó Ireneo Paz, quien la dirigió cuatro años consecutivos, hasta el 9 de enero de 1890.133La Patria, periódico dirigido por el mismo Paz, acotó que esa agrupación era “una positiva necesidad, puesto que en la época de reorganización por que atravesamos se hace cada día más necesario ir reformando nuestro modo de ser social y político, porque así lo reclama la cultura de una sociedad que se precia de progresista é ilustrada”, y que ayudaría a “estrechar los lazos del compañerismo entre los obreros del pensamiento, hacer á un lado rencores y preocupaciones indignas de los que fían á la pluma su porvenir, armonizar los sentimientos de concordia y buena voluntad en que debemos inspirarnos para ilustrar [a] las masas”.

No habían transcurrido dos semanas cuando Agapito Silva expuso otros objetivos: “la idea dominante al instalarse la ‘Prensa Asociada’ debe haber sido no solamente auxiliar en la desgracia del periodista que sufre, sino defender con energía la libre emisión del pensamiento, la práctica sincera al derecho ageno y la consideración recíproca que debemos guardarnos por más que militemos en bandos contrarios”. Después de tales argumentos, planteaba dar la “voz de alarma” entre sus colegas ante el alevoso crimen del reportero michoacano Luis González, cuyo delito había sido “atacar rudamente la administración del Sr. Dorantes y al círculo que le rodea”.134 El 2 y 3 de marzo de 1885 se reunieron para tomar cartas en el asunto y redactaron misivas al gobernador michoacano y a las autoridades judiciales, firmando un grupo de distinguidos periodistas mexicanos: Ireneo Paz, José Gándara de Velasco, Manuel Caballero y José Barbier. Por otro lado, al dejar Paz la presidencia de la agrupación, el secretario de la misma informó a los asistentes que la Prensa Asociada de México estaba constituida por 164 socios.135

Este tema es el corolario de la relación entre Escudero y la prensa mexicana, pues sorpresivamente se localizaron registros que hacen suponer que perteneció a esa asociación. En 1886 El Siglo Diez y Nueve reseñó el banquete que por el segundo aniversario se efectuó en el Tívoli del Eliseo. Entre escritores y periodistas distinguidos (Guillermo Prieto, Filomeno Mata, Ignacio Cumplido), el “hábil é inspirado artista” quedó registrado como asistente.136 En las crónicas publicadas del evento no hay otro pintor o artista invitado; Escudero logró entrar a ese selecto grupo de personalidades periodísticas. ¿Lo hizo como invitado especial, o en vías de ser aceptado como miembro? ¿Qué papel jugaría entre sus filas? Es difícil precisarlo sin localizar los documentos probatorios.137

Seis años después, una nota de El Diario del Hogar reseña una sesión donde se enlista un grupo de 33 caballeros que, por compromisos o por haber solicitado su baja como socios, habían dejado de ser miembros de la Prensa Asociada de México, y entre ellos aparece José Escudero y Espronceda.138 ¿Habría logrado su objetivo de estrechar relaciones con los más importantes editores y directores de la prensa capitalina? Se desconoce sobre su participación y actividades en la asociación; lo que queda claro son los alcances que tuvo en un gremio dedicado a escribir, exponer y opinar en diarios nacionales.

El caso de Escudero y Espronceda en la prensa mexicana es significativo en la historia de la pintura del México decimonónico, al poner de manifiesto prácticas a las que recurrieron artistas de esa época, en mayor o menor medida. Lo particular de Escudero fue llevarlas “al extremo”. Sus actividades como retratista ofrecen una lectura del desarrollo y las dinámicas comerciales en el arte en la segunda mitad del siglo XIX. Las notas publicadas sobre él son testimonio de sus acciones, o una larga crónica de sus afanes: sus actividades, viajes y proyectos, de cuando planeaba hacer un retrato; sus incidentes al ejecutar un óleo, o al concluir un determinado cuadro, y en dónde se exhibieron sus obras. Periodistas y editores dieron seguimiento a muchos de sus retratos, mientras el pintor parecía insaciable en la búsqueda de prestigio público.

