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Llegada del “Compuesto 606” a la ciudad de México y construcción de la escena enunciativa en el discurso de la prensa


Arrival of “Compound 606” in Mexico City and Construction of the Enunciative Scene in the Press Discourse

José Israel Rivera Terrazas*

* Universidad Panamericana, Escuela de Comunicación, Ciudad de México. México, jirivera@up.edu.mx, https://orcid.org/0000-0002-1566-3320.



Resumen

El Compuesto 606 o Salvarsán, desarrollado por el médico alemán Paul Ehrlich a principios del siglo XX, representó una esperanza para terminar con la epidemia de sífilis que azotaba al mundo en aquella época. Por tal motivo, su llegada a México provocó gran expectativa en la prensa nacional, que cubrió con particular interés sus primeras aplicaciones en pacientes, así como los debates suscitados entre los médicos que estaban a favor o en contra del fármaco. A partir de esos sucesos, este artículo analiza las escenas enunciativas y la representación discursiva de los pacientes, la sífilis y el Salvarsán en los textos publicados por diversos periódicos de la ciudad de México en 1908-1912, tras el arribo de “La gran fórmula Ehrlich”.



Abstract

Compound 606, or Salvarsan, developed by the German physician Paul Ehrlich at the beginning of the 20th century, represented a hope to end the syphilis epidemic that plagued the world at the time. For this reason, its arrival in Mexico sparked great expectations in the national press, which covered with particular interest its first applications on patients, as well as the debates that arose among the physicians who were for or against the drug. Based on these events, this article analyzes the enunciative scenes and discursive representation of patients, syphilis, and Salvarsan in the light of the texts published by several newspapers in Mexico City from 1908 to 1912, after the arrival of “Ehrlich’s great formula”.

Recepción: 30.09.22 / Aceptación: 27.10.22

bg01.Mar.23; 6(1)

Palabras clave: Sífilis, Salvarsán, prensa mexicana, periodismo especializado, discurso.
Keywords: Syphilis, Salvarsan, Mexican press, specialized journalism, discourse.

Introducción1

El compuesto número 606 para tratar la sífilis representó un hito en la medicina a nivel internacional, y México no fue la excepción, pues este nuevo fármaco que desarrolló el médico alemán Paul Ehrlich (1854-1915) con la colaboración del bacteriólogo japonés Sahachiro Hata (1873-1938) y que se distribuyó comercialmente como Salvarsán, demostró ser un tratamiento eficaz contra el Treponema pallidum, bacteria de la sífilis. Este medicamento, además, ofrecía menor toxicidad a los pacientes, a diferencia del mercurio, empleado como terapia de primera línea contra esta enfermedad de transmisión sexual.

La aparición del 606 generó tantas expectativas por la posibilidad de curar la “avería”, como la llamaban algunos periódicos, que diversas publicaciones distribuidas en la ciudad de México durante la primera década del siglo XX difundieron con interés todo tipo de informaciones sobre este compuesto. Eran textos que relataban sus primeras pruebas y presentaciones ante sociedades médicas en Europa, particularmente su llegada a México en octubre de 1910 y su aplicación y efectos, tanto favorables como adversos, en los pacientes.

Tal era el júbilo por el desarrollo de este medicamento que incluso en otras latitudes le dedicaron versos, como fue el caso del poeta asturiano José Benito Álvarez-Buylla, quien en 1910 le escribió una poesía, publicada en la revista literaria española Prometeo en 1910:2

606
¡Ehrlich! el precursor, el apóstol, el sabio
que tiene al mundo entero pendiente de su labio.
Aquel que en las sombrías salas de un hospital
vio surgir una aurora de un tubo de cristal.
¡Ehrlich!, sajón y rubio, protector amoroso
de la santa ramera, del pobre crapuloso,
del que luce en su cara los estigmas del vicio,
del bachiller que en lides de pasión fue novicio,
de la que harta de goces como manda natura
debilitó su cuerpo con excesos de hartura,
del que besó las llagas y libó la ponzoña
y alcoholizó sus venas por disolver la roña,
del pelado, granudo, fofo, imbécil o loco,
de aquellos que su muerte importaría muy poco.
¡La sífilis sucumbe!, suene el áureo trombón.
¡Ya no existe avariosis! ¡¡Gloria a Ehrlich el sajón!!

Es necesario señalar que la introducción del Salvarsán y sus primeras pruebas en México ocurrieron durante una etapa de revuelta social y política, porque coincidió con el fin del Porfiriato y el inicio de la Revolución mexicana. Con todo y lo anterior, los periódicos dedicaron considerables espacios en sus planas y cubrieron con interés este tema, por su relevancia social.

Incluso desde antes del arribo del 606 a territorio mexicano, la sífilis era de interés periodístico. En 1899 y 1902 los periódicos reportaron los viajes de contingentes de médicos mexicanos, entre ellos Porfirio Parra, Jesús Zenil y Ricardo Cicero, enviados a Europa a participar en las Conferencias Internacionales para la Profilaxis de la Sífilis y las Enfermedades Venéreas. Y en 1908 siguieron el inicio de la campaña formal del gobierno contra la enfermedad,3 algunos años después de que los médicos mexicanos se enteraran del descubrimiento del agente productor de la sífilis, hecho por el zoólogo alemán Fritz Schaudinn4 (1871-1906) y de que se conociera la reacción de Wassermann5 en su diagnóstico, y un año antes del desarrollo del fármaco de Ehrlich para su tratamiento.6

Este interés de la prensa deriva, quizá, del impulso originado en la segunda mitad del siglo XIX que trajo consigo gran efervescencia en la edición y circulación de publicaciones periódicas especializadas de diversa índole, como las literarias, infantiles, obreras, femeninas, católicas y científicas, entre estas últimas algunas dedicadas exclusivamente a la medicina. Asimismo, permitió los primeros pasos de un nuevo formato de periodismo que, además de adoptar un modelo empresarial muy acorde con la idea de progreso de esos años y utilizar maquinaria de última generación para la formación e impresión de los ejemplares, dirigió sus baterías hacia nuevos temas, enfoques y técnicas de acopio y redacción de información, que a su vez dieron pie a la aparición formal en la prensa nacional de la figura del “reporter” o reportero: “el cazador que recoge y lanza la noticia aún fresca, cuando todavía el suceso es palpitante. Ya no se le pide un estilo de maestro, sino buenos pies, un ojo avisado e investigador”.7

También coincide, por otro lado, con el inicio de la medicina moderna mexicana, que abrazó las teorías de la bacteriología; la implementación de políticas y campañas destinadas a extender los beneficios de la salud a lo largo del territorio nacional; el desarrollo de centros especializados para la atención de enfermedades, como el Hospital General de México, inaugurado en 1905, y la formación y profesionalización de nuevas generaciones de médicos que poco a poco fueron ganando legitimidad, reconocimiento social y autoridad en la esfera pública, esto último con el apoyo de la prensa.8

Dichas acciones de política sanitaria se cruzan con el incremento de la prevalencia de la enfermedad, lo cual provocó que durante ese tiempo aumentara “el odio a la sífilis (‘sifilofobia’)”,9 sobre todo porque, debido a la forma de contagio de los “padecimientos venéreos”, entre ellos la sífilis, éstos eran vistos por la sociedad como “asquerosos y vergonzosos” y, por sus efectos, considerados “un peligro para la herencia y el mejoramiento de la raza”.10

A partir de lo expuesto, el objetivo de esta investigación es analizar, por un lado, las escenas enunciativas en textos informativos y de opinión publicados por algunos periódicos mexicanos entre 1908 y 1912. Y, por otro lado, la representación de los pacientes, la sífilis y el Salvarsán en el discurso periodístico.

Una parte del valor de la prensa como fuente se encuentra en la amplia información que guarda y que incluye lo dicho por los diversos grupos o sectores sociales en un momento histórico específico. El discurso periodístico ofrece los datos y el contexto de un acontecimiento, pero también representa el lugar de habla de los actores que participan en él.

Se ha elegido el análisis del discurso periodístico para mostrar la compleja escena social de México en la endemia de sífilis, y la esperanza que representó el Compuesto 606 a principios del siglo XX para mitigar la enfermedad; además, sirve como recurso para desvelar los procesos de índole discursiva que subyacen en las representaciones de la enfermedad y de los pacientes.

