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“La vuelta al texto en un índice”


“Around the Text in an Index”

Agustín René Solano Andrade*

* Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Facultad de Ciencias de la Comunicación, Puebla. México. agustin.solano@correo.buap.mx. https://orcid.org/0000-0001-6814-2919.

Circunnavegar el texto. Los índices en la Edad Moderna. Gioia Tavoni M. Trad. de López Souto N. Asturias, España: Trea Ediciones, 2020, 327 pp. ISBN: 978-84-17987-99-2.

Recepción: 13.10.21 / Aceptación: 18.10.21



Circunnavegar el texto de Maria Gioia Tavoni, cuya esfera de trabajo es la historia del libro, es una lectura enriquecedora en un par de sentidos, comenzando con el de la temática que aborda y le hace indispensable para la misma, pues permite extender y profundizar el conocimiento que se tiene de los índices en su campo teórico e historiográfico. Por otro lado, también está el modo en que engrandece nuestro mundo e imaginación a través de la manera en que aborda y ronda el texto, lleno de detalles y experiencias propias y ajenas, de autores y títulos indispensables.

El índice, pensado en sus diversas presentaciones y como herramienta textual, nos remite y remite, nuevamente, al texto, como parte del cuerpo mismo que forman. Esto es, a pesar del concepto de paratexto (Gerard Genette) como un indicador recurrente en la exposición de la autora, después de la lectura del libro y ver la investigación tan detallada hecha en territorio italiano, los índices no pueden entenderse como complementos del texto.

Reminiscencia y memoria son los conceptos a los que nos envía la autora en el inicio de su introducción para abordar la idea de índice, sin embargo, no hay que olvidar el de circunnavegar ­­-que aparece en el título­­-, desde una perspectiva peregrina que nos lleva a un mismo lugar, nos permite volver a él, incluso si no lo conoces a profundidad, si solamente ha sido a través de una guía que te deja ese cosquilleo de una idea clara de conocerle y saber que no es así.

La introducción nos presenta, con ideas y ejemplos precisos, el mundo en donde se desarrollan los índices, o deberían de desarrollarse. No sólo es una traza temporal que alude al título del libro, sino que abre ese mundo de posibilidades en donde el índice aparece y todos los espacios que tendría que abarcar. Establece el territorio del índice en los territorios del texto y sus posibilidades temáticas, geográficas, temporales, institucionales, etc., de tal forma que, en esta mirada de la autora, vemos el territorio del texto como territorio del índice. Lo anterior permite preguntar sobre las diversas herramientas que, al lado de los índices, utilizan los investigadores y la eficiencia ­­-o no­­- de ellas, en donde Internet y la velocidad abruman ante las posibilidades de la indexación por medio de la tecnología actual, así como de la especialización de los públicos para los índices. En la explicación con la que termina la introducción, la autora deja muy claro el objetivo de su libro:

Ahora bien, ha de quedar claro que no me he planteado aquí el problema de una historia de los índices en sentido estricto y convencional, aunque sí he perseguido, hasta donde he podido, una diacronía que rindiese las debidas cuentas de su evolución y de su utilización, partiendo de las dificultades que tuvieron los primeros artesanos del libro tras las prensas para preparar dichos índices y unirlos al texto impreso o hacerlos una parte integral de él (p. 26).

El primer capítulo comienza con cita de Genette. Propone el uso del término paratexto acuñado por el teórico francés para exponer cómo acercarnos al índice en un principio, y lo vemos como un aderezo al texto. Sin embargo, hay que reflexionar sobre ese acercamiento como una relación en un proceso simbiótico, texto-índice, donde el último es tan valioso como el primero, en suma dependencia. Los recursos indéxicos usados desde antes del libro impreso, en los manuscritos, permiten ver esa relación necesaria entre el mapa del texto y el texto mismo como una entrada y guía para la memoria; una ayuda para moverse y encontrar(se) en un territorio escrito, y facilitar el manejo del texto. ¿Se imaginan cómo sería navegar en un libro sin referentes en sus hojas, sin numeración? En este mismo sentido, hay que pensar que no es igual trasladarse a una nota que está a pie de página, que al borde del folio, al final del capítulo o del libro. Es muy importante moverse dentro del texto con desenvoltura, confianza y sin tropezones, por lo que también es necesaria la pregunta: ¿Dónde va el índice?