Como “emisor” de mensajes, los recursos informativos utilizados por Escudero fueron complejos y variados, algunos se comprenden, otros se descifran. La cantidad de referencias habla de los apoyos recibidos, tanto en lo cuantitativo como en el tono favorecedor hacia su trabajo. Todo ello revela que dedicó mucho tiempo a crear una red de relaciones con los principales periodistas y editores de la prensa capitalina. Asimismo, a lo largo de esta investigación se confirmó que invirtió en cultivar y ventilar su correspondencia. Su presencia en la prensa mexicana aposta una maquinaria de efecto calculado, como el movimiento de una gota que cae sobre el agua y expande sus ondas: bastaba una nota primigenia, para que fuera copiada y reproducida. Saltó a las planas de los periódicos gracias a las habilidades publicitarias del editor Anselmo de la Portilla, periodista decano que brindó su experimentado apoyo al amigo y paisano coterráneo, a quien le llevaba 19 años de edad, y al que quizá vio como una especie de ahijado a quien impulsar. No faltó el crítico que hiciera ver a De la Portilla las exageraciones de sus juicios sobre el pintor santanderino. Pero no sólo abordaron su trabajo los periódicos dirigidos a la colonia española en México, sino también los de corte conservador y liberal, de tal suerte que la relación con la prensa mexicana es piedra angular para conocer las dinámicas comerciales de su trabajo. Al respecto, concluyo que no hubo otro pintor en México, en el siglo XIX, más promocionado en el país que José Escudero y Espronceda.

¿Sirvió la presencia mediática para vender su obra?, y ¿lograría dar la impresión, ante los lectores, de tener gran demanda y éxito? No es posible cuantificar cómo se tradujo su constante presencia en pedidos y encargos de retratos, pero el pintor lo fomentó y probablemente le gustaba gozar de una cierta fama o popularidad a nivel público.

El binomio de Escudero y Espronceda y la prensa es un asunto esencial para comprender la trama de complejas dinámicas que llevó a cabo el pintor santanderino en México, al igual que su objetivo de legitimarse ante la opinión pública como un excelente pintor de gran demanda. El fenómeno mediático de la prensa del siglo XIX contrasta con el veredicto contemporáneo. Aquel que fuera el personaje central de centenas de notas periodísticas, en su momento, el exitoso retratista emprendedor al que le celebraron innumerables veces “el triunfo de su pincel”, fue prácticamente olvidado a partir de la fecha de su muerte, que ocurrió el 9 agosto de 1906, cuando contaba con 71 años de edad.


Notas al pie
1

El presente artículo está basado en el capítulo “El sujeto y el medio: Escudero y Espronceda y la prensa mexicana“ de la tesis doctoral “José Escudero y Espronceda: dinámicas comerciales de un pintor emprendedor en México 1864-1906“ (UNAM, 2021), inédita.

2

Vicente Riva Palacio, “La Prensa”, El Correo del Comercio, 24 de octubre de 1872: 1. En ésta, como en las siguientes citas, se respeta la ortografía original de los textos.

5

Se localizó el registro de que solicitó su pasaporte para “trasladarse a Ultramar”, véase “Anuncios”, Boletín Oficial de Santander, 17 de septiembre de 1849: 448.

11

El cuadro más antiguo localizado es un retrato de Maximiliano de Habsburgo. En la actualidad forma parte de la colección Pérez Simón.

14

Nikolái V. Gógol, Novelas breves petersburguesas (México: Editorial Porrúa, 2000), 103-104. Un pintor desconocido y sin futuro tiene un golpe de suerte y dispone de recursos para anunciarse en los periódicos, con lo cual se encumbra inmediatamente.

15

Estrenada en 1872 en el Teatro Principal; drama en tres actos que expone algunos problemas sociales. Protagonizada por un pintor llamado David, que regresa a México después de una estancia en Europa y es motivo de una nota en la gacetilla de El Siglo Diez y Nueve, escrita por su amigo Manuel Romea. Al leerla, comenta: “estas son picardías de algún buen amigo que me quiere, y que aumenta en su cariño el poco mérito que tengan mis pinturas. Porque la verdad, las pobres no merecen tanto”. Manuel Acuña, Obras de Manuel Acuña (México: Ramón Lainé, editor, 1891), 214-215.

18

El médico cirujano y escritor español Francisco Solís, que ese año partió a radicar en la capital zacatecana. “Un retrato de la reina Isabel”, La Iberia, 17 de abril de 1869: 1.

20

En 1884 se localizaron 95 notas, año del “pico” numérico de menciones encontradas.

22

En el anuncio de la exposición guatemalteca de 1897, informó sobre los tres precios de los retratos, en gran formato y de cuerpo completo al “tamaño natural”: el óleo de un hombre, en traje de pisano, 1,700 pesos; en traje militar, 2,000, y el de señora, también en 2,000 pesos; véase P. J. Pierson Fils, Exposición Centro-Americana, Guatemala 1897. Catálogo ilustrado y lista oficial de recompensas (Guatemala: Tipografía Nacional, 1899), 81.

23

“No soy artista…”. Es un texto insólito, porque quizá no existe referencia de otro testimonio así entre los pintores decimonónicos, donde cuenten autobiográficamente sobre sus orígenes, familia e inicios profesionales.