En la constitución del corpus de estudio se realizó una primera selección por medio del catálogo de la Hemeroteca Nacional Digital de México (HNDM), en donde se hizo una búsqueda de cinco palabras clave que remiten al tema de investigación: sífilis, avariosis, Salvarsán, Ehrlich y avería.11 La consulta en el catálogo se centró en los periódicos publicados en la ciudad de México, de acceso público, entre 1908 y 1912.12

La delimitación cronológica de la búsqueda se basa en la selección de tres coyunturas históricas relacionadas con el acontecimiento: 1908, el inicio de la campaña formal del gobierno contra la sífilis; 1910, el arribo del Salvarsán a México y las primeras aplicaciones en pacientes, y 1912, la sustitución del Compuesto 606 por el 914 o Neosalvarsán, la fórmula renovada de Ehrlich.

Dicha búsqueda, siguiendo los criterios señalados, arrojó inicialmente 1 651 resultados totales, que fueron revisados uno por uno y tras varios descartes -entre ellos muchos anuncios publicitarios y avisos de ocasión- se mantuvieron 123 textos de una muestra heterogénea13 integrada por nueve periódicos y dos revistas en versión digitalizada, que coinciden con los objetivos del análisis: textos periodísticos (informativos y de opinión) que en su contenido incluyan una o varias de las palabras clave y en cuyo enfoque y desarrollo se refiera a la sífilis y su tratamiento (Tabla 1).

Tabla 1.

Relación de periódicos y número de textos que conforman el corpus de análisis.


El Imparcial (1896-1914) 56
La Iberia (1906-1911) 21
El Diario (1906-1913) 14
El Tiempo (1883-1912) 8
La Patria (1877-1913) 8
El País (1899-1914) 5
El Correo Español (1890-1914) 4
El Faro (1885-1932) 3
El Popular (1897-1906) 2
Revista Positiva (1901-1914) 1
Anales de Oftalmología (1898-1914) 1
TOTAL 123

Los años corresponden al rango de existencia de las publicaciones de acuerdo con el registro en Nautilo, catálogo de la Biblioteca y Hemeroteca Nacionales de México.

En cuanto a la metodología, muchos textos quedaron fuera porque, si bien en el cuerpo del texto incluyen algunas palabras clave, éstas son utilizadas en otro contexto o se refieren a un asunto distinto, no coincidente con los objetivos de la investigación. Por ejemplo, la nota publicada el 17 de julio de 1908 en El Diario, “Descúbrese un expendio de marihuana, encuentran arrobas de ese veneno”,14 incluye la palabra clave “avería”, pero para referir que un comerciante dijo que los cigarros medicinales de cannabis eran remedio “contra el asma, la bronquitis, el dolor del pecho, el pulmón y la avería”. También la nota publicada en El Faro el 16 de febrero de 1912, “Un instituto de investigaciones”, presenta la palabra clave “Ehrlich” para informar que un grupo de filántropos apoyarán la construcción de un instituto de investigación para el estudio del cáncer, y “al frente pondrán al profesor Ehrlich”. O el texto publicado el 23 de febrero de 1912 en la página 8 de El Tiempo: “El ‘606’ en Méjico”, que podría hacer pensar -tanto por el cabezal como por los primeros párrafos del cuerpo- que se trata de una noticia acerca del compuesto del doctor Ehrlich, pero en los párrafos finales se delata como el equivalente a una “publinota” actual, es decir, un texto que asemeja en su estructura y formato a una nota informativa y que se mimetiza con el resto de los contenidos periodísticos, pero que un sujeto o empresa paga al periódico para su elaboración, y su fin es publicitario.

Este último caso inicia con una mención a Ehrlich y sus méritos, que llamaron la atención de los científicos y la prensa a nivel mundial; ofrece algunos datos, como que “el Instituto Rockefeller le hizo una donación de 10,000 dólares” para ayudarlo en su objetivo, o que “dentro de dos años casi no habrá sífilis en el mundo” gracias al 606. Y al final revela su identidad: “El Dr. Clemente Swaim, de las facultades de Berlín, París y Nueva York y único discípulo autorizado del Profesor Ehrlich en México, acaba de abrir sus oficinas en la Avenida San Francisco número 10, departamento 8, en donde se aplica el maravilloso 606 de completo acuerdo con las instrucciones de su descubridor, el profesor Ehrlich”.15

Las voces en el discurso periodístico

Los periódicos ofrecen una polifonía de voces. En cada texto, la prensa se manifiesta, se hace oír, pero también reproduce lo dicho por las fuentes de información a las que acude: los expertos y protagonistas de los acontecimientos, en quienes se apoya para construir sus textos. Lo anterior significa que el discurso periodístico, en particular el informativo, no es producto de una sola voz, sino del entramado de varias que los periodistas seleccionan y que pertenecen a distintos grupos sociales, económicos, políticos e ideológicos.

A partir de esto, entenderemos por discurso “al lenguaje puesto en uso por sujetos sociales en un determinado contexto situacional y sociocultural”,16 como práctica social, y el discurso periodístico se considerará a partir de sus condiciones enunciativas, en donde el periódico y sus periodistas son el locutor y las fuentes citadas, los enunciadores, esto de acuerdo con Oswald Ducrot, quien hace una distinción entre ambos términos.17

Dichos enunciadores que los periodistas refieren conforman una estructura basada en su prominencia, reflejada, por ejemplo, en las veces que se les da la palabra, qué tan extensamente son citados y cómo se les identifica. Esa multiplicidad de voces citadas conforma una escena enunciativa que, de acuerdo con Irene Fonte Zarabozo, suele ser dinámica y variada, particularmente en los acontecimientos donde hay un conflicto o una crisis.18

En el discurso periodístico es interesante observar cómo el “discurso ajeno” (referido), siguiendo a Valentín Volóshinov, se interrelaciona dinámicamente con el “discurso transmisor” (autorial) para la difusión de la comunicación ideológico-verbal de la publicación.19 El trato que el periodista da a los enunciadores cuando los cita en un texto define su jerarquía, porque, al ser referido, el periodista no sólo busca para su discurso una prueba de veracidad y crédito a través de su voz, también le confiere un grado de autoridad a esa fuente.

Las citas suelen ser una parte muy importante de la estructura de los textos periodísticos. Incluso, muchas veces lo dicho por alguien representa el tema principal de la información. Fonte Zarabozo reconoce tres formas principales para reproducir el discurso de otros hablantes:

  1. El discurso directo, que supone la reproducción literal (aunque no siempre ocurre así) de lo dicho por una fuente. Se distingue porque, en la mayoría de los casos, el discurso del enunciador se pone entre comillas. Aunque también puede aparecer después de una raya (-), como ocurre en el registro de los diálogos entre personajes. Esta forma se considera como la de mayor prominencia, ya que “a mayor autoridad atribuida a un hablante, mayor será la tendencia a reproducir sus palabras textualmente en forma de discurso directo”,20 además de que esta forma le confiere al discurso “cierto grado de dramatismo”,21 porque evoca el habla del enunciador.
  2. En el discurso indirecto se transmite el contenido de lo dicho por el enunciador sin reproducirlo textualmente. En esta forma, que es de menor prominencia que el discurso directo, el locutor, utilizando sus propias palabras, interpreta y selecciona el contenido de lo dicho. Se reconoce por el uso del nexo subordinante “que”: Dijo que…, y por la ausencia de comillas.
  3. En la voz narrada el enunciador realiza el acto verbal, pero el locutor no refiere lo que dijo, es decir, el locutor da cuenta del acto verbal de forma global y sintética, como ocurre en el siguiente ejemplo: “El senador expuso sus puntos de vista acerca de la iniciativa de ley”.

De acuerdo con esta autora, las voces con mayor grado de autoridad “tienden a ser respetadas y mantenidas en su integridad”; por tanto, los enunciadores más destacados o prominentes son más citados de forma directa, en tanto que para los menos prominentes se utiliza más la voz narrada.