En el mismo capítulo, la autora expone la terminología para la temática central del libro. Conceptos como frontispicio, index, sumario y tabula son explicados y ejemplificados. Como ejemplo, se centra en los dos últimos para revelar su diferencia puntual a través del análisis hecho a De Arithmetica e geometria e proportionalitá, de Luca Pacioli:

Ahora bien, el sumario y la tabla de Pacioli adquieren una fisionomía muy concreta: uno es, por decirlo así, el esqueleto ­­-o sea, el mapa detallado que el autor realizó seguramente cuando se preparaba para escribir el tratado; y la otra constituye el verdadero índice, a pesar de estructurarse todavía conforme al modelo entonces más aceptado, si bien de manera más analítica que sus contemporáneos (p. 57).

Así como aborda el libro de Pacioli, también usa El libro de los porqués para reflexionar sobre los índices de una misma obra que se imprime en diferentes tiempos, y los Triunfos de Petrarca, con el comentario de Bernardo de Siena, para ver el nacimiento de un modelo de índice. De esta forma cierra el primer capítulo, lleno de ejemplos con referencias bibliográficas y autores que lo clarifican.

El segundo capítulo, denominado “Utilitas y útil entre praxis y teoría”, comienza con algo evidente, la parte pragmática con la que todo índice debe cumplir; sin embargo, el primer párrafo es la introducción a la complejidad de dicha funcionalidad, una búsqueda precisa, fructífera y sencilla, como lo abordará en los distintos ejemplos de tratados que mencionan cómo hacer un índice, al igual que los argumentos sobre su incompetencia.

“La vertiente de los bibliófilos y bibliógrafos” es otro apartado de este capítulo donde muchos, humildemente, nos reconoceremos, aunque no en el nivel de los que menciona la investigadora ­­-hablo por mí­­-. Desde este apartado nos reafirma la utilidad del índice para las diversas profesiones, haciendo hincapié en la de los juristas y en sus consilia:

los índices de los libros jurídicos resultan en sí mismos un ejemplo de capacidad profesional, puesto que para su confección se recurrió a autores ilustres, así como a aquellos que habían reunido las sentencias, en algunos casos incluso más conocidos. Ejercían una importancia tan relevante que hasta circulaban también sueltos para servir de ayuda cuando faltaba el propio tratado de referencia, dado que los índices no solo podían ser leídos independientemente de la obra a la que estaban conectados, sino que, asimismo, eran apreciados porque solo el disponer de sus tablas y facilitaba el trabajo interpretativo (pp. 88-89).

Mujeres, educación cristiana y libros es una relación que retoma a través del estudio de diversos textos hagiográficos femeninos para entrar en “La tipología indexal como clave para la lectura de los textos”, donde profundiza lo anterior, explicando las divisiones del índice o sumarios de los textos analizados bajo los siguientes preceptos: sumario descriptivo, sumario prescriptivo, índice de citas bíblicas o índice de cuestiones importantes. En este sentido, sobre la utilidad de los índices, la autora termina el capítulo analizándolos en el rubro de los viajes durante el siglo XVIII, y muestra sus variantes en tanto curiosidad, motivos artístico-culturales, itinerarios, recorridos y otras utilidades para el viajero.