26

En 1881 La Voz de España refería que sus anuncios costaban “tres centavos línea la primera vez, y dos centavos línea la segunda y sucesivas”, véase “Anuncios”, La Voz de España, 3 de febrero de 1881: 3.

28

“Guía del viajero en México. Casas recomendadas”, La Actualidad, 25 de octubre de 1878: 15.

31

Rúbrica bajo la que se publicaban los sucesos cotidianos de carácter criminal, accidental o sentimental —sin relación entre ellos— que cautivaron la imaginación y despertaron la curiosidad entre los lectores franceses.

41

Uno de sus escándalos más sonados fue el intento de vender el retrato del finado empresario ferrocarrilero Ramón Guzmán; después de tratar de venderlo a su viuda a través de la coacción, Escudero lo exhibió de cabeza en el “Bazar Universal” (lo cual significaba que Guzmán había sido un deudor) y sostuvo un enfrentamiento público con Pablo Macedo, representante legal de la viuda de Guzmán. Véase “El Pabellón Español”, El Municipio Libre, 24 de agosto de 1888.

44

Un ejemplo temprano: “Retratos”, La Iberia, 16 de diciembre de 1870: 3. Véase “Cuadro”, El Monitor Republicano, 16 de enero de 1872, una de las tantas notas que registraron la exhibición de sus retratos en aparadores comerciales.

46

Hubo otros periódicos españoles cuando Escudero trabajó en México (ca. 1860-1906), pero no se localizaron ejemplares, o sólo unos cuantos, como El Noticioso de México, La España, El Noticiero de México y El Español.

47

En mayor o menor medida, también se localizaron registros sobre Escudero en Diario Oficial del Gobierno Supremo de la República, El Combate, Boletín Comercial de México, El Contemporáneo, El Correo de las Doce, El Mochito, El Monitor del Pueblo, El Padre Cobos, El Universal, La Gacetilla, El Municipio Libre, La Industria Nacional, El Tiempo, Los Dos Mundos, El Partido Liberal, El Ferrocarril, La Actualidad, El Nacional, La Raza Latina, El Amigo de la Verdad, El Avisador Comercial, La Vanguardia, La Ortiga, El Chisme, El País, El Popular y La Convención Radical Obrera.

50

En Estados Unidos publicaron una nota en The Mexican Financer, después reproducida en la ciudad de México en El Centinela Español, 3 de diciembre de 1882: 1; en Cuba se refirió a su trabajo el Diario de la Marina, reproducido en México en La Voz de España, 11 de febrero de 1882, y en Madrid reseñaron un cuadro de la reina regente, pintado por Escudero y exhibido en México, en el Archivo Diplomático y Consular de España, 16 de septiembre de 1888: 1.

57

El Siglo Diez y Nueve aclaraba, en el aviso titulado “Condiciones de la suscrición” (aparecía en un recuadro bajo el cabezal), que se publicaba diariamente a las 3 de la tarde.

63

Según relata la nota “El señor D. Francisco Castañeda”, El Tiempo, 17 de julio 1901, en un viaje a Guanajuato el pintor se enteró de la “ejemplar existencia de aquel caritativo benefactor, y concibió el proyecto de hacer un soberbio retrato al óleo”; el gacetillero termina relatando: “sabemos que en Guanajuato hay varias personas que desde que supieron que la citada obra estaba en ejecución han mostrado singular empeño por adquirirla, pues hombres como el Sr. Castañeda tanto se hacen estimar en vida, como saben hacer cariñoso é inextinguible su recuerdo”.

68

Primer periódico que lo apoyó, además de reseñar su obra y reproducir muchas menciones de otros diarios. Más de 80 textos de mediana extensión y notas en gacetilla publicadas en La Iberia entre 1869 y 1876 son muestra de la amistad y el estrecho apoyo que Anselmo de la Portilla le brindó.

78

No se incluyen en la lista de más mil cien notas las de los productos que le llegaban, importados a través de agentes comerciales, ni los que tenía que recoger por lista de correos; tampoco las notas de sociales ni sus entradas y salidas al viajar en barco.

81

Altamirano escribió sobre Escudero en El Monitor Republicano y El Siglo Diez y Nueve; José Joaquín Terrazas colaboraba en La Voz de México; Ignacio Aguilar y Morocho fue jefe de redacción de La Voz de México; Joaquín Trejo escribió en El Siglo Diez y Nueve y El Diario del Hogar; Manuel María Romero era cronista de Los Dos Mundos y El Combate; Rafael Zayas Enríquez colaboraba en La Nación Española; Félix M. Iglesias escribía en La Paz Pública; Darío Carmona firmaba como Darío en El Eco de Ambos Mundos; Juan N. Tercero era redactor responsable de La Voz de México; Juan Pablo de los Ríos firmaba bajo el seudónimo de Nathaniel para El Eco de Ambos Mundos; Luis Utrera colaboró en El Correo Español; Federico de la Vega escribió sobre el pintor en El Siglo Diez y Nueve, y Fanny Natali de Testa era una cantante de ópera que luego se desarrolló como periodista, escribía crónicas como Titania y publicó en El Diario del Hogar.