La sífilis y el Salvarsán

La sífilis es una enfermedad causada por la bacteria Treponema pallidum, transmitida por vía sexual o materno-fetal y que evoluciona de forma crónica. Cursa con periodos sintomáticos generalmente cortos, separados entre sí por estadios de aparente buena salud que pueden durar semanas o años. Se desarrolla en tres etapas:22

  1. En la primaria aparece entre 3 a 4 semanas después del contagio una úlcera indolora (llamada chancro) en el lugar de la infección, esto ocurre generalmente en el pene, vulva, vagina o ano, que se cura en un periodo de 3 a 6 semanas.
  2. En la secundaria hay erupción cutánea de duración variable, que no causa escozor y que aparece a menudo en el tronco y cubre todo el cuerpo, incluso palmas de las manos y plantas de los pies. También aparecen unas protuberancias indoloras, blancas y planas en zonas húmedas de la piel, como boca, axilas, genitales y ano. Estas protuberancias tienen muchas bacterias de la sífilis que pueden reventarse y supurar, por lo que son muy infecciosas. Además de esto, se presenta fiebre, fatiga, dolor de cabeza y pérdida del apetito.
  3. La terciaria o tardía se desarrolla en un tercio de las personas sin tratamiento. Se manifiesta de tres formas:

  1. Benigna, que aparece entre 3 y 10 años después del contagio y se manifiesta a través de unos crecimientos blandos y gomosos, llamados gomas sifilíticas, principalmente en la cara, piel cabelluda, parte superior del tronco y piernas, aunque también aparecen en hígado y hueso. Éstas pueden abrirse, dejar cicatrices y, si no se tratan oportunamente, dañar el tejido circundante.
  2. Cardiovascular, que empieza entre 10 y 30 años posteriores al contagio y provoca infección en los vasos sanguíneos que se conectan con el corazón, entre ellos la arteria aorta, lo cual provoca debilitamiento de las paredes de los vasos y la formación de aneurismas, causando dificultad para respirar, dolor torácico e insuficiencia cardiaca.
  3. Neurosífilis, ocurre en 5% de las personas con sífilis no tratada, y afecta al cerebro y médula espinal. Puede provocar cambios graduales en el comportamiento, temblores, dolor intenso en espalda y piernas, pérdida de la visión, reducción de la sensibilidad, dificultad para controlar la micción, parálisis, meningitis e inflamación de las arterias cerebrales, que pueden llevar a un accidente cerebrovascular.

El origen de la sífilis es incierto, incluso hoy aún no existe una postura definitiva al respecto. De acuerdo con Lourdes Márquez Morfín: “la controversia acerca de su procedencia data de 1943, cuando adquiere carácter epidémico”.23

En un afán de situar geográficamente su origen, y hallar culpables de su propagación, a lo largo de los años esta enfermedad ha recibido distintas denominaciones. En Italia, Alemania e Inglaterra se le conocía como el “mal francés”, y en España era “morbo gálico”; en Francia, “mal napolitano”; en Rusia, “enfermedad polaca”; en Polonia, “enfermedad alemana”; en Portugal y los Países Bajos, “enfermedad castellana”, y en Turquía, “enfermedad cristiana”.24 Tanto en México como en otras partes de América se ha encontrado en restos prehispánicos; “en la Nueva España tanto indios como españoles padecían sífilis”.25

Según la “hipótesis colombina”, la sífilis fue llevada de América a España por la tripulación de Cristóbal Colón en 1493. El ejército del rey Carlos VIII de Francia contribuyó a su propagación por Europa, pues lo conformaban franceses, españoles, suizos y mercenarios de otras regiones europeas, y a finales de 1495 se movió hacia Italia, para conquistar el reino de Nápoles. Tras ser sitiados, el ejército napolitano cayó, pero poco tiempo después una alianza entre los príncipes italianos provocó la derrota de los franceses. En ese acontecimiento se registró una epidemia de sífilis entre los soldados de Carlos VIII, quienes fueron culpados de difundir la enfermedad en Italia y, tras el término de las batallas, de llevarla por toda Europa cuando las tropas regresaron a casa.

Sin embargo, otra hipótesis, la “precolombina”, apunta hacia otra dirección. Tras descubrir lesiones aparentemente provocadas por sífilis en etapa tres en esqueletos de monjes, encontrados en un convento al norte de Inglaterra, que datan de entre los años 1300 y 1450, estudios realizados por la Universidad de Bradford sugieren que la enfermedad ya estaba presente en Europa mucho antes de que Cristóbal Colón saliera de España.26

Además de las anteriores, ha recibido otras denominaciones. Se cree que el término sífilis fue acuñado en 1530 por un poema del médico italiano Girolamo Fracastoro (1478-1553) que menciona a un pastor, Syphilus, castigado con la enfermedad por desafiar a los dioses.27 También ha sido conocida como “lúes", epidemia en latín, y “avariosis” o “averiosis” -del francés avariose- que, en México, a partir de una derivación de ese nombre, terminó por ser denominada de forma despectiva por algunos periódicos y médicos como “avería”.

Al respecto, un texto publicado en El País explica que el nombre de “avería” para designar la sífilis surgió a partir de que el dramaturgo y periodista francés Eugène Brieux (1858-1932) escribió y presentó en 1901 la obra “Les Avariés” (que podría traducirse como los “averiados” o ”dañados”), la cual “causó honda sensación cuando se presentó y tomó proporciones de tumulto popular la salida del público del teatro en que se exhibió”. En ella, su autor “no dio al mal el nombre con que era generalmente conocido, sino que lo señaló con el delicado eufemismo de l’avarie (en castellano, la avería)”.28

Desde el siglo XVI, el mercurio era el remedio que se prescribía en emplastes, lavados, píldoras, inyecciones y vapores para intentar aliviar los malestares de los pacientes durante todas las etapas de la sífilis. De ahí que se popularizara el dicho “Una noche con Venus y una vida con Mercurio”, debido al uso prolongado de este metal como paliativo contra la enfermedad de transmisión sexual. Pese a su toxicidad y poca efectividad -las personas sufrían manifestaciones adversas como caída de piezas dentales y del pelo, vómitos, debilidad muscular, reducción del tabique nasal, fuertes dolores, daño renal e, incluso, la muerte por intoxicación-, el mercurio fue utilizado durante siglos como tratamiento de primera línea contra la sífilis, aun durante el embarazo. Lo anterior debido a que médicos eminentes como Herman Boerhaave (1668-1738), su discípulo Gerard van Switen (1700-1772) y Alfred Fournier (1832-1914), uno de los médicos más destacados de la sifilografía del siglo XIX, defendieron su uso.29

Con la llegada de los compuestos de arsénico, el uso del mercurio fue disminuyendo (aunque no se eliminó del todo), porque demostraron ser tratamientos efectivos contra la sífilis, entre ellos la arsfenamina, conocida popularmente como el “remedio Ehrlich-Hata”, “fórmula o compuesto 606” o, simplemente, “606”, y que en 1910 recibió su nombre comercial: Salvarsán, como lo indica la nota breve que publicó El Imparcial:

En estos días ha sido entregado al comercio, en Alemania, y bajo el nombre de Salvarsán, el ya famoso preparado Ehrlich-Hata, “606”. Las ampolletas contienen, además del preparado, un gen inerte para impedir la oxidación y, por lo tanto, su descomposición, y tienen un contenido de 0.6 gramos. Toda la producción quedará bajo el control de Ehrlich. De esta manera, el preparado que salga de la fábrica ya para librarse al comercio, pasará antes, en el Instituto Biológico Speyer, bajo la propia vigilancia del sabio profesor Ehrlich, evitándose así la venta de los productos similares al Salvarsán que pudieran ser sumamente venenosos.30

Al médico Paul Ehrlich31 corresponde el honor de dar a conocer este compuesto novedoso para el tratamiento de la sífilis el 10 de abril de 1910, durante el Congreso de Medicina Interna en Wiesbaden, Alemania. Con las “balas mágicas” -como Ehrlich las denominaba, debido a su función como arma selectiva que apunta a receptores químicos específicos del parásito, sin dañar las células anfitrionas-, inicia la era de la quimioterapia, es decir, la terapia médica con productos químicos.

Kent A. Sepkowitz señala que el trabajo de Ehrlich llegó en un momento de gloria para la ciencia: “Louis Pasteur y Robert Koch habían hecho sus observaciones fundamentales sobre la patogenia microbiana. El éter se había vuelto ampliamente disponible, revolucionando la cirugía; y los descubrimientos de Marie Curie y Wilhelm Roentgen habían introducido la radiografía, alterando radicalmente la forma en que se percibía el cuerpo. La ciencia médica era la nueva favorita del mundo”,32 por lo que los descubrimientos de Ehrlich encajaban a la perfección.

