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“Escribir sobre la escritura de arte. Desafíos para la crítica y la creación”


“Writing about Art Writing. The Challenges to Criticism and Creation”

María Andrea Giovine Yáñez*

* Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Ciudad de México. México, andreagy@unam.mx, https://orcid.org/0000-00018239-2164.

Escritores de imágenes y pintores de discursos. Literatura y crítica de arte en la prensa cultural de México (1900-1930). Ibarra Chávez F. Heúresis. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, Dirección General de Asuntos del Personal Académico, 2020, 297 pp. PDF. ISBN: 978-607-30-3590-3

Recepción: 17.06.21 / Aceptación: 24.06.21

Bg.Sep.22; 5(2)


Este libro de Fernando Ibarra Chávez es fruto de una investigación de largo aliento, que tiene por objeto mostrar varios ángulos de las relaciones entre escritores y artistas visuales en un periodo clave para la consolidación del periodismo cultural mexicano, el de la posrevolución, tres décadas que, como el propio autor señala, vieron el final de la revolución armada y el inicio de una revolución artística que definió los derroteros del arte moderno y dio origen a gran parte de los temas y estilos del arte mexicano de la primera mitad del siglo pasado.

Una de las muchas virtudes de este libro es que, sin abandonar el argumento central que le da vida, borda en torno a varios temas que resultan imprescindibles para trazar el contexto del campo cultural en el cual surgen publicaciones periódicas que serán indispensables para la consolidación de los temas y modos de expresión de la literatura mexicana, al igual que en la difusión de la obra de los principales artistas de la imagen que trabajaron en las primeras décadas del siglo pasado.

El libro de Ibarra, con una prosa impecable que hace de su lectura una experiencia ágil y gozosa, que atrapa por igual al lector especializado y a aquel que desea acercarse a estos temas por vez primera, es una aportación valiosa tanto a la historia de la literatura como a la historia del arte, pues reúne y profundiza en una discusión que hasta el momento había estado dispersa; nos invita a reconocer las dinámicas de las que el campo cultural mexicano se nutrió, desarrolló y consolidó a través de las relaciones entre escritores y artistas plásticos, y a reflexionar sobre cómo la construcción de la identidad nacional se llevó a cabo de manera iconotextual, es decir, a un tiempo desde las trincheras de la palabra y desde las de la imagen, capitalizando las posibilidades de uno y otro modo de representación.

Ibarra recorre los avatares de estas relaciones y hace visibles para el lector muchos de los hilos que fue necesario trenzar para la construcción de un imaginario de lo mexicano y lo regional, en evidente contraste con el concepto de internacionalización y cosmopolitismo, y a la sombra de los discursos generados por las vanguardias europeas y que estuvieron siempre presentes entre los intelectuales mexicanos. En el libro se analiza la figura de José Vasconcelos como epicentro del deseo de crear un proyecto de nación, al igual que las muchas tensiones de una época en la que la literatura y las artes plásticas estaban definiendo sus temas y formas, desde una serie de interrogantes constantes y a la luz de los paradigmas de un nuevo siglo.

El periodo que se aborda en este libro, es decir de 1900 a 1930, fue propicio para la creación de grupos -por ejemplo el de Contemporáneos y los estridentistas− que en su propia unión y articulación dejaban ver una apuesta ideológica y estética, grupos que crearon revistas y sellos editoriales a través de los cuales articularon su idea de la escritura, de la política y de la cultura de la época.

La génesis de las revistas y libros durante todo el siglo pasado no puede entenderse sin el trabajo de los artistas plásticos, quienes contribuyeron al debate y construcción de diversas ideas sobre el arte mexicano, participaron como portadistas, dibujantes, ilustradores, grabadores, y estuvieron al frente de las distintas etapas del diseño editorial. Muchas de sus obras no realizadas ex professo para las publicaciones tuvieron difusión gracias a las páginas de los libros y revistas, llegando así a muchas manos y muchos ojos.

Los ensayos y artículos de la pluma de escritores que trataron la visión estética de algún artista en especial o algún movimiento artístico del momento, así como las reseñas de exposiciones, fueron clave para que los lectores se acercaran a las discusiones sobre arte y se empaparan de las visiones estéticas de la época; no fueron pocas las exposiciones de arte que fueron organizadas, difundidas y analizadas por escritores, haciendo uso de los circuitos literarios. El libro se encuentra dividido en los siguientes apartados: Los albores del siglo XX, Los discursos artísticos entre 1920 y 1925, Crítica de arte en la prensa cultural y Poesía y crítica del “Grupo sin grupo”.

El libro de Ibarra atiende de manera específica los proyectos hemerográficos más importantes de los años 20, sin duda la época de oro del periodismo cultural, desde el ángulo de la presencia de los textos sobre arte, lo que contemporáneamente denominamos crítica de arte: Horizonte. Revista Mensual de Actividad Contemporánea; Forma. Revista de Artes Plásticas; Mexican Folkways. Arte. Arqueología. Leyendas. Fiestas. Canciones; Ulises. Revista de Curiosidad y Crítica; ¡30-30! Órgano de los Pintores de México. Cada una de estas publicaciones, desde su espectro temático, su orientación ideológica y estética, y a partir de su propia materialidad, apuntaló la relación visualidad-escritura y contribuyó a la consolidación de un contexto cultural marcado por las colaboraciones entre artistas de la imagen y artistas de la palabra.