89

De la Portilla y García nacieron en Santander; Llanos procedía de Cartagena, provincia de Murcia; Elices nació en Baza, provincia de Granada, y Barbier era de Mallorca.

104

“El Casino Español de Veracruz”, La Iberia, 24 de enero de 1875: 1. Escribió la nota el antiguo gacetillero Miguel Macías del periódico veracruzano Progreso, reproducida en La Colonia Española, donde Llanos aclaraba asuntos sobre su retrato. Véase “Aclaración”, La Colonia Española, 29 de enero de 1875: 1.

107

Emilio de Muruaga, carta al Ministerio de Estado, Ciudad de México, 17 de julio de 1876, Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid, España; tomado de Antonia Pi-Suñer y Agustín Sánchez Andrés, Una historia de encuentros y desencuentros. México y España en el siglo XIX (México: SRE, 2001), 238.

109

Carta de José Escudero y Espronceda, “Cuestión suscitada con motivo de los escritos publicados por el Sr. Llanos Alcaraz”, en Política Méjico, 1877-1900, Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, Madrid, España. Vieyra, “Adolfo Llanos…”, 208.

110

En “A El Municipio Libre”, El Pabellón Español, 28 de agosto de 1888, quedó explícito que Escudero otorgaba una comisión a los comerciantes que lograran vender sus cuadros.

113

“Casino Español de México. Actas y Comunicaciones volumen número 3”, fojas 30, 47, 48 y 77, Col. Biblioteca del Casino Español de México.

114

Agüeros señaló que La Libertad, era “el periódico más inmundo que se publica en México, dirigido por un español que ha sido el Mefistófeles del general González, y á quién se debe la iniciativa de mil negocios desastrosos para la Nación; el […] que usa un papel comprado con dinero mexicano, y que para desdoro de nuestra patria tiene una marca transparente con las armas nacionales”, véase “El periódico más inmundo”, El Tiempo, 20 de noviembre de 1884: 3. Las dudas sobre la honorabilidad de García son de Agüeros, periodista conservador, opositor al gobierno de Díaz. La Libertad, periódico editado por García, sentó las bases intelectuales del Porfiriato y lo subvencionaron Díaz y González.

132

Todas las referencias de este conjunto de editores fueron tomadas de Rafael Carrasco Puente, La prensa en México. Datos históricos (México: UNAM, 1962).

137

Camarillo afirma, en la Introducción a El sindicato de periodistas, que el Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa, en su sede del Club de Periodistas, no resguarda archivos antiguos ni documentación del siglo XIX.

Referencias
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Publicaciones periódicas citadas
El Álbum de la Mujer (1884).
Archivo Diplomático y Consular de España (1888).
La Bandera de Juárez (1872).
Boletín Comercial de México (1879).
El Centinela Español (1882, 1883).
La Colonia Española (1875-1876, 1878, 1879).
El Combate (1879, 1893).
La Convención Radical Obrera (1888).
El Correo del Comercio (1872).
El Diario del Hogar (1885, 1890, 1892, 1901).
El Eco de Ambos Mundos (1875).
La España (1886).
El Estandarte (1886).
El Federalista (1875).
El Ferrocarril (1871).
La Gacetilla (1878).
La Iberia (1870-1872, 1874-1876).
La Ilustración Española y Americana (1896).
La Libertad (1879-1880, 1882-1884).
El Mochito (1885).
El Monitor Republicano (1875-1876).
La Nación Española (1901).
El Pabellón Español (1885, 1888).
La Patria (1885-1886, 1892, 1904).
La Paz Pública (1887-1888, 1893-1894).
El Popular (1902).
El Progreso (1875).
El Proteccionista (1875).
La República (1885).
El Republicano (1880).
La Revista Universal (1876).
El Siglo Diez y Nueve (1870, 1872, 1874, 1876, 1880, 1882-1884, 1886-1887).
El Tiempo (1884-1885, 1890, 1901-1902).
Le Trait d’Union (1875-1876, 1879, 1888).
The Two Republics (1883).
La Vanguardia (1890, 1892).
La Voz de España (1881-1882, 1885-1886, 1888).
La Voz de México (1876-1877, 1880, 1888).

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