Ehrlich se interesó en los compuestos a base arsénico, a partir de los estudios realizados por Harold Wolferstan Thomas, de la Liverpool School of Tropical Medicine, con Atoxil para tratar la enfermedad del sueño, un compuesto que había sido estudiado a mediados del siglo XIX por el científico francés Antoine Béchamp, pero ignorado durante 40 años, hasta que Walter Schild, médico alemán, lo retomó para tratar afecciones de la piel.

El “sabio profesor alemán”, como es nombrado frecuentemente en la prensa, formó un equipo que incluía al bacteriólogo Sahachiro Hata y al químico orgánico Alfred Bertheim (1879-1914). Cuando aclararon la estructura del Atoxil, “se dispusieron a ‘ajustarlo’ químicamente para aumentar su potencia y reducir su toxicidad. Avanzaron poco a poco, compuesto por compuesto, hasta que encontraron el equilibrio adecuado entre actividad y seguridad”.33 La arsfenamina fue el compuesto número 606 que probaron con éxito.

En los meses y años siguientes, la literatura médica y la prensa estuvieron inundadas de textos sobre el tema. Los Anales de Oftalmología mencionan que en la última sesión de la Sociedad de Oftalmología de Berlín sólo se habló de las “propiedades antisifilíticas muy notables” del 606, y de que los resultados obtenidos por varios médicos en gran número de pacientes “llenaron de admiración a los oyentes”. En el artículo se dice que “varios observadores han notado que después de una inyección, los síntomas graves desaparecerían en pocos días, mientras que el tratamiento mercurial necesita un tiempo más largo para producir el mismo efecto”. Por ello, consideran que, “si los efectos obtenidos tan rápidamente son durables, el 606 producirá una revolución en el tratamiento y profilaxis de la sífilis. Es casi una vacunación”.34

Debido a problemas de solubilidad, Ehrlich y su equipo, luego de hacer nuevas pruebas, formularon la neoarsfenamina, el compuesto 914 o Neosalvarsán. En 1930 se refinó aún más, pero durante todo ese tiempo se convirtió en el medicamento de primera elección para el tratamiento de la sífilis, hasta la introducción de la penicilina una década después.35

Los periódicos y sus escenas enunciativas

Reiteramos que los textos periodísticos, sobre todo los informativos, presentan múltiples voces, a partir de la selección que los periodistas realizan de sus enunciadores y con las cuales construyen “un escenario verbal e ideológico”.36 Asimismo, a partir de esa selección, se perfila una mayor o menor prominencia de los hablantes y también de los temas, a partir de su profesión, cargo, género, estrato social y creencias religiosas y políticas, como mostramos a continuación.

Para iniciar, en cuanto al número de contenidos publicados por los 10 periódicos consultados, observamos que la mayor producción textual se hizo en 1910. A este año corresponden cerca de la mitad de los textos analizados -57 de los 123 que conforman el corpus-, algo que se esperaba, si se toma en cuenta que este hecho coincide con la aparición del 606 en la escena médico-científica mundial y su arribo a México, así como con las primeras demostraciones de su aplicación en pacientes con sífilis. Lo anterior provocó un franco interés de la prensa de la época por conocer más del nuevo medicamento que, desde la óptica de la mayoría de los periódicos, entre ellos El Correo Español, representaba “un verdadero remedio que pone fin a una de las más graves dolencias que han afligido a la humanidad durante muchos siglos”.37

Pero además de esto, la cobertura periodística enfocada en la sífilis, su prevalencia, los tratamientos farmacéuticos y las políticas públicas para su control, con un gran peso desde la perspectiva moral, ya traían una inercia que surgió en 1908, cuando arrancó la campaña formal del gobierno contra la enfermedad, a causa del incremento de casos en todos los estratos sociales, y coincide con el segundo periodo de mayor producción de textos sobre el tema, según se registra en el corpus, con 34 notas informativas y artículos (Tabla 2).

Tabla 2.

Textos publicados por año.


1908 34
1909 12
1910 57
1911 12
1912 8
TOTAL 123

De esto da cuenta El Imparcial en un artículo publicado en portada, acompañado de dos balazos -“Una enfermedad que es terrible carcoma social” y “Se va a emprender en México una gran campaña médica”- y que dice:

Se informa que en México, a semejanza de lo que en Francia ha hecho el Dr. Alfredo Fournier, iniciará una campaña médico-social para informar sobre la avería, que incluye información sobre formas de contagio, síntomas y evolución de la enfermedad. […] Nos referimos a la sífilis (que designaremos con el discreto eufemismo de “avería” aceptado en muchos países) que en México hace estragos espantosos.38

En este texto se informa que la Academia Nacional de Medicina, preocupada por el desarrollo de la “avería” en el país, comisionó a los doctores Jesús González Ureña, Ricardo Cicero y Francisco Bulman para presentar un dictamen “indicando la manera más conveniente, a su juicio, de emprender una verdadera campaña de profilaxis”, agregando que González Ureña “tiene en su poder reglamentos y publicaciones hechas en los principales centros médicos del mundo para contener el avance de la avería”.39

De los 123 textos analizados, 79 presentaron al menos una forma de discurso referido. El discurso directo, que supone la reproducción literal de lo dicho por el enunciador, fue la forma más usada y está en 42 textos. La voz narrada, donde el enunciador realiza un acto verbal pero el locutor no lo refiere y sólo ofrece una forma global y sintética de lo dicho, ocupa el segundo lugar, con 35. El discurso indirecto, donde el locutor transmite con sus palabras lo dicho por el enunciador, fue la forma menos usual y se encontró en 28 textos. Esto apunta, siguiendo a Fonte Zarabozo, a que los periódicos querían mostrar la autoridad de las personas que citaron, dar crédito a su voz y, al mismo tiempo, perfilar una postura ideológica sobre el asunto de la sífilis, su prevención y tratamiento, a través de la reproducción de su discurso, ya que “las voces de máxima autoridad tienden a ser respetadas y se mantienen en su integridad”.40

El discurso directo, al que más han recurrido los periódicos analizados, se presenta de tres formas distintas en los diarios:

  • 1. La cita entre comillas, con atribución al principio. La forma más común, que es como se muestra en el siguiente ejemplo:

El doctor Domingo Orvañanos, presidente actual del Consejo Superior de Salubridad, fue a quien primero consultamos. He aquí lo que opina: “Mi opinión es que la transmisión de la avería por medio de la linfa vacunal no existe…” (“La benéfica vacuna en México es un grave peligro”, El Imparcial, 26 de mayo de 1912).41

  • 2. Entre comas, la cita se escribe sin comillas, acompañada de un verbo activo y una atribución:

En mi clientela, dice el Dr. Mendizábal, no ha habido día, desde que se inició por la prensa la campaña contra la Avería, que no se me interrogue… (“Publicar detalles de la ‘avería’ es producir una avería social”, El Diario, 4 de julio de 1908).

  • 3. Se reproducen textualmente, y sin comillas, las palabras de los enunciadores usando una raya (-) antes de la cita. Esta forma se presenta para dar cuenta de una entrevista, introducir las palabras del entrevistador y del entrevistado, o sólo para registrar lo dicho por la fuente:

-¿Es posible transmitir la avería por la linfa vacunal humanizada?
-Solamente bajo ciertas condiciones referentes al vacunífero y a la linfa, es posible la inoculación. (“Un ‘práctico’ echa en sus hombros una vieja bata…”, El Imparcial, 3 de junio de 1912).

Los médicos son la principal fuente de información para los periódicos y, por tanto, a quienes más se cita a través del discurso directo. Por un lado, esto es comprensible, porque para construir textos a partir de un asunto tan especializado como la salud se requiere de fuentes con conocimientos muy específicos. Pero, por otro lado, detrás de la elección de ciertos enunciadores, se desvela una intención en el discurso periodístico. La mayoría de los médicos citados son representantes o miembros de academias, sociedades y hospitales, como el Consejo Superior de Salubridad, la Academia Nacional de Medicina, la Sociedad Médica Pedro Escobedo o el Hospital General. Los cinco médicos más referidos son Gregorio Mendizábal, Francisco Hurtado, Juan Manuel González Ureña, Enrique del Bosque y José Terrés.

Tabla 3.