En las múltiples relaciones entre el discurso verbal y el visual, la crítica de arte resulta de enorme valor para comprender la recepción de las obras y saber cómo se tejían afinidades estéticas y cuáles eran las percepciones en torno a la creación de ciertos autores. Es menester recordar que, en el periodo que abarca Escritores de imágenes y pintores de discursos, la figura del crítico de arte no se había consolidado aún como quien ejerce un oficio independiente y eran los propios artistas de la palabra o de la imagen, no los teóricos ni los académicos, quienes se ocupaban de esta labor. Sin José Juan Tablada, Xavier Villaurrutia o Arqueles Vela, por citar sólo tres nombres emblemáticos, la crítica de arte no se habría perfilado como lo hizo ni hubiera echado las raíces de lo que, a partir de la segunda mitad del siglo XX, sería una actividad independiente y de vital importancia para la retroalimentación de la creación y la difusión artística. A propósito de la crítica de arte y de su puesta en valor que se presenta en el libro, Fernando Ibarra menciona lo siguiente:

Me parece importante enfatizar la falta de estudios que contemplen la crítica de arte como engrane de una maquinaria cultural compleja donde intervienen otros quehaceres humanos como la historia, la política y la literatura. Si bien es cierto que, al tratarse de ensayos en su mayoría, se puede pretender una aproximación que parta de las mismas coordenadas de análisis, el objeto de la crítica exige un acercamiento distinto tanto por su contenido estrictamente literario, como por su contenido discursivo sobre las artes (p. 260).

Este libro llena un vacío, precisamente, respecto a esta falta de estudios que consideran la crítica de arte desde la perspectiva mencionada y se convierte en una referencia obligada para quienes desean acercarse al tema. Tanto en lo que respecta a la crítica de arte como a los demás temas que se abordan en el texto, considero importante destacar la valiosa contribución del autor con una recopilación bibliohemerográfica especializada en estos temas, referencias que habían estado dispersas en distintos materiales. Fernando Ibarra menciona que basó su investigación en documentos originales (pp. 15-16), con el fin de evitar afirmaciones reduccionistas y repetir lugares comunes. Agrega el autor que en la consulta de fuentes otorgó un valor prioritario a Revista de Revistas y El Universal Ilustrado, suplementos culturales publicados ininterrumpidamente durante los años que aborda su investigación y cuyos contenidos, a decir del propio Ibarra, son imprescindibles para entender el desarrollo de la crítica de arte en México y su repercusión en algunas manifestaciones poéticas. Dos libros fueron clave también para sustentar varias de las ideas expuestas: Arte moderno y contemporáneo de México (1952) y El lenguaje de la crítica de arte (1965), ambos de Justino Fernández.

Sin duda, uno de los mayores aciertos del autor fue incluir una sección sobre la influencia que tuvo en la producción literaria, específicamente en la poesía, la producción plástica. En el capítulo “Creación poética y ejercicios de écfrasis” se abordan algunos ejemplos atinadamente elegidos de poemas que tienen un referente plástico y que, como sucede siempre con los textos ecfrásticos, se convierten en una reflexión sobre la representación misma, sus límites, alcances y fronteras. Me parece particularmente destacable el énfasis puesto en Pellicer, en su ojo de poeta predispuesto a la plástica, al color, y la atinada reflexión de Ibarra Chávez sobre la importancia de la sinestesia en la obra de varios de los poetas del periodo, como el propio Pellicer o Villaurrutia, quienes en su poética atendieron de manera constante motivos y temas de la plástica.

Cada vez que abro este libro encuentro un dato o un ángulo nuevo. Se trata de un texto en el que percibo ecos de muchas de mis propias preocupaciones de investigación, exploradas de manera muy lúcida por Fernando Ibarra. Me parece que con el paso del tiempo Escritores de imágenes y pintores de discursos. Literatura y crítica de arte en la prensa cultural de México (1900-1930) se convertirá en un texto referencial para quienes se propongan comprender mejor cómo se constituyó el campo artístico en las primeras décadas del siglo XX, cómo se generó un contexto de confluencia, reciprocidad y comunión no exento de polémicas y disputas entre los artistas de la palabra y los artistas de la imagen, cuáles fueron los muchos obstáculos y luchas en el intento por consolidar un “arte nacional/nacionalista” que recogiera, sintetizara y representara las muchas caras de lo que somos como nación, en un momento en que la noción misma de nación mexicana se estaba construyendo.

Es un libro que arroja luz para los estudiosos de la historia, de la literatura, de la historia del arte, del diseño y de las artes plásticas; que abona a los estudios sobre intermedialidad e iconotextualidad en América Latina y nos deja con un escenario claro de las relaciones entre los escritores y los artistas plásticos a inicios del siglo XX, relaciones que se estrecharán y cuya naturaleza se hará más compleja y polimorfa a lo largo de las siguientes décadas. Además, se trata de un libro que cobra relevancia especial para la Hemeroteca Nacional de México, pues en sus páginas se abordan muchas publicaciones que se custodian en ella y que este libro ayuda a visibilizar como parte de nuestro patrimonio escrito. Deseo de corazón que sea un libro muy leído y que sea la semilla de nuevas investigaciones sobre las convergencias entre la literatura y las artes visuales en México.

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