“Los índices en los Índices y en las Biblias en lengua vulgar” es el título del tercer capítulo, donde la censura libraria, la evolución de los Índices y la Biblia ocupan el espacio de discusión. Siempre es interesante pensar cómo la creciente creación de nuevos títulos para difundir las ideas dio paso a su censura por parte de la Iglesia, a través de sus Índices de libros prohibidos. Además de poner este asunto en la mesa, Tavoni también habla de su evolución y, por supuesto, de los malestares que ocasionó. En el entendido de cómo los índices ayudan a un lector a navegar por el texto, hay que pensar igualmente a la traducción de la Biblia y sumar las complicaciones que ve la Iglesia ante la posibilidad de desacralizar el texto divino. Ésta es sólo parte de la premisa utilizada para revisar las Biblias en lengua vulgar y su relación con la prohibición y la de los índices, que va más allá de ellos y, obviamente, alcanzó a índices ligados a otros textos censurados. Como menciona la autora, hay que tomar en cuenta que “Los índices que se han estudiado hasta aquí constituyen fascículos que se imprimen sueltos, antes o después de la publicación del texto, y que, por consiguiente, por sí mismos, representan una fuente de indudable peligro, de ahí que sean perseguidos tan pronto como llegan a la imprenta” (p. 147). Termina este capítulo con un análisis de “Los índices de las Biblias en italiano (1470-1566)”, segmentado en dos puntos importantes que son las cuestiones formales y de contenido, con espacio para 11 ilustraciones que ofrecen una visión clara de lo expuesto. La duodécima es el retrato de Pierre Mouchon, creador de la “Table” de la Enciclopedia, tema con que cierra el libro.

Si bien los capítulos anteriores están llenos de personas y personajes importantes para los índices, el cuarto se detiene en ellos, en el sujeto y su impronta para el objeto de estudio. Comienza con el papel que juega el corrector como parte de los oficios del libro y su tarea de preparar los índices. Una explicación de cómo funcionaba ese rol y las diversas relaciones con los demás se ejemplifica con un centro tipográfico importante: Bolonia. Así, “El objetivo consiste en descubrir la estrecha relación entre índices y obras, pero, en especial, desvelar quién se esconde detrás de ciertas ejecuciones particulares” (p. 189). En el escrutinio del papel del indexador en los negocios tipográficos o por propia cuenta, la autora consigna la importancia del oficio en la esfera intelectual:

Quien se acercaba a la construcción de un tratado y también los poetas y novelistas (que lidian con obras de naturaleza literaria) juzgaba útil para su propio trabajo la creación de aparatos indexales; intuían en ellos el beneficio y a veces su carácter indispensable para el público al que ellos se dirigían, aunque los apreciaban también por la propia actividad de producción de ese texto. Recuperar un pasaje para modificarlo, ampliarlo o, en cambio, volverlo más ágil y ligero, u otras veces para suprimirlo; examinar un concepto o mejorar la forma de una expresión: todas estas operaciones, como se verá con Leopardi, podían concebirse como movimientos de un personaje entre bastidores y no comportaban su exhibición ni su salida al escenario (pp. 205-206).

El último capítulo, “La ‘Table’ de la Enciclopedia y su autor”, termina el recorrido por los índices en uno que a la autora le parece ejemplar y expone como tal. Se reúnen aquí el objeto, el sujeto, la relación entre ellos y el mundo de los libros y el del conocimiento, desde el cosmos de la Ilustración. El interés por la manera en que el índice permite al lector moverse dentro de una obra de gran envergadura, la búsqueda de temas específicos como los prohibidos y su camuflaje, la estructura y finalidad de la herramienta, la propia voz de la “Table” y una semblanza de Pierre Mouchon, así como las situaciones para la creación del índice expuesto en este capítulo, dan forma a este caso y el viaje a los índices. El capítulo comienza así:

Pocas y escasas palabras han servido de base para encuadrar o contextualizar algunos valiosos índices de autor. Una investigación con muchos frentes me ha impulsado, finalmente, a dar luz sobre un único índice, considerado entre los más elaborados y complejos en cuanto a su estructura, y sobre su autor, que dedicó años de trabajo, energías y notables fatigas al esqueleto de la obra más sobresaliente y controvertida del siglo de las luces (p. 237).

Después de navegar en este libro, me queda la idea de lo absurdo que puede ser el haberlo reseñado en lugar de conducir al lector al índice del mismo, entendiendo ahora la reseña como la prosa de un índice.

Para terminar, no quiero dejar pasar la oportunidad de mencionar una idea que me persigue desde antes de que llegara el libro a mis manos y que descansa en la minificción de Borges “Del rigor en la ciencia”, donde, creo, los índices pueden ser esas proyecciones cartográficas en el mundo de los textos, antes que los Mapas Desmesurados de algún imperio… ¿Ustedes qué piensan?

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