Relación de los médicos más citados.


Referencias totales Por discurso directo Por discurso indirecto Por voz narrada
Gregorio Mendizábal 9 3 2 4
Francisco Hurtado 8 0 4 4
Juan Manuel González Ureña 7 2 2 3
Enrique del Bosque 7 1 3 3
José Terrés 7 1 2 4
Jean Alfred Fournier 4 3 0 1
Eduardo Liceaga 3 3 0 0
Ricardo Cicero 3 0 0 3
Rafael Lucio 2 2 0 0

Y como se observa en la tabla, Gregorio Mendizábal, identificado en los textos como presidente de la Sociedad Médica “Pedro Escobedo” y director del Hospital Juárez, es además el más citado por discurso directo, a la par de Jean Alfred Fournier, dermatólogo francés célebre por sus aportaciones al estudio de la sífilis, y Eduardo Liceaga, referido en los textos como director de la Escuela de Medicina y presidente del Consejo Superior de Salubridad.

Lo anterior podría indicar que, por su perfil, los diarios mantienen la prominencia de estos tres médicos, frente al resto, como enunciadores en el contexto de la cobertura. Esto tiene más sentido si se correlaciona con las fechas de publicación. Las tres veces que se cita mediante discurso directo a Gregorio Mendizábal corresponden a 1908, dos veces en El Imparcial y una en La Iberia, cuando inicia la campaña formal del gobierno contra la sífilis y Mendizábal era el presidente de una de las sociedades médicas más respetadas de la época.

Lo mismo ocurre con Jean Alfred Fournier (1832-1914): de cuatro citas, tres son por discurso directo, dos en El Imparcial y una en La Iberia, también en 1908, y se entiende porque sus conocimientos fueron retomados para incorporarlos a la campaña desde el ámbito médico y moral, ya que fundó la Sociedad Francesa de Profilaxis Sanitaria y Moral, dedicada a la difusión de conocimientos sobre sífilis y otras enfermedades de transmisión sexual.

Al respecto, El Imparcial informa que la campaña se basa en el texto “Para nuestros hijos cuando tengan dieciocho años” escrito por Fournier, y se retoman sus ideas porque a partir de la iniciativa para la creación de la agrupación “integrada por sabios, por hombres de letras, por sacerdotes y también por señoras”, y en toda Europa, “Francia seguramente es la que con más afán combate hasta ahora en contra del flajelo [sic], quizá porque íntimamente está convencida de que fueron sus ancestros los primeros en propagarla por la Europa, nos decía ayer un sabio y modesto médico”.42

Sin embargo, tanto El Imparcial como La Iberia criticaron creencias de Fournier, como la siguiente frase, publicada en ambos: “La avería una vez adquirida, no se extingue más que con la muerte del paciente”, porque en México los médicos y los pacientes, a partir de los nuevos tratamientos, tenían la esperanza de encontrar una cura. Ante esto, El Imparcial escribió: “Quizás esto último lo haya dicho Fournier tratando de amedrentar, porque lo cierto es que la avería es curable siempre que se atienda inmediatamente después de contraída”.43

Mientras que La Iberia manifestó que los enfermos, al creer en la aseveración de Fournier, “al considerar su enfermedad incurable, se aplicarán una pistola a la frente y se arrancarán una vida que, sin esperanza, les parecerá pesado fardo”.44 En el texto de La Iberia también se menciona a Rafael Lucio (1819-1886), mexicano destacado en el campo de la medicina y la ciencia, exdirector de la Escuela Nacional de Medicina y miembro fundador de la Academia Nacional de México, quien fue recordado y referido por discurso directo a través de la frase: “El que la tuvo, la tiene”, que remite a la imposibilidad de curar la enfermedad, considerando su dicho una “anticuada aseveración del Dr. Lucio”.45 Por eso, para este diario era importante revivirla y destacarla, porque le preocupaba que, viniendo de él, contradijera los esfuerzos de los médicos y del gobierno para combatir y controlar la enfermedad, y que esto permeara negativamente en el ánimo de la sociedad de la época.

Incluso hay atisbos de ese mismo pensamiento en la cultura. Por ejemplo, la frase (“El que la tuvo, la tiene”) se logró colar en la obra El amor de las sirenas (Los destripados) que el escritor y periodista mexicano Heriberto Frías (1870-1925) redactó en 1908 durante su estancia en la Cárcel de Belén: “los vicios que en ese híbrido París-Tenochtitlán ofrecen su amor a los estudiantes y obreros que de ‘Provincia’ allí caen y que se hunden destripados, casi siempre perdidos, si no se aferran, antes de agotar en la vorágine toda su vergüenza y toda su razón, como única redención posible, al trabajo y al hogar”;46 más adelante se lee en esa novela: “Acuérdate que llevas dentro la saliva tóxica de las sirenas: del Alcohol -‘¡el que ha bebido, beberá!’-, del Juego -‘¡el que ha jugado, vuelve a jugar!’- y de la Sífilis -‘¡el que la tuvo, la tiene!’-. Es el pasado que gozaste y que te ha de envenenar y me ha de vengar”.47

En el caso de Eduardo Liceaga, las tres referencias por discurso directo ocurren en 1910, en las páginas de El Imparcial, La Iberia y El Diario, ya que en su posición de presidente del Consejo Superior de Salubridad era importante mantener su jerarquía y permitir que mencionara, con sus propias palabras, qué diligencias hizo para que el 606 llegara a México y cómo se llevó a cabo la aplicación de la fórmula Ehrlich en el anfiteatro del Hospital General, el viernes 25 de noviembre a las 11 de la mañana.

Además de médicos, Liceaga invitó a miembros de la prensa a atestiguar la primera aplicación de la fórmula de Ehrlich, como lo corrobora El Tiempo: “Fuimos invitados galantemente por el señor doctor don Eduardo Liceaga para una sesión científica que se verificó la mañana de hoy en el Hospital Militar. Se trata de aplicar uno de los medicamentos que más ha llamado la atención pública en todo el mundo: el llamado 606, que por primera vez fue inyectado a enfermos en México”.48

Las notas y crónicas dan cuenta, en extenso, de las palabras que Liceaga pronunció aquel día antes de que fueran inyectados un hombre y una mujer, cuyos nombres no fueron revelados, pero que en ambos casos “se había previamente comprobado la existencia de la enfermedad y se procuró que se tratara de atacados en el último periodo, es decir, cuando ya muy pocas esperanzas había de salvarlos apelando a los otros remedios anteriormente preconizados por la ciencia”. En su discurso, Liceaga habló de la importancia del 606:

Hay un acontecimiento de orden científico que ha tenido el privilegio de despertar la atención no solamente de los médicos, sino del público en general, y es que se trata del descubrimiento de un remedio que, en una sola aplicación, puede hacer desaparecer una de las enfermedades que causan la desgracia de la especie humana y cuyos estragos no solamente se hacen sentir en el individuo enfermo, sino en la especie, siendo capaces de sembrar la desunión y la desgracia de familias que no merecían haberla sufrido. Se trata del remedio marcado con el número 606 y descubierto por Ehrlich.49

También dio cuenta de cómo las seis dosis fueron proporcionadas por el médico Manuel Barreiro, “secretario de la Legación mexicana en Berlín”, quien las adquirió de “un amigo personal” que también era amigo de Ehrlich. De modo que, como expresó Liceaga, no fue posible “dudar de la legitimidad del producto”.50 Y aprovecha para destacar la importancia de la técnica para aplicar correctamente el medicamento, porque se trataba de una tarea cuidadosa que fue realizada por Fernando López, director del Hospital General:

La reunión es para demostrarles que la técnica es delicada y de que se necesitan manos hábiles para ejecutarla, que nos es posible como lo ha creído el público, poner este remedio en manos de los que lo solicitan, como se puede poner una de esas medicinas vulgares que cualquier persona se cree obligada a recomendar y cualquier enfermo con derecho a tomar, por el reclamo de la prensa o por la recomendación de un amigo.51

En México, como en el resto del mundo, una fuerte connotación moral y clasista cubría a la sífilis. Los médicos mencionados, y otros más, también tenían eso en común: proponían y apoyaban la implementación de medidas morales, además de las médicas y sociales -como proveer medicamentos, crear consultorios gratuitos y formar especialistas en enfermedades venéreas-, para responder al aumento de casos en el país.

Era común usar la moral como ariete contra la sífilis, y esto no sólo ocurría en México. En España, por ejemplo, algunos médicos como Luis Lecha Martínez, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, consideraba que entre “los medios de profilaxis de la sífilis”, además de los médicos, debían considerarse primordiales “los medios de orden moral y religioso”.52

La sífilis fue considerada durante mucho tiempo una enfermedad de “pobres” y “gente sin escrúpulos”, a pesar de que en el siglo XIX era reconocida en Francia y en otros países, entre ellos México, como un padecimiento común en todos los estratos sociales. Márquez Morfín destaca que “el temor al contagio por medios tan ‘bajos’ provocaba pena y miedo, por eso se conservaba en la opacidad, en la secrecía”. Incluso los médicos privados que atendían “a las personas ‘decentes’: esposas, madres, hijas o cualquier miembro ‘respetable’ de la sociedad enferma de sífilis, consideraban poco adecuado dar un diagnóstico”.53

En una nota de El Diario, Gregorio Mendizábal pide a los periodistas encargados de cubrir las actividades de la Sociedad Médica Pedro Escobedo que “tengan mucha cautela en los detalles, para no perjudicar a los lectores, pues estos toman esos detalles incompletos, y da por resultado que señalan como averiados a muchos individuos sanos o ligeramente enfermos de alguna afección de la piel que nada de común tiene con la sífilis”. Relata que desde que la prensa “inició la campaña contra la avería” entre su “clientela” aumentó el número de personas que “hasta han llegado a solicitar que reconozca a la servidumbre de las casas antes de aceptarla, para ver si está contagiada de avería, esto ya es terrible, pues con la publicación de los detalles de esta enfermedad, se ha causado una verdadera avería social”.54 Por eso, en esa misma sesión, pidió a los periodistas discreción al publicar información de “enfermedades asquerosas”.

En ese mismo sentido, algunos médicos y ciertas agrupaciones culparon a la prensa y a la literatura de instigar a la población, sobre todo a los jóvenes, para que se acercaran a “los vicios”. Sobre esto, La Patria, cuyo director era Emetrio de la Garza Jr., criticó al doctor Francisco Hurtado en “La novela (En la sociedad moderna)”. Pese a que el autor, como muchos, también considera la sífilis “un problema escabroso, que es consecuencia del vicio, terrible fantasma que asola a la juventud y aun a la chochez de ahora”, se lanzó contra Hurtado cuando éste dijo, según “el diario comentarista de la sesión”, que “en los caracteres morales del hombre actual y sobre su educación interviene la novela de imaginación exaltada”. Al respecto, el autor señala: “Oír hablar a hombres de ciencia de cuestiones artísticas, equivale a que un músico nos hable de terapéutica. Regularmente son ignorantes, de una ignorancia fundamental en estética; ignorancia que pretenden disculpar con su desprecio al arte y de los artistas, a quienes consideran como simples desequilibrados”.55

Más adelante, con la pregunta “¿Qué entenderá el Sr. Dr. Hurtado por ‘novela de imaginación exaltada’?”, el autor dice, después de explicar los géneros literarios, que “las novelas, las idealistas o románticas, no son de nuestra época, y mal podrían influir en la educación del hombre actual por la sencillísima razón de que hace treinta años no se leen con asiduidad”. Mientras que las novelas realistas y naturalistas no podrían llamarse de “imaginación exaltada” porque “son simples estudios del documento humano, del ambiente en que vivimos, reproducciones artísticas de la realidad. Y mal podrán influir con asaltadas imaginaciones en el hombre, cuando no hacen más que retratarle. La novela ha ilustrado más a las generaciones presentes, que muchos tratados científicos”.56

De la misma forma El Tiempo, diario católico propiedad de Victoriano Agüeros, publicó una carta escrita por el grupo “Las Damas Católicas” de Cholula, Puebla, en donde critican “a la mala prensa” porque con sus “lecturas perniciosas”, expresan las firmantes, “corroe la sociedad, desgaja las familias y desmorona en el pecho los sentimientos de honor y delicadeza: arranca del corazón los principios de religión y lo atrofia de inmundicias sensuales”. Por tal motivo, convocan a todas “las damas de la República” y a “los nobles guerreros de toda la prensa católica” a la creación de una “Liga contra la mala prensa”, porque “los malos utilizan la prensa para inocular el virus de la incredulidad, la lepra de prostitución, que son la sífilis del entendimiento y la voluntad”.57

Si bien las estadísticas no son certeras, pronto se empezó a hablar del aumento de casos de sífilis en México. De acuerdo con Ana María Carrillo, diversos reportes de dermatólogos de la época indican que durante el Porfiriato la sífilis estaba muy extendida entre hombres y mujeres de todas las edades y clases sociales, aunque había mayor prevalencia en varones.58

El Imparcial daba cuenta de que “entre 7,272 enfermos de la piel registrados en la sección del Consultorio Central de Beneficencia Pública de esta ciudad, hubo 1,408 ‘averiados’, lo que demuestra que más del 19 por ciento de pacientes cutáneos sufren de esta diátesis”.59 Y en otro texto, sin mencionar la fuente, indica que “de cada cien casos de avería femenil observados veinte pertenecían a mujeres casadas y por culpa del marido”.60

Las cifras en otros países no eran muy distintas. Lecha Martínez informa: “En las grandes ciudades, en 100 se encuentran 10, 12 o 16 invadidos por la avariosis”.61 En tanto que el doctor Prinee A. Morrow, “primera autoridad estadounidense en la materia“, indicó en el Tercer Congreso de la Sociedad Americana de Sociología, efectuado en Atlantic City a finales de diciembre de 1909, que en Estados Unidos “un octavo de la población está infestada”.62

En 1908 los periódicos analizados dieron fe de la creación, a principios de mayo, de la Sociedad de Profilaxia Sanitaria y Moral de las Enfermedades Venéreas, con la intención de evitar su propagación en el país. Pero fue El Imparcial, periódico de Rafael Reyes Spíndola, adalid del periodismo moderno en México,63 la publicación que más se involucró con la difusión de este tema, emprendiendo incluso una “campaña contra la avería”, por considerarla “un peligro social”, bajo cuatro puntos:

  • I. Por los daños individuales que ocasiona al enfermo.
  • II. Por los daños colectivos que origina a la familia.
  • III. Por las consecuencias hereditarias que se traducen en la espantosa mortalidad observada en los niños.
  • IV. Por las degeneraciones y envilecimientos que puede acarrear para toda la especie.64

El Imparcial culpa a “los esposos” y los considera “hombres sin sentido moral, ni idea del remordimiento”, pues por ellos “la avería llega al hogar”, a causa de las prácticas sexuales de riesgo con prostitutas, ya que la sífilis, según su perspectiva, “es la enfermedad de las perdidas, de las de vida mala, de las reprobadas”.65

La cruzada de El Imparcial contra la sífilis dio pie a la creación de una institución de salud en 1912, denominada por el propio periódico Instituto Médico de El Imparcial, que dirigió el médico César Margain y en donde se aplicó el Salvarsán sin costo, pensando en la gente de bajos recursos: “Supimos con razón que era una obra piadosa y grande de defensa social aplicar gratuitamente este tratamiento tan rápido y eficaz entre la clase menesterosa incapaz de pagarlo porque es bastante caro”. El Imparcial refiere que en cuatro meses aplicaron cerca de 200 dosis, pese a que “las inyecciones son costosas” y a que se necesita “una serie de aparatos especiales para formar aunque fuera un pequeño laboratorio capaz de responder a la delicadeza de la técnica que se necesita para la aplicación de la medicina”.66

En 1910 otros médicos fueron citados en discurso directo, por su papel en los debates que dividieron al campo científico internacional entre quienes apoyaban el medicamento de Ehrlich -los doctores franceses Netter, Salmón y Audibert, el español Alberto Bandelac de Pariente y el estadounidense Samuel Tracy- y quienes lo criticaban, como los franceses Hallopeau, Mouneyrat y Bouchard.67

Algunos periódicos, por ejemplo El Imparcial, aprovecharon esta situación para generar controversia entre la comunidad médica nacional y sus lectores, y dudas respecto al medicamento, como se observa en “¿Plagios y heroicidades?”, que incluye el subtítulo: “Un médico declara que el 606 es un medicamento viejo olvidado por nocivo”, y dice:

El profesor Bouchard había mostrado gran escepticismo respecto al 606, expresando que en su concepto era posible la curación de la avariosis, pero no con ese medicamento, sino con la Hectina, descubierta por el doctor Mouneyrat y aplicada por Hallopean y otros profesores. Más tarde otros médicos declararon que la fórmula del 606 había sido descubierta desde 1908 por Mouneyrat, que la había abandonado enseguida como nociva.68

Para abonar a este punto, reproduce las palabras de Mouneyrat a lo largo de 15 párrafos, aunque nunca indica el origen de la cita: “Interrogado acerca del asunto, el referido doctor Mouneyrat, he aquí sus declaraciones”, e inmediatamente refiere lo dicho por el doctor francés, quien entre otras cosas afirma que “Este derivado que estudié en 1898 es peligroso, porque puede provocar embolias por coagulación de la albúmina de la sangre: perturba el ritmo cardiaco y opera sobre el nervio óptico. Los accidentes sobrevenidos con el 606 no hacen sino confirmar lo que en 1908 me revelaron los experimentos animales”.69

El Imparcial ofrece una forma particular de dar voz a sus fuentes de información. A través de entrevistas, pero también de citas extraídas de la prensa extranjera, los periodistas de esta publicación recopilan declaraciones que presentan en sus textos a manera de discurso directo, lo que a su vez les permite mostrar distintos puntos de vista sobre un tema controversial (Imágenes 1 y 1a).

Resulta interesante observar que este ejercicio no es casual, sino una estrategia que ha utilizado este periódico en distintos años y que probablemente forma parte de su estilo editorial, aunque esto tendría que confirmarse con la revisión de otros textos. A continuación, se da cuenta de dos momentos en los que se observa esto; en ambos se utiliza el nombre de la fuente, a manera de intertítulo, para separar e identificar a cada enunciador:

  • 1) “¿Es curable la avería?” (8 de junio de 1908).

Esta nota presenta citas directas de nueve médicos: Porfirio Parra, José Terrés, Domingo Orvañanos, A. J. Rodríguez, Gregorio Mendizábal, Rique Macouzet, Adrián de Garay, Regino González y Fournier (Imagen 1 y 1a).

  1. 2) “La benéfica vacuna en México es un grave peligro” (26 de mayo de 1912).

Con citas directas de Domingo Orvañanos; Tomás G. Perrín, comisionado por el Consejo Superior de Salubridad para hacer pruebas del medicamento, y de Miguel Lasso de la Vega, “de la generación de médicos jóvenes” (Imágenes 2 y 2a).


Imágenes 1 y 1a. “¿Es curable la avería?”, El Imparcial, 8 de junio de 1908.


Imágenes 2 y 2a. “La benéfica vacuna en México es un grave peligro”, El Imparcial, 26 de mayo de 1912.

Es oportuno señalar que no en todos los casos se observa una sola forma del discurso referido. De los 79 textos en donde se localiza, en 23 conviven dos o las tres formas. Estas situaciones permiten identificar la jerarquía de los hablantes en la escena enunciativa. Por ejemplo, la nota mencionada de El Imparcial (8 de junio de 1910, “¿Es curable la avería?”) concuerda con esa disparidad en la jerarquía de los hablantes:

1) El señor Dr. Urrutia estima que ningún médico serio puede garantizar la curación radical de esa penosa dolencia, pero sí que la ciencia tiene recursos suficientes para nulificar su virulencia y hacer desaparecer sus manifestaciones.
2) La avería es curable en la mayor parte de los casos. Sencillamente lo que se necesita es intervenir oportunamente y obrar con la prudencia y energía debidas.

Urrutia es presentado en una posición inferior a la de Mendizábal, empezando por su identificación, porque si bien le antecede la palabra señor, no se menciona su nombre, sólo su apellido; en cambio, al segundo se le identifica con nombre y apellido.

Al principio de la cita Urrutia es descrito como “muy conocido en el mundo científico. Sin haberse dedicado especialmente a la curación de la avería”, y aunque al final se dice que pese a lo anterior “es una de las autoridades más reconocidas en la materia”, la primera parte desestima su autoridad en el asunto; en cambio a Mendizábal se le asocia con todos sus cargos y actividades relacionadas con la materia: “es el director del Hospital Juárez; miembro de la Academia Nacional de Medicina y profesor de la clínica interna en la Escuela Nacional de Medicina. Concurrió a los congresos médicos celebrados en Roma, París, Moscú, Montevideo, Washington, Chicago y otras ciudades de la Unión Americana”.70

En cuanto a la forma del discurso referido, a Urrutia se le cita con discurso indirecto, lo cual permite destacar solamente el contenido de interés para el locutor, parafraseándolo, además de que se utiliza el verbo “estima”, que refleja poca seguridad. Mientras que Mendizábal es citado con discurso directo, que marca el sentido proposicional del discurso y enfatiza el mensaje del hablante: “la avería es curable”, además de que recrea el momento de la enunciación a través de la reproducción de sus palabras, dando valor a lo que dice.

La mayoría de los enunciadores citados son médicos, pero hay fuentes que los locutores eligieron por su importancia política y situación geográfica, como los representantes mexicanos en el extranjero. Tal es el caso de Octavio Barreda, cónsul de México en Fráncfort, quien, a manera de corresponsal, envía información desde Alemania, que es aprovechada por los diarios: “De una carta que el señor Cónsul de México en Fráncfort, señor O. Barreda, nos dirige y que mucho agradecemos, tomamos el siguiente párrafo: ‘Hasta hoy se cuentan 5,750 casos de curaciones. Ha habido cuatro casos de niños averiados curados con la leche de la madre que había sido tratada con la 606’”.71

Del mismo modo que José Somerdou, cónsul de México en Trieste, Austria, quien comunicó que el doctor Doerr, médico militar austriaco, “curó con una solución de Ehrlich 606 a 26 soldados enfermos en el Hospital Militar, con resultados, dice el Médico, verdaderamente asombrosos, pues en los que estaban en primer estado los síntomas del mal desaparecieron con una sola inyección, y los que presentaban síntomas del mal en la piel y en la epidermis, después de pocos días quedaron curados”.72 O el cónsul mexicano en Londres, quien afirma que

en Londres, los trabajos encaminados a estudiar el microbio de dicha enfermedad han alcanzado notables progresos, pues se emplea un procedimiento nuevo para el cultivo del treponemo, que es el agente principal de la avería y se le puede observar ahora con más facilidad y se le puede descubrir sin dificultades en los tejidos humanos y, por lo mismo, conocido el enemigo se le puede atacar.73

También están los enunciadores citados a causa de su relación con el acontecimiento, como los pacientes. Por ejemplo, ahí está la mujer que El Imparcial identificó como “una joven señora de la alta sociedad, contagiada por su marido”, que declaró: “-¡El miserable me ha tratado como a una perdida!”.74 O el primer paciente inyectado con el 606 en el Hospital General, que El Diario cita con discurso indirecto: “Al ser interrogado acerca de los efectos que ha sentido, manifiesta que está mucho mejor y a cada momento adquiere más ánimo”.75 Mientras que El Imparcial refiere con discurso directo: “-¿Le dolió a usted mucho? -preguntamos al paciente. -Ni más ni menos de lo que yo había pensado y era natural que me doliera”.76

A partir de lo anterior es posible señalar que la forma de las atribuciones marca también una diferencia en la jerarquía. Los médicos y profesionistas de alto rango, independientemente del periódico, son identificados de forma muy obsequiosa, pues además de su nombre y apellido, la mayoría de las veces se indica su profesión, precedida incluso de las palabras “señor”, “don”, o ambas, y en algunos casos se les añade un adjetivo, por ejemplo: “señor Dr. don José Terrés”, “señor doctor González Ureña, médico modesto e inteligentísimo”, o “señor licenciado don Pablo Macedo, director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia”. Paul Ehrlich es identificado de las formas: “sabio profesor”, “sabio doctor alemán”, “benemérito alemán”, “célebre profesor”, “ilustre profesor”.

En cambio, otras fuentes se presentan sin siquiera mencionar sus nombres, por ejemplo, cuando se refieren a los pacientes como “el enfermo”, “esta enferma”, “el ingeniero inyectado”, “la mujer”; a una de las enunciadoras mujeres se le identifica como “Mrs. Gilman”, sin preocuparse por escribir su nombre o actividad; o a los reporters y corresponsales, cuya presencia es evidente en algunos contenidos, incluso como enunciadores, pero que en los textos revisados nunca se les refiere por su nombre.

Conclusiones

La prensa es una herramienta relevante en el estudio de la medicina y la ciencia, pero también para la vida social en un determinado contexto. Al decir esto, nos referimos a que el análisis de los textos periodísticos reveló que el hallazgo de un medicamento a principios del siglo XX representó para miles de personas en el mundo la esperanza de detener el avance de una enfermedad crónica, vivir con una buena calidad de vida tras la curación y eliminar un estigma que se perpetuaría durante generaciones, como se afirmaba en algunos periódicos.

El “606” fue para algunos lo que para nosotros, años después, significa el arribo de una vacuna contra la covid-19 que ofrezca la protección contra el virus y, no menos importante, la posibilidad de terminar el confinamiento para seguir con nuestra vida cotidiana. Es decir, el estudio de la prensa es fundamental para conocernos más, en la diacronía y sincronía, como especie humana.

Este trabajo ofrece una perspectiva sobre cómo cada periódico construye su discurso a partir de la elección de ciertas fuentes que le confieren información, credibilidad y un anclaje factual -que, en este caso, pertenece mayoritariamente al sector sanitario-, pero sobre todo cómo las organiza jerárquicamente, las nombra y les da voz, atribuyéndoles un valor enunciativo a partir de sus propios intereses políticos, económicos, sociales y morales. Asimismo, muestra cómo en esa polifonía de voces y hechos se entreteje una compleja escena que es presentada a los lectores y que, de alguna manera, esa representación elaborada por la prensa, orienta sus opiniones y los motiva a tomar decisiones.

Esto se observa, por ejemplo, en el acontecimiento que refería El Diario en relación con los pacientes lectores de periódicos que pedían a su médico, Gregorio Mendizábal, que revisara a los empleados domésticos para descartar que padecieran de sífilis, antes de permitirles entrar a sus casas. Algo muy similar, guardando las debidas proporciones, a lo que sucede actualmente cuando algunas personas increpan las decisiones de sus médicos tratantes basándose en bulos vistos en Internet.

La anterior circunstancia adquiere relevancia si pensamos que los lectores de periódicos iban en aumento, entre otras razones por el surgimiento de publicaciones como El Imparcial, que aumentaron su tiraje, abarataron el costo de su edición y aumentaron el número de noticias, para sumar entre su público a otros sectores y no solamente a la gente instruida.

Este trabajo deja la puerta abierta a otras líneas de investigación que podrían seguir abonando al estudio de la prensa, la medicina y la ciencia a partir del análisis de otras publicaciones periódicas o del tratamiento informativo que éstas hicieron de otros medicamentos y enfermedades, pues a la par de la sífilis otros padecimientos, como cólera, tifo y gonorrea, asolaban a la población de aquella época. O también como asignaturas pendientes en esta investigación -ya que se abordaron lacónicamente-, se podrían revisar el papel de las mujeres como fuentes especializadas de información para la prensa y también las referencias y participación de los reporteros y corresponsales en la construcción del discurso periodístico.


Notas al pie
1

Esta investigación es parte del Proyecto Conacyt A1-S-15380 “Modelo histórico para el análisis del proceso de edición de publicaciones periódicas científicas mexicanas (1900-1995)“, apoyado por el Fondo Sectorial de Investigación para la Educación, Conacyt-2019-2021.

4

Después de estudiar el ciclo vital de distintos protozoarios, en 1905 Schaudinn descubrió la espiroqueta Treponema pallidum, agente productor de la sífilis.

5

O de Wassermann-Neisser-Bruck: prueba para detectar anticuerpos en personas infectadas por la bacteria causante de sífilis. Desarrollada en 1906 en el Instituto de Enfermedades Infecciosas de Berlín, con ella el bacteriólogo August Paul von Wassermann (1866-1925), junto con el médico Albert Neisser (1855-1916) y su ayudante Carl Bruck, sentaron las bases para el serodiagnóstico de la infección sifilítica.

6

En 1909, Sahachiro Hata, experto en conejos sifilíticos, mientras trabajaba en el laboratorio de Ehrlich, puso a prueba el compuesto número 606 y comprobó que era eficaz.

11

Los términos sífilis, avariosis y avería se refieren a la enfermedad; Salvarsán es el nombre comercial que recibió el compuesto 606 en 1910; Ehrlich, el apellido del médico alemán que desarrolló el fármaco.

12

Al inicio, para la búsqueda del material, se consideró la consulta del Catálogo Nautilo de la Hemeroteca Nacional de México y el Sistema de Índices de la Hemeroteca Nacional (Sihena); sin embargo, a causa de la contingencia sanitaria por covid-19, que provocó el cierre de las instalaciones del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB) de la UNAM, se optó, para no detener la investigación, por considerar únicamente el catálogo de la HNDM, debido a la posibilidad que ofrece de revisar a distancia los materiales digitalizados.

13

Entre ellos, dos periódicos editados por inmigrantes españoles, La Iberia y El Correo Español; dos religiosos: El Tiempo, católico, y El Faro, presbiteriano; Revista Positiva, defensora del positivismo, con una crónica periodística firmada por un enviado; Anales de Oftalmología, periódico mensual especializado en la clínica y terapéutica ocular, que publica una nota informativa, y El Imparcial, considerado el primer periódico moderno en México.

14

Las citas de los periódicos y revistas consultados se transcribieron de manera íntegra.

15

Si bien los textos señalados no pretenden informar, el uso de dichas palabras clave como medio para captar la atención de posibles clientes denota la importancia del asunto entre los proveedores de servicios de salud y el público lector.

31

Ehrlich recibió en 1908 el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por sus aportes a la inmunología.

35

Si el lector desea profundizar en los orígenes y tratamientos de la sífilis desde una perspectiva histórica, se recomienda la lectura de Claude Quétel, History of Syphilis (Cambridge: Polity, 1990).

41

En su texto, el reportero de El Imparcial es quien afirma que el doctor Domingo Orvañanos “es el presidente actual del Consejo Superior de Salubridad”. Para mayores referencias acerca de los médicos y el tiempo que presidieron el Consejo Superior de Salubridad se recomienda consultar a Martha Eugenia Rodríguez Pérez, El Consejo de Salubridad General y las epidemias (México: Consejo de Salubridad General, 2010).

48

“Sesión científica en el Hospital Militar”, El Tiempo, 25 de noviembre de 1910: 3. El redactor yerra al decir que el medicamento se aplicó en el Hospital Militar, cuando en realidad tuvo lugar en el Hospital General.

57

“Liga contra las malas lecturas”, El Tiempo, 4 de septiembre de 1909: 1.

67

En cuanto a las atribuciones de los enunciadores, los periódicos revisados en ocasiones no incluyen los nombres de las fuentes, sólo las refieren por apellido, como en estos casos.

Referencias
“El 606 del profesor Ehrlich de Francfort”. El Correo Español, 4 de octubre de 1910.
Agostoni, Claudia. “‘Que no traigan al médico’. Los profesionales de la salud entre la crítica y la sátira (Ciudad de México, siglos XIX-XX)”. En Actores, espacios y debates en la historia de la esfera pública en la ciudad de México, 97-120. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora / Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2005.
Arando Lasagabaster, Maider y Luis Otero Guerra. “Sífilis”. Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica 37, núm. 6 (2018): 398-404.
“Los ‘averiados’ y El Imparcial”. La Iberia, 28 de mayo de 1908.
“Ayer se aplicó por primera vez en México el famoso 606 del Dr. Ehrlich”. El Imparcial, 26 de noviembre de 1910.
“La benéfica vacuna en México es un grave peligro”. El Imparcial, 26 de mayo de 1912.
“La campaña contra la avería”. El Imparcial, 27 de mayo de 1908.
Carrillo, Ana María. “Economía, política y salud pública en el México porfiriano (1876-1910)”. História, Ciências, Saúde-Manguinhos, núm. 9 (2002): 67-87.
“La curación de la avería”. La Iberia, 7 de agosto de 1910.
Ducrot, Oswald. El decir y lo dicho. Buenos Aires: Hachette, 1984.
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